Hoy os hablaré de una de las formaciones actuales más influyentes mundialmente que hayan existido jamás: In Flames. Sin lugar a dudas, el grupo de todos los grupos, según mi propia lista personal y a pesar de mis pesares. A quién conozca a estos suecos sabrá muy bien a qué me refiero: una evolución tan profunda que ya apenas se reconocen y es una lástima, porque el trabajo de ahora no roza ni de lejos el de aquellos virtuosos años 90.
In Flames es considerada banda pionera en lo que fue bautizado como sonido Göteborg junto con At the Gates y Dark Tranquillity, un death metal melódico naciente en el ala suroeste de Suecia contagiado por las muchas idas y venidas e intercambios de miembros en sus inicios y formaciones previas. Un nuevo death de guitarras distorsionadas con un fuerte componente armónico y estribillos acentuados, en el que queda patente la influencia ochentera de la New Wave of British Heavy Metal, e incluso me atrevería a decir también el apogeo del speed europeo procedente de Finlandia y Alemania. Sin olvidarnos de los momentos en los que nos deleitan con acordes de guitarra acústica y que sin mucho esfuerzo logran hacernos tocar el mismísimo cielo.
El guitarrista Jesper Strömblad dio vida a In Flames en el año 1990 con objeto de experimentar y expresar libremente sus nuevas inquietudes que en su otro grupo, Ceremonial Oath, no le estaba del todo permitido. Un especial afecto hacia la melodía que curiosamente muchos miembros de la ferviente nueva escena demostraría participando en algún momento en el desarrollo de la formación de power metal sueco por excelencia, HammerFall.
En 1994 sacaron a la luz su primer disco de estudio titulado “Lunar Strain” con Mikael Stanne, de Dark Tranquillity, prestando su voz al no disponer todavía de cantante. Posteriormente grabaron su primer EP, “Subterranean”, el cual les permitió firmar un significativo contrato con el importante sello discográfico alemán Nuclear Blast. Sería interesante destacar la canción “Behind Space”, rescatada para reinterpretarla más adelante e incluirla también en versión live en posteriores reediciones de sus obras más relevantes. Guitarras fieras increíblemente sinuosas y veloces que se entremezclan entre sí junto con una voz gutural limpia propia del género death.
Tuve la ocasión de dar con ellos por allá el año 2001, muy jovencita, iniciándome en este tipo de música, sedienta y anhelando embeberme toda clase de grupos. Era una época en la que el speed/power metal estaba, para mi gusto, quizás demasiado de moda con una inmensa mayoría siguiendo a grupos como Blind Guardian. Y yo, a fin de cuentas, no era menos. Pero un día alguien me grabó un cassette y, entre canciones de Sonata Arctica y Nightwish, apareció tan imponentemente “December Flower”, una majestuosa composición que podemos encontrar en su segundo álbum de estudio titulado “The Jester Race” y que no tardé en comprarme. Sin duda alguna, uno de los trabajos más aclamados y respetados, publicado en 1995 con Anders Fridén, vocalista definitivo y Björn Gelotte como baterista en un primer momento. Tan perfecto que es imposible verle fallo: logo acorde a su estilo, simulando llamas como su nombre mismo indica, una portada espectacular con una especie de montaña-castillo y en el que aparece por primera vez el icono de la formación, el Jesterhead. Empezad escuchándoos “Moonshield” y “The Jester’s Dance” porque no decepcionan lo más mínimo.
Y así pasé de un género a otro saltándome por completo el que probablemente quedaría entre ambos, el thrash, mi gran gran olvidado.
Mis siguientes adquisiciones fueron los discos que siguieron, “Whoracle” (1997) y “Colony” (1999) y entonces me declaré fan absoluta del death melódico y fiel seguidora de estos suecos. Con el “Colony”, Björn Gelotte dejó su puesto para dedicarse a la guitarra y se incorporaron, hasta el presente, Peter Iwers al bajo y Daniel Svensson a la batería. Aunque musicalmente siguieron en la misma línea, destacaríamos un cambio de logo –que lamenté a más no poder y que realmente nunca entendí– mucho más sencillo, alejándose claramente de la complejidad y organicidad del anterior que tanto me gustó. ¿Qué canciones podríamos seleccionar? Quizás me quedaría con “Gyroscope”, “Episode 666”, “Whoracle”, “Embody the Invisible”, “Ordinary Story” y “Pallar Anders Visa”.
El siguiente álbum llevó por título “Clayman” (2000), manteniendo el mismo logo simple de los dos anteriores pero manifestando una pequeña evolución en su sonido de carácter definitivamente irreversible. Nos encontramos ante el punto de inflexión de la formación a partir del cual se producirá el cambio para no volver, a estas alturas, nunca más. Aún así, “Clayman” es un gran disco, bellísimo, de grandísima calidad, sólo que un poco diferente, cosa, a su vez, muy positiva. Destacaría más presencia de partes lentas y melódicas en concordancia con la introducción de versos cantados de manera mucho más limpia, casi susurrando y un growl distinto, más agudo, menos rudo u oscuro. Resaltemos pues cortes como “Bullet Ride”, “Pinball Map” o “Only for the Weak”.
In Flames en auge y punto de mira en todo rinconcito del mundo, se decidieron por lanzar “The Tokyo Showdown” (2001), grabado en directo.
Al año siguiente pudimos disfrutar de su siguiente larga duración, “Reroute to Remain”. Con una faceta muy cambiada y tajante influencia nu-metalera propia de esos años en Estados Unidos, el sonido queda por lo general más nítido ayudado también por la creciente inclusión de partes vocales claras y limpias dejando un poco en el olvido al particular género que los vio florecer tiempo atrás. El logotipo volvió a transformarse hasta una forma casi sin identidad alguna y optaron por adquirir vestuario blanco impoluto, ancho, para la performance del nuevo tour. Y nuevo look también para Anders – rastas al más puro estilo Korn.
Claramente diferente pero más que disfrutable, yo me quedaría con “System”, “Trigger”, “Cloud Connected”, “Dawn of A New Day” y “Metaphor”.
“Soundtrack to your Escape” (2004) también fue de mi agrado. Con cada nuevo disco se iba quedando patente el claro giro estilístico que iba tomando su trayectoria compositiva. Cambios, eso sí, extremadamente sutiles y elegantes, a la altura, y a los que yo me iba adaptando con suma facilidad. Bastantes menos partes growl o scream, todo hay que decirse, pero con el resultado tampoco se echan mucho de menos. Mi preferida es “My Sweet Shadow” con un videoclip sin grandes artificios pero que transmite mucha fuerza y “Dead Alone” que también me enganchó.
Del 2006 es el siguiente, “Come Clarity”, cuyo inicio con “Take this Life” nos hizo revivir toda la fuerza del primer death melódico sueco aunque completamente modernizado y con “Dead End”, muy pegadiza, incorporaron colaboración vocal femenina por primera vez. En general se trata de una obra que intenta poner la mirada hacia atrás pero con un claro pie hacia delante.
Dos años más tarde, como religiosamente llevaban haciendo, nuevo LP, “A Sense of Purpose” (2008) y no sólo, también nuevo logo de acabado informal, casi grafitero, más moderno, y portada de colores vivísimos como nunca antes aunque, eso sí, extremadamente refinados y bien compuestos. Como no podía ser de otro modo, un pasito más en su ya gran avance evolutivo artístico. Más accesible quizás, menos rápido también, pero bastante decente, al menos en lo que se refiere a mi visión personal. Una canción totalmente fuera de sitio pero a la que yo apunto como más grande de todas las presentes en este álbum, “The Chosen Pessimist”. Con 8’15’’ de duración se te inunda el cuerpo de pesantez y calma al mismo tiempo, una composición larga y lenta pero infinitamente interesante, fuerte, pasional, que nos habla de esa sensación de vacío, de desorientación, de incertidumbre que todos habremos experimentado en algún momento de nuestras vidas.
El siguiente lanzamiento se hizo un poco de esperar y tardó algo más de lo habitual. La inesperada salida del fundador en 2010, Jesper Strömblad, nos alertó a todos. Recuerdo que la versión oficial contaba que el guitarrista precisaba de un tiempo para dedicarse a él e intentar superar su problema con el alcohol y que las puertas estarían siempre abiertas si algún día decidiese reincorporarse. Pero conociendo bien el camino emprendido y la nueva trayectoria tomada, se me pasó por la cabeza de que, en realidad, debiera de haber, además, algún otro motivo que lo empujó a marcharse. Y parece ser que así fue, más que nada porque, pocos meses después, Jesper nos presentaba a su nuevo grupo old school de death/thrash, The Resistance, con ex-integrantes de los mismos In Flames, The Haunted y Grave. Probablemente divergencias entre los componentes, se optó por una salida a buenas, de la manera más cordial posible y su sustitución por Niclas Engelin, el cual ya estuvo durante unos meses entre 1997 y 1998.
El comienzo de “Sounds of a Playground Fading” (2011) ya es una toda una declaración de principios y lejos queda el sonido europeo. Tranquilos solos de guitarra dan paso a otros más eléctricos y que, al final, no harán más que repetirse. “Deliver Us”, siguiente corte y primer single, posee un estribillo pegadizo que no me terminó de llegar. Me quedaría probablemente con “Fear is the Weakless” que, aunque también muy accesible y comercial, la armonía me parece más sinuosa e interesante, así como “Ropes” o “A New Dawn”. Un álbum en el que casi todo es voz limpia y las composiciones más rápidas pecan de genéricas y poco convincentes. El artwork como siempre muy cuidado, esta vez de una tonalidad sepia bastante sugerente. En líneas de máxima, una decepción aunque me cueste reconocerlo.
Finalmente nuevo disco a la vista que se espera para el 5 de septiembre de 2014. Cada vez se hacen más de rogar y como buena fan, deseosa me tienen y también bastante a la expectativa. Confirmado queda el nombre del álbum, “Siren Charms” y su portada, tampoco nada del otro mundo con nuevamente cambio de logo recuperando el más sencillo. Contará con 11 canciones y el primer single, “Rusted Nail” está programado para difundirse el 13 de junio aunque desde hace un par de semanas podemos escuchar un primer adelanto en su página web, acercándose peligrosamente y en demasía a “Sounds of a Playground Fading”.
Creo que ha llegado el momento en el que mejor será no apuntar alto ni esperar más de lo debido porque acto seguido aparecen desengaños y glorias hacia lo que fueron. Seamos honestos, In Flames no van a volver, han tomado otra forma distinta, así que recompongámonos a ver si es posible purgar nuestro corazón y apreciar un poquito más estos nuevos aires modernos que ellos mismos eligieron respirar.
Buen recorrido por la carrera de esta banda. Estos fueron los que me iniciaron en el death melódico. Bien recuerdo como estallé en llamas con pepinazos como Moonshield o Wayfaerer, riffs y punteos colosales, caña de la buena, y no es de extrañar que The Jester Race o Colony estén siempre al filo de mi reproductor.
Después de un tiempo, y tras leer cientos de críticas negativas sobre su etapa «modernosa» me decidí a escuchar el Sounds of a Playground Fading, y la verdad es que entiendo las críticas, y las comparto aunque en realidad el disco no me desagrade, pero es que escuchar eso poniéndole al lado cualquiera de sus monolitos primigenios, sin duda sale perdiendo… pero vaya, que tengan suerte en sus modernos derroteros, eso si… ¡The Jesters Race 2, YA!
Un placer contar con tu lectura y de que te haya gustado mi personal punto de vista. In Flames son muy grandes y habrá que dejarles margen para que se expresen así como lo sientan ahora mismo. Esperemos contar con material suyo durante mucho mucho tiempo.