El diablo. Ese simpático personaje con tridente a juego que nos imaginamos bailando alegremente alrededor de una hoguera. El diablo es un tipo sencillo, que no oculta su personalidad. La hipocresía no es su fuerte. Él hace lo que hace y no da explicaciones a nadie, es su forma de ser, y hay gente a la que le gusta y lo adoran, y otros a los que no les gusta y lo detestan. En su lenta catábasis al infierno, los demás ángeles se reían de él, decían que no llegaría a nada… y aquí está, amado y odiado a partes iguales, pero siempre el centro de atención. Cómo le va el famoseo.
Por dónde iba… ah sí. El grupo de hoy Stryper, es uno de sus más fieles detractores, como podemos comprobar examinando las letras de cualquiera de sus discos. Hoy toca escuchar su última placa, No More Hell to Pay, del 2013. Pero oye, lo que yo digo, si te vas a meter con el diablo, no me vengas con sermones. Hazlo con clase. Y a estos tíos se lo permito. Si lo que os interesa es la música, haced como yo, no prestéis atención a la letra. Si sabéis demasiado inglés, golpeaos hasta olvidarlo. Olvidadlo, me refiero a esto último.
Este grupo que practicaba un hard rock y un heavy melódico sensacional, se convirtió en los ochenta en el evangelio del white metal. Sí, lo habéis pillado, es el antónimo de black metal… muy sutil. Pero esta etiqueta solo se refiere a la letra, nada tiene que ver con la música. Es fácil, solo hay que coger cualquier título prototípico de canción y retocarlo un poco. E.g.: “Soldiers of steel” pasado el filtro se convierte en “Soldiers of the light”, “Whyskey in the jar” sera ahora “Wine in the Holy Chalice”, “Pedal to the metal”, no y no, “Pedal to the heaven”, y así un largo etc.
Así que, como decía el general Tani, vamos al turrón. Lo que nos presentan Stryper en su nuevo disco es ni más ni menos que lo que nos venían ofreciendo en sus ochentas, tras unos últimos discos más modernos y flojos, pero todo con un aire renovado, con la voz de Michael Sweet más potente y agresiva que nunca. Uno de mis vocalistas de cabecera, señores, un máquina. Su hermanito Robert aporreando con clase los parches, de una forma muy nítida que siempre me ha encantado, y un Oz Fox imperdible, gran guitarrista.
Contamos con distintos temazos que nos hacen viajar al pasado, empezando por medios tiempos como la primera “Revelations”, que no me parece un buen tema para empezar, porque siempre he preferido las canciones más rápidas al principio, pero Michael ya nos deja clarinete que la edad no hace mella en él, y Fox demuestra su gran estilo y técnica. El tema título “No More Hell to Pay”, donde se hace patente el estilo nítido y definido del guitarrista. “Marching into Battle”, con un ritmo marcial muy acorde al título, y unos coros bien bélicos. Dios mío (nunca mejor dicho), atentos a los gritos que pega en los últimos coros de la canción… este tío no es de este planeta. Y la penúltima “Sympathy”, con buenos riffs y un agradable estribillo.
Intercalándose temas más veloces que mantienen el nivel como “Saved by love” con un frenetismo solo superado por su increíble estribillo. “Te amo”, ni caso al título, es una “pateaculos” en toda regla, y ese te amo arrastrado e intercalado con los riffs en el estribillo es para quitarse el sombrero. Y “Legacy”, la más agresiva del lote, con un aire a power metal del bueno y un solo por el que muchos matarían.
“The One”, la balada, nos trae una de las melodías más curradas, con una gran sensibilidad conjugada con un extraño misticismo que le da un toque elegante. Michael demuestra su gran versatilidad vocal regalándonos el oído como ha hecho siempre en sus baladas. Pero si me tengo que decantar por alguna como preferida, elegiría “Water into Wine”, por lo mágica y divertida, y con todos sus ingredientes para ser un gran tema de heavy melódico, coros evocadores, estribillo ganchero y una guitarra que se sale, y que me ha recordado, aunque solo por la letra, a la gran canción del rey Herodes de Jesucristo Superstar, y la última “Renewed” con una guitarra mágica y un solazo increíble dividido en dos partes que se complementan a la perfección.
Por otro lado hay alguna que queda en desventaja con las anteriores, como “Jesus is Just Alright”, un cover de The Art Reynolds Singers, que se hace bastante repetitiva, pero se salva en el apabullante solo. Únicamente eso sería argumento suficiente para escuchar todo el disco. En serio. “Stick & Stones” también queda un poco abajo en comparación, ya que Michael canta muy alto y no cambia el registro en toda la canción, haciéndose un poco plana. Soslayando estas dos, este es un disco enorme, que he disfrutado como un pollo bañándose en alpiste, y que agradará a todo aquel que guste de estos sonidos.
Despidámonos con una curiosidad. El nombre de Stryper no viene de lo que todos estáis pensando… la palabra que buscáis es stripper, jeje. Parece que su nombre viene de los disfraces que utilizaban con pinta de abeja, a rayas amarillas y negras (strip/stripe significa banda o raya en inglés). Para hacer más bonito el asunto, formaron un acrónimo que identificara su mensaje “Salvation Through Redemption Yielding Peace, Encouragement and Righteousness» («Salvación a Través de la Redención Cediendo Paz, Aliento y Justicia»). ¿Os estoy vacilando? No, mi inventiva no llega a esos niveles. Quizá se bebieron toda el agua bendita de una sentada. Ale, disfrutad del disquito de marras. Y ya sabéis, como dice la biblia por alguna de sus páginas, al infierno mamonazo!