Rhapsody – Symphony of Enchanted Lands

Rhapsody

Hubo un tiempo en que faunos y unicornios se regocijaban alegremente en compañía de las más pintorescas criaturas del bosque. Un tiempo en el que los dragones pugnaban por imperar ante los humanos. Un tiempo de héroes gloriosos, de esplendorosas batallas y de insondables misterios. O al menos eso me gustaría creer.

Y como la cabra tira pal monte, pues yo tiré pal power metal. Todo sea dicho, hace ya unos cuantos años que tengo olvidado el asunto, si bien siempre hay unos grupos que te marcan, que nunca deja uno de escucharlos por mucho que la cabra cambie de itinerario. Rhapsody fue uno de esos grupos, no porque fuera el mejor, sino porque algo debía tener para trascender y convertirse en una de las bandas cuya escucha me es obligatoria cada cierto tiempo y sin falta.

Los italianos Rhapsody of Fire, previamente Rhapsody, fueron una de las bandas que hicieron estallar el boom del epic shymphonic power metal (o algo parecido). Si se prefiere un término más sucinto también se puede llamar hollywood metal, término que también se les aplica y que, aparte de ser una soberana tontería, representa de forma bastante acertada el sonido que querían alcanzar. Una música épica, pomposa, en muchas ocasiones con arreglos orquestales, y por supuesto, con el susodicho gusto por la fantasía (o folclore medieval para los que no sean muy fantasiosos).

«Shymphony of Enchanted Lands» fue la gallina de los huevos de oro de la banda, y tan solo en su segundo intento. Vino, sonó y venció, y la fama de la banda perduró aunque en mi opinión sin demasiado motivo, pues más allá de los primeros discos, los que siempre escucho, no encontramos nada nuevo o fresco en sus últimos LP’s, aparte del último, que tampoco es la panacea. Me estoy perdiendo, ¿no?

El caso es que en este disco, el segundo de una larga saga de cinco discos titulada “The Emerald Sword Saga”, se pueden encontrar los elementos que hicieron a Rhapsody lo que fueron, a saber: canciones majestuosas con ritmos variados, unos sin tregua y otros más suaves y emotivos, violines y otros instrumentos de cuerda frotados con tanto ahínco como si bajar la velocidad a la que se tocan fuese a provocar la explosión del instrumento, coros peliculeros y sobre todo, la rutilante guitarra de Turilli, el diáfano teclado de Staropoli (junto a las apasionantes cualidades narrativas y compositivas de ambos) y la operística voz de Fabio Lione, proveniente de la grandísima banda Labyrinth.

Y antes de entrar al ajo, fijaos en la portada. Qué gusto cuando las cosas se hacían a mano, ¿verdad? Preciosa. Ahora sí, vamos a lo que vamos. “Epicus Furor”, cuerdas e in crescendo, coros operísticos, melodía hollywoodiense. En realidad no es una canción en sí, sino el pie de “Emerald Sword”, probablemente la más famosa de sus canciones, y la más vertiginosa. No hay más que ver el violín que te ataca a toda pastilla antes de que Lione empiece a hacer de las suyas. La base rítmica a todo trapo es perfecta para que Lione demuestre la potencia de sus cuerdas vocales, que se conjugan con los magnánimos coros en el estribillo. Un solo discreto y melódico para volver a la tralla. Buen preview de lo que vamos a degustar.

Más medieval empieza “Wisdom of the King” con la flauta susurrándonos una melodía de las profundidades del bosque, cuando de repente suenan las trompetas dándonos la bienvenida a la tierra de los reyes, de esos reyes por los que, pese a ser republicanos, daríamos nuestra vida sin pensarlo dos veces, porque joder, son bien molones. Atentos al puente introducido con los elementos orquestales que nos deja con el épico estribillo rematado por el nombre de la canción al final elevándose como el viento. Destaca también el primero de múltiples solos que nos harán revolcarnos de gusto en el resto de canciones. Lo bien que conjugan guitarra y violín. Una pasada.

“Heroes of the Lost Valley” ¿No os caéis de morros solo con leer el título? Que arte. Bueno, lo de todos esos títulos con gancho solo es la puerta que encierra un talento narrativo alucinante, que nos convierte la típica historia de “héroe busca arma mortífera para matar al villano” en una auténtica epopeya. Pues eso, en esta ocasión estamos ante una canción acústica, tan solo flautas y teclado, con una gracia que dan ganas de ponerse a dar saltitos cual graciosos juglares sin otra preocupación en el tarro que emborracharse junto a las cortesanas. Minuto y medio de alegre jolgorio instrumental rematados por un speech que nos marca el punto por el que va la historia y nos deja con “Eternal Glory”, temazo power de más de 7 min, que comienza como si estuviéramos marchando con el ejercito hacia el sol poniente, tambores en ristre, y pronto cambia para ofrecernos la voz de Lione relatándonos suavemente como él logrará triunfar donde otros cayeron. Di que sí. Fantásticas las líneas vocales, los pasajes atmosféricos y los ritmos a toda mecha, seguidos de un solo currado, y vuelta al estribillo. Para acabar una outro lenta instrumental. Prototipo al fin y al cabo de toda canción de power metal de más de 7 minutos, pero un gustazo para los sentidos. Como estar metido de lleno en una aventura medieval.

Y como son más chulos que un ocho, y además la fórmula lo peta, pues nos meten otra de 7 minutos, “Beyond the Gates of Infinity”. Porque las grandes historias necesitan de grandes medios para ser contadas. Una intro muy misteriosa nos lleva a un riff poderoso y pegadizo con el que empezar a armarla, donde Lione muestra sus mejores aptitudes vocales de todo el disco, deslizándose junto a una bestial y cambiante batería. Los violines siguen con sus épicas melodías y los elementos orquestales acompañan de maravilla. Nueva canción con múltiples cambios, que aunque alguno puede parecer un tanto brusco, (el de 4:22 canta que no veas) al final te encuentras con que todo está donde debería estar. La parte previa al solo te pone en situación con esos aullidos, pero es que lo que viene a continuación no es ni siquiera de libro, es algo más, es la tautología que rebate cualquier crítica. Es el vademécum de los solos. Es un solo como la copa de un pino, ¡copón! Bravo sr. Turilli, que tenga usted gloria eterna. Ah, y no he oído ningún estribillo, esta sí se sale de los cánones.

“Wings of Destiny”, balada que he tenido el gusto de tocar al piano, nos muestra las sobradas habilidades compositivas de Lione y Staropoli. El resto de instrumentos entran con el estribillo, pero la verdad es que el piano se basta para marcar un baladón. “The Dark Tower of Abyss”, entra con un pasaje de música clásica de los que gustan a la banda, que despega en un trallazo “poweroso” lleno de coros y la voz de Lione que sigue manteniendo el nivel, intercalándose pasajes operísticos y enormes interpretaciones a la guitarra y el teclado que ambientan el tema a la perfección y aportan grandes melodías. Una nueva parte hablada con mucho sentimiento a mitad del tema nos devuelve la cruda potencia del tema y un nuevo pasaje instrumental mientras Lione encuentra el momento apropiado para cantar entre el virtuosismo circundante. Y un evocativo piano para cerrar, como mandan los inviolables preceptos. Excelente.

Las olas del mar nos acarician en “Riding the Wings of Eternity”, donde nos encontramos con una intro al más puro “hollywoodiense”. La melodía vocal que sigue se interrumpe con un cambio de ritmo donde sintetizador y piano ponen los pelos como escarpias y las guitarras vuelven a mostrarse en plena forma. Aún así, el tema carece de una estructura demasiado definible, y tiene un final muy brusco que no acaba de gustarme.

La última y homónima, “Symphony of Enchanted Lands”, es el espejo en el que todo buen tema de power metal debería mirarse (la narración del principio y la tremenda duración de la canción son opcionales). Un inicio que comienza a ponerte en situación, la melodía aumentando en intensidad hasta explotar en un gran ejercicio de virtuosismo donde todos los instrumentos tienen su momento para lucirse. Enormes y poderosas melodías, tanto vocales como instrumentales, y ritmos colosales, tanto brutales como calmados. Y por supuesto, una bonita voz femenina al estilo barroco. Una canción que viene a recoger todo lo que se ha visto hasta aquí, pero elevado al cubo, que quizá pueda pecar por su larga introducción, pero pronto se remedia.

Se acabó, ¡despertad! Arriba, venga. ¿No tenéis la sensación de despertaros de un maravilloso sueño plagado de grandes aventuras, míticas luchas y la sensación de haber salvado a la princesa de turno de su amuermante reclusión en la oscura torre del abismo? ¿No tenéis la impresión de haber cabalgado en las alas de la sabiduría, más allá de los valles para derrotar al señor del caos en nombre de la justicia divina?

«Peace and love forever«

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