Al fin ha llegado el momento de hablar en Spreading the Sound de una de las bandas que más apreciamos los cuatro redactores del blog. Pese a tirar cada uno por nuestra propia rama, hay muchas perspectivas y cosas que tenemos en común. Y una de ellas es nuestro profundo respeto por la banda liderada por Mikael Akerfeldt.
A pesar de avanzar en enero que el nuevo disco de Opeth era uno de los que esperaba con más ganas, y del hecho de que se filtrase un mes antes de la salida oficial, me ha costado ponerme con el artículo. Pero bueno, más vale tarde que nunca. Para los que no estéis familiarizados con la agrupación (si es así, debéis enmendarlo ya mismo), Opeth es una banda de death metal progresivo oriunda de Suecia. Opeth es sinónimo de progresivo. Su sonido conjuga con una exquisitez infinita los riffs del death más profundo y guturales, con interludios acústicos, detalles de folk o jazz, y voces limpias.
La fórmula citada la podemos encontrar en 8 de los 11 discos que conforman la larga discografía de los suecos. «Damnation» ya supuso una experimentación momentánea en la que aparcaban por completo la brutalidad para ofrecernos un elegante esfuerzo de prog melancólico. En 2011 dividieron a su base de seguidores con la salida de «Heritage». Lo que antes solo era algo temporal aquí lo proclamaron como definitivo. Los que dudaran no tenían mas que mirar la portada del LP: Opeth dejaba de ser una banda de death metal. Personalmente yo me encuentro entre los defensores de la evolución de la banda, pero aun así considero que en el sonido global del disco renunciaron a parte de su esencia. No tenía las atmósferas propias de la banda, que por ejemplo sí encerraba el citado «Damnation».
Con la polémica servida, el debate se centraba en qué camino iba a seguir Akerfeldt de cara al futuro. Disco anunciado para 2014, muchos pedían una vuelta al sonido más duro, pero Miguelito se mantuvo coherente con la filosofía que se había propuesto seguir. Adelantó que iba a ser un álbum en la línea de «Heritage», pero más heavy, más oscuro, y que sonaría a ellos mismos. Tras numerosas escuchas puedo corroborar sus palabras.
«Pale Communion«, nombre con el que ha sido bautizado su undécimo trabajo, supone una reafirmación de lo que es Opeth en estos momentos. Si quieres disfrutarlo, hay algo que debes aceptar. No va a haber un nuevo «Still Life», o un nuevo «Blackwater Park». Esos discos ya existen, y son representativos de una determinada etapa. Puedes volver a ellos y disfrutarlos en cualquier momento. No dejes que la nostalgia del pasado te provoque prejuicios respecto al presente, pues podrías perderte algo digno de ser escuchado.
Y es que tiene mérito. Opeth es una banda que lleva sus años, y tiene un amplio catálogo. Muchos grupos a estas alturas acaban convirtiéndose en una parodia de si mismos, reciclando su propuesta una y otra vez, o simplemente desapareciendo. Ya son casi 25 años los que lleva la banda en activo, y disco tras disco nos demuestran que siguen igual de inspirados que siempre, y que aún les queda mucho por decir. Por cosas como esta Mikael Akerfeldt se encuentra entre mis artistas favoritos.
El disco arranca con uno de los dos cortes que se filtró previamente. Y menudo tema. «Eternal Rains Will Come» nos muestra a un Akerfeldt más cómodo que nunca en su rol de cantante. Me sorprendió leer que él no se considera vocalista como tal, y que de hecho en la producción de sus primeros trabajos intentaba poner su voz lo más bajo posible. Hay que ver como ha crecido este hombre, un comienzo sobresaliente en todos los aspectos.
«Cusp of Eternity» fue el single de adelanto, y el que me bajó las expectativas respecto al disco. Bien jugado. Es con diferencia la canción menos inspirada del LP, aunque tiene un solo de Fredrik Akesson con toques orientales muy interesante. «Moon Above, Sun Below», la más larga con sus 10:52, es una de las que ha crecido más dentro de mí con las escuchas. Lo mejor la voz de Akerfeldt al final, y un Martin Axenrot que demuestra un nivel sublime a las baquetas.
«Elysian Woes» es un ejemplo de que en «Pale Communion» han corregido justo lo que me chirriaba en «Heritage». Y es que aquí suenan completamente a lo que es Opeth, con sus ambientes característicos, en continua evolución, sí, pero con su esencia personal. De hecho me parece que este corte no hubiera desentonado demasiado en «Damnation». «Goblin» constituye la instrumental del álbum (el nombre es en honor a la banda de progresivo italiana homónima), y nos muestra unos teclados predominantes por encima de las guitarras. Joakim Svalberg lo borda creando la atmósfera psicodélica del corte, aunque en todo el disco realiza una labor importante. Y es que «Pale Communion» es el disco menos guitarrero de los suecos.
«River». Oh, «River». Al principio fue de las que menos me llamo la atención. Tuvo que ser porque estaba despistado, sino no lo entiendo. Esa intro arpegiada con un Akerfeldt bastante evocador al micrófono, un Martín Méndez que acompaña con la línea de bajo a la perfección, mientras Axenrot embellece sutilmente con una batería acertadísima. Y unos solos de guitarra a los que ni les sobra ni les falta una nota. No tengo una clara favorita, pero «River» es de las que más papeletas tiene.
Para el penúltimo corte se reservaron la adelantada inclusión de arreglos orquestales. «Voice Of Treason» es un tema majestuoso, en el que (me estoy cansando de repetirlo) Akerfeldt vuelve a bordarlo en el micrófono. El broche final lo pone «Faith In Others», que en su sencillez, con una atmósfera basada en el teclado, se encuentra entre mis predilectas. Es también de esas piezas que no hubieran desencajado en «Damnation».
55 minutos. Parece mucho, pero se pasan volando. Igual que en cualquier disco de la discografía de Opeth, teniendo cada uno la extensión justa y necesaria para decir todo lo que se tiene que decir. No creo que llegue a apreciarlo tanto como «Blackwater Park», «Still Life», o «Ghost Reveries», pero sí que lo pondría por encima de «Watershed». Básicamente, se nota que esta es la música que desean hacer, y a pesar de las críticas que les lluevan, van a seguir por este camino. Y yo les aplaudo por ello. Lo hagan en forma de death metal, rock progresivo, o en la que quieran más adelante, Opeth siempre nos ofrecen música que merece ser escuchada.
5 respuestas a “Opeth – Pale Communion”