Existen momentos en que, al descubrir una nueva banda, conectas de una forma muy intensa con su música, entrando en un proceso de escucha continua y profundizando rápidamente en su discografía. Esta situación los melómanos la vivimos frecuentemente, pero hay ocasiones en esos momentos resultan más intensos, dejando huella en nuestra forma de ver la música. Todos tenemos esas bandas que nos han marcado, esos discos que hemos reproducido hasta quemarlos.
Con esta introducción no pretendo poner el álbum que aquí nos ocupa a tan alto nivel. Pero sí que se encuentra entre las novedades de este año que más me han calado. Hace unas semanas leía un artículo que hablaba de un futuro documental sobre la escena musical islandesa. Conozco escasos músicos/grupos de este país, pero los pocos en los que he profundizado me han sorprendido mucho, dejándome con ganas de saber más. Y justo en este momento descubro a Sólstafir con su último trabajo «Ótta«, reafirmando aún más mis pensamientos sobre este gélido país.
Sólstafir son un cuarteto oriundo de Reikjavík, Islandia que originalmente practicaban un estilo cercano al black metal y al viking metal, pero que con los años ha ido evolucionando hasta un post-metal o post-rock desarrollado de una forma muy personal. Los integrantes que conforman la agrupación son Aðalbjörn Tryggvason (guitarra y voz), Sæþór Maríus Sæþórsson (guitarra), Svavar Austmann (bajo) y Guðmundur Óli Pálmason (batería). Desde 2011 forman parte del sello Season of Mist (por el cual ficharon no hace mucho Obsidian Kingdom, banda sobre la que he hablado también esta semana), a través del cual sacaron en 2011 el brillante «Svartir Sandar» y su última obra, «Ótta».
Una forma fácil de describir su sonido sería como unos Sigur Ros más duros y experimentales. Aunque esto sería simplificarlo demasiado, pues son muchos los matices y elementos que separan la propuesta de Sólstafir de la de sus compatriotas. «Svartir Sandar» ya fue un álbum que marcó un antes y un después en la trayectoria de la banda, encargándose «Ótta» de reafirmar su inquietud creativa y búsqueda de nuevos sonidos. Dejadme explicaros por qué con este disco Sólstafir se han colado inesperadamente entre lo mejor que he escuchado este 2014.
«Lagnaetti» es la encargada de abrir el álbum. Casi 9 minutos de pura magia nórdica, en cada uno de los segundos del tema puedes sentirte sumergido en la atmósfera, haciéndote sentir realmente en los fiordos islandeses que protagonizan el vídeo de la canción. El lento teclado construye la base de un tema al que se le van añadiendo el resto de instrumentos, sabiendo conjugar calma con pequeños aumentos de intensidad, todo ello de la mano de un trabajo realmente soberbio de Aðalbjörn a las voces. Destacar también el discreto solo de guitarra del final, acertadísimo. Post-rock, psicodelia y progresivo.
A continuación suena «Ótta», corte homónimo del LP. Duración y estilo similares a la anterior, pero con una melodía bastante diferente. ¿Soy el único que nota una cierta reminiscencia country o de folk americano? A lo mejor son imaginaciones mías, pero creo que la apariencia de la banda no se queda en simple pose. Los Sólstafir están hechos unos cowboys, pero sus desiertos visten de blanco y durante meses el sol apenas se cierne sobre sus cabezas.
Merece la pena apuntar que el concepto del álbum consiste en rescatar el modo de vida tradicional islandés, basado en el calendario solar en lugar del horario actual dividido en 24 horas, siendo más propio al ritmo marcado por la naturaleza. Los títulos son una muestra de esto. Me encanta que los grupos dejen reflejados rasgos de su cultura en lo que hacen, me parece una forma perfecta de dotar de identidad propia a sus trabajos, además de reivindicar lo propio en un mundo cada vez más homologado a determinados cánones. Un aplauso a Sólstafir por ello.
En «Rismal» el rol principal pasan a desempeñarlo desde el principio unas guitarras evocadoras. Menor duración, mayor intensidad, concediéndonos uno de los mejores momentos de Aðalbjörn al micrófono. En serio, me encanta el papel que juega su voz dentro del grupo, consigue llevar el sonido a un nuevo nivel. Me entran ganas de aprender islandés la verdad.
«Dagmal» muestra una base rítmica un poco más enérgica, aunque tampoco es difícil en comparación a los cortes anteriores. «Middegi» sigue por la misma línea, presentando un bajo más marcado y una guitarra más distorsionada, pero manteniendo la coherencia y atmósfera que encontramos en todo el álbum.
«Non» mantiene el progresivo «endurecimiento» que hemos ido viendo en estos temas, sin dejar de ser por ello un post-metal muy liviano. A media canción hay un pequeño interludio de piano que resulta delicioso, para volver a recuperar posteriormente el hilo del corte, creciendo el tema hasta al final aparecer unos licks que desembocan en un solo perfecto para terminar. «Midaftann», por otro lado, nos devuelve un teclado predominante y su faceta más ambiental y propia del post-rock, donde se mueven igual de bien.
El punto final al disco lo pone «Nattmal», el corte más largo, progresando a base de guitarras ambientales y una sólida base rítmica. Una despedida más que digna para un disco que me ha trasladado a través de sus composiciones a los paisajes de ese país perdido en el norte, que cada vez tengo más ganas de visitar. La edición especial del álbum contiene además tres bonus tracks: «Tilberi», que mantiene la esencia del resto de cortes pero dotado de una mayor intensidad, especialmente en los ritmos que se marca la batería y en la voz, más desgarrada; «til valhallar» tema perteneciente a su segunda demo (imagino que remasterizado), con el sonido propio del viking metal que practicaban en esa época; y por último un remix del tema «Ótta» a cargo de Elevator.
«Ótta» es probablemente el disco que más me ha sorprendido entre los que han visto la luz este 2014. Me he encontrado a una banda con una trayectoria que demuestra que la experimentación y la inquietud artística son los motores que les mueven, habiendo alcanzado un sonido único en ese género que cada vez me apasiona más, llamado post-metal. La semana que viene pasarán por Barcelona y Madrid durante su gira junto a Obsidian Kingdom, lamentaré profundamente perdérmelos. ¿Candidato a disco del año? No queda mucho para saberlo…
4 respuestas a “Sólstafir – Ótta”