La canción de hoy pertenece a la banda Persefone, que practica death melódico progresivo. Puede que os asombre o no, dependiendo de si estáis metidos en el tema, lo fácil que es encontrarse con bandas de este estilo, a priori tan extraño, con una calidad tan inmensa que aterroriza. Está banda procede de Andorra… y esto quizá si os sorprenda algo más, pues Andorra tiene una emergente escena de metal extremo conformada por… bueno… por dos bandas, Persefone y Nami. A eso llamo yo emergente, pero es que estas dos se bastan para sostener sobre sus hombros todo el mundo.
Lo primero que asombra de Persefone es el metal tan técnico que practican, tanto que me juego un brazo a que muy pocos podrían aprender a tocar una de sus canciones (y desde luego no daría un pimiento por el pobre batería que se enfrentara a esto). Lo segundo es que sus composiciones están plagadas de combinaciones y juegos de voces limpias con guturales al estilo Scar Symmetry. Sumando a esto unos teclados creando atmósferas envolventes y sus imprevistos pero asombrosamente hilados cambios rítmicos que parecen romper la barrera del espacio-tiempo, los hace una de las bandas extremas más exquisitas y sensibles que he catado. Los adjetivos exquisito y sensible dentro del death pueden tener tela, pero no, no estoy ido.
Como punta de lanza he escogido la canción “The Great Reality”, del álbum Spiritual Migration del 2013, para que os asombréis de la gran realidad de mis palabras. Uno de los temas más burros del álbum, plagado de dribles baterescos, rápidas guitarras quiebra cervicales, y esperados oasis, pero todo tan melódico que uno puede asombrarse con la nitidez y brillantez de cada pasaje.
Si queréis escucharos el álbum y tanta brutalidad os cansa, no os preocupéis, porque se combinan a la perfección partes complicadas, duras y melódicas, además de varias canciones instrumentales, por lo que la variedad está asegurada. Echadle un ojo, y si no ya reseñare el álbum entero y se acabó la tontería.