Toundra – IV

Toundra-IV

Llevaba esperando el cuarto trabajo de Toundra desde principios del año pasado, confiando en que viera a la luz a lo largo de 2014, pero siendo publicado al final hace unas semanas. Así enero se nos presenta con varios lanzamientos importantes a nivel nacional, como es el de Angelus Apatrida o el de los madrileños. Bautizado como «IV«, supone un punto importante en la discografía del cuarteto de post-rock. Por un lado, representa el fin del ciclo de discos con numeración romana, el cual realizaron como clara referencia a los primeros álbumes de Led Zepellin. Por otro, es el primer trabajo que no cuenta con Víctor García-Tapia a las seis cuerdas, sustituido por David Paños «Macón» (Adrift, El Páramo, Sou Edipo), lo cual se ha visto reflejado en la composición de los nuevos temas. Y por último, es el debut de los madrileños en el sello Superball, perteneciente a la importante discográfica a nivel internacional Century Media, cerrando su etapa junto a Aloud Records.

Todo lo citado anteriormente ha conllevado que personalmente me creara unas altas expectativas sobre lo que tenían que ofrecernos en su nuevo trabajo. Además a esto hay que sumarle la carga que supone que en su corta discografía ya cuenten con colosos del nivel de «(II)» (perfecto de principio a fin, sin altibajos) o «III», mi favorito. Aún recuerdo lo impactado que me dejó la primera vez que lo escuché, descubriéndolos con este disco. Y la verdad es que, a la hora de acercarme a «IV», tanto el hype como las comparaciones con sus predecesores le han hecho flaco favor. No me parece para nada un mal disco, pero si menos inspirado que los anteriores.

Destacar que, pese a no considerarlo un álbum conceptual, sí que hay un tema que conecta todas las canciones entre sí, además de con el fantástico artwork de Chelsea Greene Lewyta o el videoclip de «Oro Rojo». Un bosque, dos zorros y un incendio provocado por el hombre constituyen el escenario sobre el cual la música actúa como una más que adecuada banda sonora.

Analicemos el disco para entender el porque de las sensaciones que me ha dejado. «Strelka» es la encargada de abrir, y se desmarca un poco del estilo de cortes iniciales anteriores como «Ara Caeli» y «Bajamar». En lugar de suponer una progresión desde un inicio calmado hasta un estallido de energía, en este caso la evolución es más estable, las guitarras cargadas de efectos se van entrelazando, pero sin llegar a desatarse del todo. En la parte final es donde mejor se aprecia la influencia de Macón, con esos punteos psicodélicos que parecen extraídos de El Páramo. Un buen inicio, pero padece lo enunciado anteriormente, palidece en comparación con sus análogas, como «Ara Caeli» o «Magreb».

«Qarqom» es el tema que más ganas tenía de escuchar, pues es el más largo y los miembros de la banda comentaron en alguna entrevista que englobaba todo lo que había sido la banda a lo largo de sus cuatro LPs. Me parece un buen corte, bastante bien hilado y variado, con más garra que su predecesora, pero no a la altura de actuar como resumen de la carrera de los madrileños. «Lluvia» actúa prácticamente como interludio, no aporta gran cosa musicalmente, pero me gusta porque representa esa faceta experimental del grupo, que busca continuamente reinventarse y arriesgar. Me convenzan más o menos los resultados, la banda es coherente con la filosofía que se han marcado, y les aplaudo por ello.

«Belenos» es un ejemplo, al igual que otros cortes del tracklist, del cambio en las melodías que se ha efectuado respecto a su predecesor. Pese a que mantienen la esencia de lo que es el sonido de Toundra, renuncian a la oscuridad que predominaba en los cortes de «III». Esto se ve representado a la perfección en «Viesca«, uno de mis favoritos del disco, donde incluyen por primera vez instrumentación de viento, construyendo un tramo final intenso y bastante interesante.

En los últimos cortes es donde hallamos los dos adelantos que nos habían ofrecido para prepararnos ante lo que estaba por venir. Pese a que al principio me dejo algo frío, «Kitsune» ha ido creciendo dentro de mí, es un tema puramente Toundra, con sus característicos cambios de ritmo y progresiones, incluyendo algún que otro detalle del estilo árabe que tanto abundaba en «(II)». «MRWING» me encanta, actúa como enlace entre «Kitsune» y el corte que cierra, conectándolas a la perfección, conteniendo incluso algo de epicidad en su corta duración. El último, «Oro Rojo«, supone una despedida muy adecuada, estando sus seis minutos y medio lleno de subidas y bajadas, siendo el videoclip realizado por Ból (Jorge García, cantante y guitarrista de Adrift y El Páramo) un complemento que se ajusta muy bien a la música.

En definitiva, «IV» analizado de forma aislada es un disco bueno y lleno de matices interesantes. Entendido en el contexto de la discografía de Toundra, en mi opinión se encuentra por debajo de sus dos anteriores trabajos; han continuado reinventándose y experimentando, sí, pero con resultados que no han estado a la altura de lo que esperaba. Desde mi punto de vista creo que pueden dar más de sí mismos, y espero con ganas ver con que nos salen en su siguiente álbum. Si os interesa el grupo estad al tanto, en unos días publicaré por estos lares la crónica de su concierto de presentación en Valencia.


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