David Maxim Micic – EGO & ECO

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Actualmente, la forma que tenemos de entender la música es ampliamente diferente a la que existía hace un par de décadas. El acceso a la misma se ha vuelto mucho más sencillo y asequible gracias a los avances tecnológicos, esencialmente a la capacidad de compartir y de buscar qué nos otorga internet. Se desee o no, se está produciendo un cambio importante en el panorama musical internacional. El concepto de estrella del rock va a ser cosa del pasado, es bastante difícil que vuelva a haber bandas que ocupen el lugar de Metallica o Iron Maiden, pero ahora todos los grupos noveles cuentan con infinidad de herramientas para dar a conocer su música (o según se mire, dificultades para destacar).

Ante esto, el oyente medianamente inquieto se ve bombardeado por una cantidad de novedades apabullante. Y, a pesar de la gran variedad de influencias y de estilos existentes, las modas siguen golpeando con fuerza, como es el evidente caso que estamos viviendo estos años con el djent. Desde los países nórdicos a la India pasando por EEUU, el djent y sus guitarras de rango extendido están marcando el futuro que va a seguir al metal, o al menos en varios de sus subgéneros. De igual forma que Metallica o Pantera en su momento, Meshuggah está dejando su impronta condicionando la evolución de toda una generación de músicos.

Tristemente, el problema cuando impera un nuevo sonido es que cuesta vislumbrar la creatividad más allá de las bandas pioneras. No dudo de que esto ha sido una constante en el tiempo, pero en las últimas décadas tenemos los evidentes ejemplos de bandas clónicas que se han dado en la escena grunge, metalcore o el citado djent. Como oyente, uno tiene que hacer un esfuerzo para saber separar aquellos que sólo siguen la corriente, de aquellos que realmente quieren aportar algo propio y diferente.

Este texto además lo escribo siendo seguidor de múltiples grupos de esta nueva oleada de bandas de progresivo, por lo que no es una crítica a la escena en sí, sino a lo tóxicas que pueden ser las modas para la música como arte. Y dentro del djent, además de las bandas pioneras del movimiento, este último año he dado con tres músicos que, alejados de cualquier aproximación comercial, hacen música por el amor a la misma, sin ponerse ningún límite creativo. Ellos son el guitarrista australiano Plini, el polaco Jakub Zytecki, y el que aquí nos ocupa, el serbio David Maxim Micic.

El joven músico de Belgrado ha publicado este verano un par de EPs conceptuales, “EGO” y “ECO”. El primero representa el hecho de componer para satisfacer las inquietudes musicales propias, su ego como músico, mientras que el segundo es componer música por el hecho de hacerlo en sí mismo. Como bien cierra el EP, “Music for the sake of music”. Anteriormente había publicado tres trabajos en solitario, pertenecientes a su proyecto “Bilo”, conformados en su mayor parte por temas instrumentales (“Bilo 3.0” es una verdadera joya), y uno con su banda Destiny Potato, “Lun”.

“EGO” es un buen EP pero a grandes rasgos me deja algo frío si lo comparamos con otros de sus trabajos. Cuatro cortes y un total de 22 minutos, en los que podemos encontrar abundantes riffs de estilo djent con partes más ambientales, arreglos orquestales con su toque característico, un solo de toque jazzístico cortesía de Nick Johnston y una contribución vocal de Vladimir Lalic en “Disorder” que no dejará indiferente a nadie.

“EGO” está bien. Pero “ECO” es una verdadera obra de arte. Es de esos discos que una vez los has escuchado no vuelves a aproximarte a la música de la misma forma, que  necesitas escucharlo una y otra vez para perderte en los mil y un matices que lo integran. “ECO” ha redefinido para mí lo que entendía por ecléctico. Es un trabajo en el que una pieza de piano se da la mano con metal, electrónica, djent, post-rock, todo con una coherencia intachable y con una capacidad emotiva abrumadora. Tal vez “ECO” no sea estrictamente un disco de metal progresivo, pero define por completo lo que yo entiendo al hablar de música progresiva: no hay limitaciones, solo las que tú quieras ponerte.

Desde el momento en el que le di al botón de reproducir y comenzó a sonar “Universe in a Crayon” supe que estaba ante algo enorme. La sensibilidad contenida en cada una de las notas de ese piano es increíble, igual que la forma en que va creciendo junto a los arreglos orquestales.

Satellite” es brutal por tres razones. Los cuidadísimos arreglos instrumentales, desde el teclado a la batería (programada, igual que el bajo, sonando aun así ambos de forma envidiable) pasando por los punteos de guitarra ocasionales de fondo. El trabajo que hace al micrófono Dan Wieten, de The Omega Experiment, una voz potente pero melódica, por momentos veo influencia de Devin Townsend, o de Haken. Aunque esto último quizás solo sea sugestión del tercer motivo por el que este corte es enorme: el precioso solo de guitarra que se marca Richard Henshall de Haken.

Hay que destacar también la gran labor que realizó Aria “She paints with blood” con ambas portadas, simplemente impresionantes. Captan a la perfección la esencia de cada uno de los trabajos. Sin duda una artista gráfica a la que merece la pena seguir la pista

El momento más sorprendente del EP probablemente sea “500 Seconds Before Sunset”, en el cual David se inspira obviamente en Tycho y su electrónica ambiental, que a pesar de sus más de ocho minutos de duración, se hace corta. “The Flock” cuenta con la colaboración de la cantante de trip-hop Scampi, conformando un corte relajado e hipnótico que cuando menos te lo esperas te saca una sección djent muy acertada, con solo de violín eléctrico de Shravan Sridhar.

Voda” actúa como interludio puramente post-rock, que tras alcanzar su intenso clímax da paso al tema más épico del corta duración. Pues no hay mejor forma de acabar el disco que como lo hace con “Stardust”: una contribución muy adecuada al micrófono de la vocalista de electrónica Miyoki, un brillante solo de Plini, la joven promesa australiana, y una instrumentación sencilla pero que se serviría por sí sola para sostener el que es un tema redondo.

Un par de EPs de escucha obligada, aunque a mi parecer la calidad entre ambos está ampliamente desequilibrada a favor de “ECO”. No puedo recomendarlo suficientes veces. David Maxim Micic debería de ser un ejemplo para todos aquellos artistas que desean crear por la propia necesidad y placer de hacerlo. Ni más, ni menos

Music for the sake of music

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8 respuestas a “David Maxim Micic – EGO & ECO

  1. 500 Seconds Before Sunset es algo más que una inspiración en Tycho…el loop es un calco al de la canción See. Por cierto, felicidades por el blog. Me estáis dando a conocer buena música como Plini y eso que hace sólo media hora que os leo. Adelante!

    1. Muchas gracias por el comentario! Plini es un genio y promete llegar bastante lejos, sus EPs son imprescindibles, y sus colaboraciones con otros músicos siempre una delicia 🙂

      No sabía lo de «See». De Tycho me he escuchado sus dos últimos discos pero muy por encima, va siendo hora de que profundice en él como toca!

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