Después de varios meses de viajes y multitud de historias para no dormir… no, no me he vuelto loco. Hace unos días saltaba la noticia del lanzamiento de un disco de rock progresivo por el Papa Francisco. Así, se podría considerar a priori un hito importante para la escena prog, ya que la mayoría de la gente sigue despreciando esta música por su complejidad.
El disco, que saldrá a la venta el próximo 27 de noviembre, ha llevado a la pura incredulidad a muchos, pensando que se trataba de uno de tantos virales que sólo pretenden buscar la risa fácil y rápida. Titulado «Wake Up!», cuyo single tiene el mismo nombre, se presenta como un acercamiento a un público más jóven y moderno, y en el cual cada composición estará relacionada con oraciones y discursos del propio Papa Francisco. Demasiada modernidad en la iglesia en los últimos tiempos, ¿no creéis?
La pieza en sí es una balada emotiva, con un sonido bastante moderno y depurado, incluso pegadiza. Con algunos cambios de acordes interesantes, mezcla arreglos de guitarras distorsionadas con teclados y trompetas, que recuerdan indiscutiblemente a lo sagrado, habiendo trozos que incluso recuerdan a Porcupine Tree o al metal progresivo de los últimos años.
Sin embargo en tiempos donde el sensacionalismo en la prensa es el pan de cada día de tantos periodistas, la noticia se cae por su propio peso. A manos del director artístico Giulio Neroni, y con colaboraciones de músicos como Tony Pagliuca, conocido en la escena prog italiana de los 70’s por ser miembro del grupo Le Orme, este primero se distingue por haber editado y producido multitud de discos de música sacra y de papas anteriores.
Así que, realmente, no hay nada nuevo. Ni el Papa ha compuesto nada, ni la noticia es lo que parece. Sin embargo, en un mundo donde la viralidad es totalmente imprescindible a la noticia, todo esto es posible. Por eso, digo yo, que podemos estar agradecidos, porque al menos, algunos de nuestros amigos pueden empezar a ver la música progresiva (aunque este disco sea un prog un tanto light), no como algo raro, sino como algo mínimamente interesante.