1975 fue un año para el recuerdo. El caudillo se iba a criar malvas envuelto en una lenta y penosa agonía; Queen, al igual que los hermanos Marx, nos invitaba a una electrizante noche en la ópera; y cómo obviar lo que nos trajeron Led Zeppelin por aquel entonces. Yo tuve que obviarlo, obviamente, valga la obvia redundancia, porque aún me faltaban algunos lustros para nacer, pero visto lo visto y oído lo oído estoy seguro de que no pasó desapercibido… al fin y al cabo, son los zepelines.
El susodicho asunto que nos trae entre manos no es otro que el Physical Graffiti, considerado uno de los mejores álbumes de Led Zeppelin. Pero vaya, que como hoy es domingo, y los domingos toca canción de la semana, pues tendremos que aguantarnos solo con un tema. Aunque podéis darle cera a todo el disco, no hay ninguna ley divina ni humana que os lo impida. Y la canción que he elegido es una de las más famosas de Zeppelin… no quiero decir que por ser más famosa haya de ser mejor… aunque en este caso sí, y esa es «Kashmir».
Kashmir podría decirse que es la canción “rarita” del álbum, no por ser más larga, pues hay otra que la supera, sino por su aire místico que te atrapa durante toda su duración, además de sus arreglos orientales, magníficos y con un buen gusto sobrenatural… por supuesto, a eso se le añade la ya consabida potencia y gracia de todas sus composiciones y la bluesera voz de Plant, que se despacha a gusto y muy cómodo al cantar, y ya tenemos la canción distintiva del álbum.
Otras hay de gran calidad, pero no que me despierte tanto “grafitismo físico” (signifique lo que signifique) como esta. Y ahora sí, me despido, no sin volver a recomendar todo el álbum, que aunque no llega a superar a sus grandes cuatro predecesores, sí contiene temazos de alcurnia como «In My Time of Dying» o «Houses of the Holy», para siempre en la historia del rock.