Como las notas alteradas de la música jazz, que se deslizan sutilmente sobre la melodía, la canción de esta semana es otra de esas notas discordantes que dan color a Spreading The Sound.
«Say say say«, una canción sacada como EP y segundo tema del Pipes of Peace de Paul McCartney (1983), es una de esas canciones que aparecen de repente en la vida de uno, se marchan como alma libre y vuelven otra vez para pasar un tiempo con nosotros.
O al menos eso me ocurre a mí con muchas canciones. El caso es que tras la muerte de David Bowie he estado siguiendo muy de cerca su figura y su música, pero por alguna razón me acordé de esta canción de Paul McCartney y Michael Jackson. Así que pensé que podía hacer un pequeño artículo homenaje a Michael Jackson, ya que junto a McCartney o Bowie, logró impulsar las artes en todas sus múltiples ramificaciones a un nivel superior, marcando hitos en la sociedad y cambiando la cultura occidental para siempre.
Vidas que han sido torturadas por mujeres, por el whisky, por la verdad encontrada en el humo de un cigarrillo o en las drogas psicodélicas; placeres inefables que en determinadas almas logran la superación de unos umbrales creativos alcanzando la transcendencia y, de paso, contribuyendo enormemente a la humanidad, en general. En estos pensamientos andaba yo pensando cuando seguía investigando por la vida de Michael Jackson que, aunque ya tenía cierta idea, hizo que me estremeciera aún más. Una persona que convirtió su vida en arte, y que esta lo rechazó de la manera más cruel posible; el abrazo de la muerte tras años de injurias, mentiras e infamias, que le llevaron de ser uno de los máximos protectores y defensores de los niños a pasar a ser un monstruo devorador. Y lo peor de todo, tras su muerte, el niño que lo inculpó acabó contando la verdad. Tan triste como doloroso.
Pero pasemos al tema en cuestión. Un tema que si bien podría pasar por ser uno más de los 80’s me parece que es uno de los gran olvidados. Una mezcla entre el pop característico de ambos cantantes con una influencia de una creciente escena disco y funky de la época que dan como resultado el sabor de un caramelo musical difícil de quitarse. Una canción con un tono dórico que genera sosiego y tranquilidad, y al mismo tiempo desenfado, que junto al video musical consigue arrancarnos una sonrisa y nos hace sentirnos felices de poder disfrutar de la magia de estos desdichados músicos, de la magia de la música.