
Autor del que fue el álbum que más me impactó de 2015, “ECO”, me parecía necesario traer de nuevo a Spreading the Sound a David Maxim Micic en estos días en que sus trabajos han estado presentes en mi dosis diaria de música. El joven guitarrista serbio pertenece a esa horneada de músicos que, cogiendo la influencia de formaciones pioneras de djent como Periphery o TesseracT, está sabiendo conjugarlo con un toque propio lleno de influencias distintas que dan como resultado una propuesta rica y variada, demostrando que la escena está dispuesta a evolucionar y trascender las fronteras imaginarias entre géneros. Al decir esto es fácil que todos pensemos en ese grupo de guitarristas que comparten estos rasgos, en el que destacan nombres como Plini, Jakub Zytecki o Sithu Aye. Una técnica muy pulida, una filosofía de trabajo puramente Do It Yourself, colaboraciones constantes y una mentalidad trasgresora a la hora de afrontar sus composiciones son las claves a tener en cuenta para entender a lo que nos enfrentamos.
David ha estado muy vinculado a la música desde su más tierna infancia. Comenzó a romper mano con el Cubase realizando sus primeras grabaciones a la sorprendente edad de 5 años. Sus inquietudes fueron tempranas, comenzando con la batería para más tarde dar paso al piano y la guitarra. Productor autodidacta, pero como guitarrista llegó a estudiar en Berklee, aunque no llegara a finalizar sus estudios. Además de sus proyectos personales o sus apariciones en los trabajos de otros músicos, hasta no hace mucho se dedicaba a componer música para anuncios o bandas sonoras entre otras cosas, bajo un pseudónimo desconocido para mantenerlos totalmente desvinculados de aquello que realiza con la expresión artística como único objetivo.
Sus proyectos podemos separarlos entre el que tiene en solitario y su banda junto a Aleksandra Djelmas (voz), Milan Jejina Yeqi (batería) y Vanja Andrijasevic (guitarra y bajo): Destiny Potato. Personalmente, es el primero el que más me interesa, en el cual la experimentación y la fusión marcan el desarrollo de una discografía que va madurando y perfeccionándose progresivamente. Como solista además de sus discos de la serie Bilo (hasta ahora lleva tres publicados) y de la pareja de EPs “EGO” y “ECO”, justo ayer subió a su canal de Youtube su primer remix como e-ovation, a través del cual va a explotar su faceta más electrónica, en su versión más melódica y comercial guiándonos por lo visto hasta ahora.
Cuando hablo de fusión a la hora de referirme a la propuesta de David no lo hago en vano. Su estilo se puede resumir como una mezcla entre el metal progresivo de Dream Theater, con abundantes melodías de teclado videojueguiles y una guitarra claramente deudora (en sus primeros EPs en exceso) de John Petrucci; pasajes que fácilmente te traerán a Devin Townsend a la cabeza, desde el del magnífico “Ocean Machine” al de sus trabajos más livianos; estructuras y jugueteo con arreglos de electrónica propios de Animals as Leaders; inclusión de melodías que, aún sin ser precisamente conocedor de ella, me hacen pensar en la música tradicional de Europa del este; y por último, todo aderezado con una producción moderna y altas dosis de djent.
Adentrémonos en su discografía comenzando con los distintos lanzamientos de Bilo. Por los nombres de los cuatro temas de “Bilo EP” (2011) se deduce que no fue concebido inicialmente como algo que se vería expandido en el tiempo con futuros trabajos. Cuatro partes que funcionan como semilla de algo que. de germinar, será prometedor. Riffs memorables, un sentido de la melodía totalmente envidiable o narraciones como la de Demian en “Bilo Part II” que dotan de profundidad a la música (gran seguidor de Hermann Hesse aquí presente). El componente djent hace que sea un trabajo perfectamente encuadrable dentro del género, pero no empantana lo que es claramente un músico en plena búsqueda del sonido propio. En “Bilo Part I” encontramos algo que es una constante en los EPs de la serie, la colaboración con solos invitado de Jakub Zytecki, el prodigioso guitarrista polaco de Disperse. “Bilo Part III” sabe conjugar la faceta electrónica y la sutileza de la más simple de las melodías con una guitarra rítmica sólida y una solista arrolladora, que derrocha técnica y musicalidad al mismo tiempo que posee un tono delicioso. Otro elemento que me fascina es el uso de las voces femeninas, de tendencia mística y evocadora, ejecutadas por Aleksandra Radosavlievic, otra colaboradora frecuente.
A “Bilo 2.0” (2012) me costó más pillarle el punto, pero una vez se lo encontré me pareció un trabajo mucho más logrado. A nivel de producción y de sonido en general supone un clarísimo paso adelante, sonando más compacto y definido. A nivel compositivo, las ideas parecen tener un objetivo más claro, y se le nota más suelto a David, explorando más ideas y caminos con los que llegar a ellas. “Electric Fields” es una intro brutal, creando una atmósfera en base a melodías de teclado, guitarra y arreglos electrónicos que a mitad da un cambio que le da intensidad a costa de perder el carácter evocador. “Rise and Shine” tiene algunos de los mejores licks y riffs que nos ha ofrecido David hasta ahora, y Jakub demuestra que con cada solo que aporta lo hace mejor, estando cargados de feeling y mostrando un gran gusto a la hora de adaptarse a la música en la que colabora.
“Along For A Ride” arranca con un riff que por su estructura y su tono es reminiscente de la banda de Tosin Abasi, mientras que los punteos posteriores tienen ese toque jazzístico que recuerda a la forma de tocar de Sithu Aye o Plini. Al escuchar la trilogía de Plini encuentro influencia de David aun siendo coetáneos, tanto en la guitarra solista como sobre todo en que ambos disfrutan del aire conceptual de repetir melodías de cortes diferentes en sus distintos discos y reinventarlas. Si juntas en una coctelera a Dream Theater, Devin Townsend y Periphery te sale “Strange Night”, tema con el mejor solo de guitarra de David hasta la fecha. “Mbinguni Amina” demuestra el gusto que tiene por incluir un deje de música tradicional en sus composiciones, mostrando de nuevo lo mucho que bebe David del tito Devy y recuperando para la ocasión parte de lo narrado en “Bilo Part II”.
Y con “Bilo 3.0” (2013) llegamos al que es por ahora el último trabajo publicado de este proyecto, aunque a su sucesor no le quedará mucho para ver la luz. De los tres, es sin duda el trabajo más compensado y cohesionado, demostrando que la brillantez de la que hace gala David Maxim no deja de madurar disco tras disco, sabiendo centrar en algo más concreto la gran cantidad de ideas que muestra con cada nuevo lanzamiento. Un corte introductorio orquestal quizás no tan efectivo como el de “Bilo 2.0” pero si más nivelado y trabajado. “Where is Now?” recupera la melodía vocal de “Bilo Part IV” y la emplea de una forma más acertada (esta melodía volvería a verse en “Love Song” de Destiny Potato), Larissa Terescenko nos regala un solo de violín para deleitar nuestros oídos, los coros y Vladimir Lalic nos vuelven a hacer pensar en nuestro calvo favorito, y Jakub Zytecki no cesa en su empeño de hacer colapsar el universo llevando al límite a su guitarra.
“Smile” podría haber sido uno de los mejores temas de la discografía del músico serbio, pero su intento por abarcar demasiado le impide lograrlo. Aun así es uno de los temas que más he quemado a base de reproducciones. Aleksandra Djelmas canta como nunca, con ese registro «duro pero suave», los riffs son buenos y pegadizos, y el punteo previo al último estribillo (que vuelve a aparecer en “Nostalgia”) suena cargado de emotividad. Tristemente la parte en que canta Vladimir Lalic me resulta de un avantgarde bizarro y fuera de lugar, de la misma forma que el solo de Jeff Loomis, descontextualizado, un pegote al final absolutamente innecesario. En “Wrinkle Maze” por otro lado Peer Nilson nos da de forma camaleónica una lección de saber hacer y adaptabilidad a lo que pide la música. “Daydreamers” es un cierre largo, ensoñador y épico.
La primera vez que escuché a Destiny Potato no consiguió entrarme, me puse «Lun» (2014) y a la altura de “Take a Picture” tuve que quitarlo, pues ese aire tan edulcorado y popero en la voz (en este corte medio rapeado) me tiraron para atrás. La voz de Aleksandra Djelmas me gusta, pero las líneas vocales y las letras de primeras no me cuajaron. Mucho tiempo después volví a darles una oportunidad, y el sentimiento ahora es agridulce. Son capaces de crear canciones de bastante calidad, como la pegadiza y con buen riffage “Indifferent”, “Machine” con su aire al “Ghost” de Townsend, la popera en el buen sentido “Walls of Thoughts” o “Addict” y sus ritmos complejos y dramático solo; pero sigue habiendo partes que ya sea por un motivo u otro no consiguen calarme. Sigo pensando, viendo la carrera en solitario de David, que aunque disfrute de algunos temas de su único álbum hasta ahora, su banda principal podría dar para mucho más de sí. Ya veremos en futuros lanzamientos.
Sobre sus obras más recientes, “EGO” y “ECO”, no voy a extenderme, pues podéis leer aquí el amplio artículo que hice sobre ellos. Pese a hablar de ellos aparte, en “EGO” podemos encontrar claras referencias a partes de “Bilo 3.0”. Y con la perspectiva de las múltiples veces que me he escuchado su discografía y el tiempo transcurrido, mi opinión sobre “ECO” no ha variado un ápice: es una verdadera obra de arte, el eclecticismo hecho álbum, un disco hecho exclusivamente por el amor que siente David por la música. Los solos virtuosos y la complejidad en los riffs desaparece, preocupándose más del aspecto compositivo a nivel global que del guitarrístico. Sin duda es en el que su estilo consigue cristalizar, donde sus variadas influencias consiguen converger en un punto en el que su sonido alcanza la identidad propia. Sigo impresionado que un disco en el que hay una pieza delicada de piano y orquestación, djent, o electrónica al estilo de Tycho, pueda fluir con tal naturalidad. Imprescindible, todos deberíais escucharlo.
Por suerte para sus seguidores, el estar quieto es algo que no entra en la filosofía de David, así que ya sea en solitario, con Destiny Potato o con su recién estrenado proyecto de electrónica, no tardaremos en tener algún nuevo trabajo suyo. Y en Spreading the Sound estaremos encantados de escribir sobre él una vez más.
3 respuestas a “David Maxim Micic y la música como fin en sí mismo”