Canción de la Semana: Mephistopheles’ Return

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1827, Viena. Las ascuas de un extinto fuego crean una tenue penumbra en la habitación de un segundo piso, secundada por la mortecina llama de una vela casi consumida. La pluma de Beethoven dibuja los últimos trazos de la que será su mayor obra, la Décima Sinfonía. Pero por un giro del destino –quien aparece literalmente en el cuarto– el compositor descubre que jamás volverá a contemplar una puesta de sol. Un nuevo invitado, Mephistopheles, aparece para reclamar su alma. No obstante, la redención se le presenta a nuestro anfitrión en forma de dilema: su alma será restituida a cambio de que toda su música sea borrada de la faz de la tierra y caiga en el más profundo olvido. Un trato a todas luces injusto, pues no se considera merecedor de tan infame destino, que amenaza con acabar con la memoria de un genio y el trabajo de su vida… y por si fuera poco, el romanticismo de la historia va a acabar conmigo. A todo esto, parece que todo grupo sinfónico deba hacer al menos una historia basada en el mito de Fausto para que le tomen en serio… es como un certificado de autenticidad de banda.

En fin, señoras y señores, esta bonita historia forma parte del álbum conceptual/ópera rock “Beethoven’s Last Night” (2000), de la Trans-Siberian Orchestra, un proyecto formado en 1996 por Paul O’Neill, Jon Oliva y Robert Kinkel, consistente en los miembros de la banda Savatage junto a una orquesta, cuyos primeros álbumes versaron sobre la Navidad con piezas clásicas con arreglos de rock sinfónico y progresivo, y adquirieron rápidamente mucho más reconocimiento que en su anterior estatus, algo completamente injusto pero lógico, y es que esta época del año parece que vende lo suyo. En este contexto se enmarca este álbum, que por otra parte es el primero que no trata el tema navideño, y la canción elegida para hoy es «Mephistopheles’ Return», donde el diablo vuelve a tratar con Beethoven tras un tiempo de reflexión en el que este considera y rehúsa el abusivo pacto.

El personaje de Beethoven que canta en esta canción lo interpreta Jody Ashworth con su impresionante voz de bajo operístico, un completo desconocido para mí que se ha dedicado sobre todo al mundo de los musicales, pero que sí sé que participó en el anterior álbum de TSO. El tema es un clara influencia del sonido más sinfónico de los últimos álbumes de Savatage. Podemos ver por ejemplo la tremenda polifonía de coros que se forma a mitad del tema, uno de los mejores momentos, reflejo del apoteósico final de la canción “Chance” del Handful of Rain, donde se llegan a superponer cinco líneas vocales simultaneas. Igualmente, el omnipresente piano de Jon y la triste melodía que dibuja nos recuerda a las grandes baladas de Savatage, en especial a “This Isn’t What We Meant” o “Not What You See”, y complementa de forma magistral a la voz y al resto de instrumentos.

Esperemos que os haya agradado el tema y que no estéis molestos porque la banda tenga la palabra “orchestra” en su nombre y haya elegido un tema precisamente sin ningún instrumento orquestal, si no contamos los coros… casualidades. Siendo sincero, pese a que siempre he tenido un poco de tirria a TSO por haber provocado un larguísimo hiato en una de mis bandas preferidas, Savatage, de igual manera he de reconocer su valor y este increíble disco que es «Beethoven’s Last Night», y que haríais bien en escuchar si gustáis de la música clásica, el rock sinfónico y en general de la música grandilocuente.

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