Ulver – Shadows of the Sun

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Te han echado del trabajo de forma injustificada. Tu pareja te está puteando, supones que también de forma injustificada, aunque no ha quedado muy claro en la discusión. Has tropezado en la piscina, rompiéndote en varios trocitos uno de tus huesos preferidos, ese con el que has compartido tantos preciados momentos. Llegas a casa y necesitas algo que te impida convertir los muebles en astillas a mazazo limpio, que por otro lado son tuyos y tampoco te hace especial ilusión destrozarlos. Tranquilo, te pones el «Shadows of the Sun» de Ulver y te olvidas de todos tus problemas. Seguirán estando ahí al cabo de una hora, pero nada es perfecto en este imperfecto mundo.

No siempre ha sido así, ni mucho menos. Hubo un tiempo en que el folk black era una realidad palpable. Y ni siquiera entonces era todo así. Se podría decir que Ulver ha sido uno de los grupos más variados y experimentales de la historia, para la menguante alegría de los trues más irredentos. A estas alturas estaréis esperando un poco de contexto, me imagino. Vamos con ello. Pues resulta, miren ustedes, que todo comenzó con un agradable paseo por los bosques noruegos. Tras un par de discos, el «Bergtatt» y el «Kveldssanger» –ya alejados de los estándares–, en que el acusticismo y el folk se fundían de fábula maravilla con un sonido más blacker, un tercer LP conocido como «Nattens Madrigal» nos trajo su faceta más cruda y bestia. Y ahí acabo la primera parte de la historia.

La siguiente parte nos llega con un «Themes from William Blake’s The Marriage of Heaven and Hell» en el que toma parte la experimentación a lo bruto, y el que quisiera más black, pues ajo y agua. Un álbum por cierto que tampoco me cayó muy en gracia, ya que mi reacción, al igual que seguramente la de aquellos que lo escucharan en los noventa, fue ojiplática al cien por cien. Una mezcla de ambient, electrónica, rock progresivo, avant-garde y qué sé yo, que alcanzó en mi opinión una mayor consistencia en su siguiente LP, el «Perdition City», todo un discazo con una atmósfera  propia muy retro-futurista, que bien te podía llevar de la mano con el mismísimo Al Capone que a un ambiente a lo Blade Runner. ¿Qué nos queda después de esto? Pues otra vuelta de tuerca más a su sonido con el «Blood Inside», un nuevo mundo experimental donde el jazz, el rock progresivo y el clasicismo se mezclan para formar una nueva obra maestra, rodeado por un par de trabajos de bandas sonoras de corte más minimalista.

Y con estos precedentes afrontamos el «Shadows of the Sun», uno de mis discos preferidos de su época posterior al black. El disco se nos presenta como un todo en el que la distinción entre temas se hace innecesaria. Veámoslo en los tres primeros. “Eos” es la introducción, el tema que nos mete de lleno en el sonido del álbum: la naturaleza, la tranquilidad, la paz. Tan introductorio es que no tiene ningún tipo de percusión, simplemente el oscuro canto del señor Rygg (Garm), y las atmósferas de theremín y cuerdas, aportándonos una calidez que se encargará de perfeccionar “All the Love”, donde se introduce ya la percusión, más una trompeta que deslumbra y sorprende por lo inesperado, y un piano cuyas notas oscurecen lo que parecía un tema casi alegre (¡si es que hasta tiene cascabeles!). “Like Music” asume la responsabilidad de acabar la casa por el tejado y dejarnos claro que aquí no vamos a escuchar nada que hayamos escuchado en discos anteriores, y de cuál será el rollo del álbum, aunque para no engañaros, yo aún no lo tengo claro… ¿Es depresivo? (las cuerdas… ¡las cuerdas!) ¿Es tétrico? (esas guitarras sin orden ni concierto, válgame Lucifer) ¿Es bello?… dejémoslo en eso, que si no no acabamos.

Más o menos por aquí es cuando el oyente estará con la boca abierta por muy distintas emociones, víctima de los muy variados insectos que acechan el momento ideal para deslizarse hacia ella y darnos por culo. Los detalles que pueblan el álbum, los distintos instrumentos, la delicadeza y aparente fragilidad ya ha calado hondo. “Vigil” sigue la senda y no da motivos de debilidad, más bien aúna todo lo que hemos visto y le da fuerza, comenzando por un inicio en el que varios sonidos electrónicos arbitrarios similares a los de “The Future Sound of Music”, del Perdition City, dan paso al piano. Atentos al pasaje coral donde Rygg nos desgarra con una voz tan grave que casi parece que vaya a desgarrar el tejido del universo. Si bien ocurre durante todo el álbum, aquí su tono barítono se hace más patente en el contexto de una ambientación alucinógena e inmaculada. En “Shadows of the Sun”, la canción homónima, nos sorprende una maravillosa y preciosista melodía de piano acompañada de una delicada batería que le va al pego, y en “Let the Children Go” el impresionante comienzo in crescendo que mezcla diversos elementos y sonidos sin ningún orden aparente y de la forma más discordante posible junto a la enjaulada voz de Rygg y que, de golpe y porrazo, te lanza una sección de trompeta porque ellos lo valen.

Solo queda la recta final, y en ella tenemos una sorpresa, una cover de Black Sabbath, “Solitude”, por supuesto adaptada al estilo del álbum, y si la canción original no es que fuera muy movida, el asunto se torna aún más narcótico si cabe. “Funebrae” es, al igual que muchos otros, un tema tétrico y depresivo, cuyo componente de delicadeza y preciosismo es servido por el piano con notas sueltas colocadas en el lugar y en el momento adecuado. Y “What Happened?” hace honor a su nombre intentando resolver nuestras dudas sobre lo acaecido durante la última hora, intentándonos llamar desde la lejanía usando varios de los recursos que encontrábamos en el primer tema, “Eos”, como las melodías arrastradas de violín y las atmósferas.

Ha acabado. Abrimos los ojos y comprobamos que el mundo sigue girando y nada ha cambiado, salvo nuestra comprensión sobre la música de Ulver. Quizá nos sintamos emocionados, tranquilos o aburridos, pero si algo es evidente es que no estamos indiferentes. Ríos de críticas le han caído al «Shadows», muchas de ellas negativas, y ese es uno de los motivos por los que lo he reseñado, aparte de que sea de mis favoritos. Se puede entender que el disco se haga monótono o que en ocasiones la composición no tenga un horizonte claro. Por mi parte solo puedo recomendar escuchar el álbum con la tranquilidad que merece para desentrañar toda lo belleza que puede dar la música de los noruegos en cualquiera de sus vertientes.

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