Jon Anderson/Roine Stolt – Invention of Knowledge

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Mis compañeros de Spreading The Sound deben de estar de enhorabuena con un servidor; de haber rehusado al arte postmilenio a publicar continuamente sobre las producciones de este creativo 2016.

Y tampoco es que haya sido algo premeditado. Los giros de la vida a veces me llevan a mirar por esas ventanas del hoy, en ese barco en el que navego por los sonidos de la nostalgia y del pasado. Y así, me he encontrado con un monumento, contradictariamente anacrónico, a las resonancias predominantes del siglo XXI. Una especie de redescubrimiento de la belleza, de carices renacentistas, que logran transmitir los valores de una belleza antagónica, alejada y oscurecida, de la mano de Roine Stolt (The Flower Kings, Transatlantic) y de la voz de Jon Anderson (Yes).

La Invención del Conocimiento, lanzado el día 24 del pasado junio, un trabajo cuya idea surgió de la colaboración de la banda de Stolt con Anderson en 2014 tras tocar varias canciones de Yes, debería suponer un hito fundamental, una piedra guía, en el futuro del rock progresivo. Con una sonoridad que sigue los ideales de la belleza y estética platónicos y aristotélicos, se muestra como una obra armónica, alegre y épica. El disco que Yes nunca compuso, o cómo el progresivo, en general, debería de haber evolucionado. Una obra, donde el predominio de Anderson nos lleva a la esencia de Olias of Sinhollow, cuya modernidad y melodías son llevadas a otro nivel por Stolt. Maestro creador y alumno seguidor, unidos bajo un mismo estandarte.

Con un marcado carácter épico, nos embarcamos en un viaje a la psique humana y a la unión con el todo, puras reflexiones del mismo Siddhartha que inspiró aquel monumental «Close to the Edge«, en el año 1972. Una mezcla de estilos, pues, de las sonoridades de la época dorada y mística de Yes, del risueño canto de Anderson y la creación de universos mágicos, con el influjo del progresivo más puro actual, de la mano de Stolt. Pasado y futuro, moderno y clásico, rockero y orquestrado, una vuelta a los cánones estéticos de los años 1970. Y es que Stolt tenía todas estas ideas en mente cuando propuso a Anderson hacer una colaboración, ya que, como muchos, vemos que la música actual se ha gotificado, barbarizado, y requiere de un Neorenacimiento.

Sin más, «Invention of Knowledge«, se erige como un álbum conceptual de cuatro temas principales, desgajándose a lo largo de un poco más de una hora; un viaje musical que requiere de una escucha activa, cuya intención es la contemplación de la naturaleza y la liberación corpórea del alma para observar nuestro entorno. Palabras e ideas que vienen dadas de la pluma de Anderson y que, sin embargo, para los que no somos angloparlantes de nacimiento, podemos intuir a lo largo de la escucha de este álbum sin ser previamente avisados. Una belleza kantiana en toda regla.

La primera de las suits, que da nombre al álbum, nos traslada al amanecer del día -«Invention»– junto al arroyo, al comienzo de nuestro periplo. Una orquestación ciertamente barroca en cuanto a la enorme cantidad de sonidos y arreglos que acompañan y decoran la voz de Anderson, que inevitablemente nos recuerda a Yes y a Genesis, van tensionando las harmonías para llegar a clímax verdaderamente épicos donde la guitarra de Stolt sirve de contrapunto a la sabiduría que se encuentra bajo las letras de Anderson. Revelaciones y reflexiones, se unen a la confusión mental que se funden, un tema que va creciendo para formar «We are Truth». Sonidos orientales que nos llevan a las concepciones filosóficas del Yo humano más profundo y, a la vez, universal. «We are Truth made in Heaven, we are glorious». Texturas que llevan de la verdad al conocimiento, con «Knowledge», donde la atmósfera épica de la suit llega a su clímax, al volver a temas melódicos de la primera parte. Un colorido oleaje sonoro, con sus altos y bajos, que hacen resonar las emociones más profundas al reaccionar con la grandeza de la música.

«Knowing», cuya primera parte nos recuerda al más luminoso Yes y a la creatividad artística de Olias, nos lleva a una de las melodías más recurrentes del viaje de este álbum. Con una sonoridad muy similar a la primera parte del álbum, la parte instrumental cobra protagonismo frente a la de Jon Anderson. La canción va creciendo a medida que se le añaden nuevas voces, pianos, guitarras, trompetas y una coral dirigida por Anderson. Una suerte de melodías y harmonías cautivadoras que nos llevan al éxtasis con «Chase and Harmony». Con un sonido más cercano a Stolt, la multitud de florituras que se entremezclan en el cosmos de la suit, convergen para dar paso a varios solos épicos. Una Suite que es difícil de definir en cuanto al estilo, pues, en ocasiones, se acerca a sonidos más modernos, orquestales y sinfónicos, en los que se retratan las influencias más profundas de Roine Stolt, que se funden a la perfección con las ideas y melodías de Jon.

La tercera de las suits, «Everybody Heals«, es la llegada al templo, a la contraposición del espíritu con la divinidad. Una especie de mezcla de los anteriores dos temas, que los llevan a un estado superior. Influencias jazzísticas en harmonías y en los pianos, una guitarra que alcanza un protagonismo en ciertos momentos (el minuto 06:00 es pura magia), símbolos de emoción excitada. Un suspiro, una respiración profunda, «Better by Far», nos devuelve a la realidad, con giros melódicos inesperados, como antesala para devolvernos de nuevo a ese mundo ideal: «Golden Light». Una combinación de sonidos que nos hace dudar ante el arte al que estamos asistiendo; una catársis increíble en el minuto 0:35 que desemboca en una perfectísima mezcla armónica de dos sonidos antagónicos, que se cierra con un bonito y mágico impromptu de piano.

Por último, «Know», una balada que captura la esencia musical y filosófica del álbum. Bajo una atmósfera más jazzera y melancólica, Anderson nos habla del amor y de las frustraciones, para llevarnos por un pasaje luminoso y a las melodías que han sonado a lo largo del álbum. Un final épico que, si bien repite las mismas fórmulas que las anteriores suits logra cerrar el círculo y que volvamos a abrir los ojos al mundo, esta vez, de una manera diferente.

«Invention of Knowledge» es un álbum extrañamente sinérgico, donde la unión de dos capitanes de distintas épocas ha logrado colocar el estandarte del rock progresivo en un punto más alto. Sin embargo, no es un disco sencillo de escuchar y asimilar; requiere de varias escuchas y de una sensibilidad entrenada. La repetición de fórmulas vocales de Anderson puede llevarnos a pensar que siempre nos encontramos ante la misma composición todo el rato, con pequeñas variaciones. No es, por tanto, un disco progresivo al uso. Sin embargo, son los cambios de tema, en ocasiones imprevisibles, con giros hacia acordes inusuales o orquestaciones imposibles, siempre bajo la idea de harmonía que, me hace pensar que incluso, hasta a los pensadores más tenaces del período clásico se asombrarían ante estas melodías, reflejo de la música de las esferas.


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