Ayreon – Into the Electric Castle

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Hoy os voy a contar una historia. Una historia de superación. Una historia de agrios sentimientos y acerbas penalidades. Una historia donde alma y espíritu pugnan por sobrepasar los límites del ser humano… que no joder, os la habéis comido con patatas. Hoy os voy a contar una de Ayreon, proyecto del genio y figura Arjen Lucassen, compositor, cantante, multiinstrumentista, colaborador en cientos de proyectos –alerta de hipérbole– y hombre del renacimiento, aunque un poco más moderno.

Todo comenzó un día soleado –aunque poco importa el clima– de 1998, cuando el Holandes descolgó el teléfono y comenzó a reclutar a los invitados del que sería uno de sus mejores álbumes hasta la fecha: «Into the Electric Castle«. Hay que tener en cuenta que en el anterior, el “Actual Fantasy”, no había reunido a varios vocalistas, haciéndose sentir más bien como un trabajo en solitario. En este caso recupera el estilo rock opera trayendo a gente algo más conocida que en el primero, todos ellos adecuados al papel que representan. Entre ellos nos encontramos con señores y señoras de buena talla como Fish, Anneke van Giersbergen o Sharon den Adel.

El álbum está dividido en dos partes y vuelve a traer el tipo de composición majestuosa y errática que ya caracterizaba a su primer trabajo, pero dándole unos toques algo más alegres y llevaderos. El sonido sigue aglomerando todos los elementos característicos del proyecto: sonidos de sintetizadores “espaciales”, fusión de estilos como el folk, el prog rock/metal, etc. Respecto a la historia, si exceptuamos la del último disco, el “Theory of Everything”, es una de las más interesantes que ha escrito: a modo de cuentos cortos, se nos narran varios sucesos destacando la muy distinta personalidad de los personajes provenientes de diversos lugares y épocas –tenemos al bárbaro, al hippie (mi preferido, supondréis el porqué… sí, está emporrado y ve cosas raras), al romano, y muchos más–, que han sido reunidos en el “Castillo Eléctrico” en el que deberán adentrarse en una especie de misión a lo “Saw”, aunque para todas las edades y bastante más disparatada.

Sumerjámonos en aguas salvajes. Partamos del siguiente axioma: todo álbum conceptual dividido en dos partes con canciones de más de diez minutos es la ostia. Dicho axioma se cumple cuando abrimos las puertas del castillo eléctrico y olisqueamos el material que encierra. También vemos que se cumple el segundo axioma, a saber: todo álbum conceptual se abre con una introducción musicalizada donde se explica brevemente de que va todo el asunto. Su nombre, muy descriptivo, es el de “Welcome to the New Dimension”, y cuenta, aparte de guitarras arrastradas, con los sonidos sci-fi de sintetizador de cartilla.

Acto seguido entran dos de mis canciones favoritas, “Isis and Osiris” y “Amazing Flight” la primera abriendo con una evocadora melodía de guitarra acústica, la voz del grandísimo Fish como el “Highlander” –lo cual le viene al pego al ser escocés–, y las de las no menos grandes Sharon del Adel (la india) y Anneke van Giersbergen (la egipcia)  cantando sendos etéreos estribillos, tornándose en un tema más heavy con riffs pesados y algún toque oriental, y con más cantantes como Edwing Balogh (el romano) y Damian Wilson (el caballero); la segunda, “Amazing Flight”, entrando muy Deep Purple, donde actúan en la primera parte Jay van Feggelen (el bárbaro), cuya interpretación no representa la actitud de brutalidad que se le supone, aunque su voz bluesy es realmente cautivadora, y el mismísimo Arjen (el hippie) al estribillo, quien proporciona el toque cachondo. El tema desemboca en un magnífico duelo de flauta y teclados, seguidos por una melodía de piano mágica.

Time Beyond Time”, donde diversos personajes –entre ellos uno nuevo, el hombre del futuro, interpretado por Edward Reekers– siguen dando sus microinterpretaciones a las preguntas esenciales que todo ser humano se ha planteado alguna vez cuando ha sido teletransportado a un castillo mágico –o sea: dónde coño (o cojones, según el sexo de uno o una) estamos, qué coño hacemos y hacia dónde coño vamos–, y que cuenta con pasajes acústicos solo rotos por un solazo al que da paso un pasaje de flauta a lo Ian Anderson. Continuamos con “The Decision Tree”, un himnazo con una de las melodías más distinguibles y pegadizas del álbum y una majestuosa interpretación de Fish. Después llega la bellísima “Tunnel of Light”, una balada acústica donde colaboran la mayoría de los cantantes aunque con líneas muy escuetas, con mayor predominio de Fish y Anneke, y que aunque puede llegar a hacerse un poco repetitiva y alcanza un elevado nivel de hipnosis. “Across the Rainbow Bridge” da carpetazo al primer disco con una mezcla ecuánime entre calma y potencia, y con uno de los estribillos más acertados y pegadizos. Un acierto colocarla para cerrar.

Para qué engañarnos, el listón está muy alto, casi rozando las nubes, volando libre y sin ataduras. ¿Logra mantener este equilibrio el segundo CD? Personalmente sí, aunque puede que muchos no lo vean así. Su único y teórico fallo es que se hace excesivamente largo –si es que son sesenta minutazos tras los cincuenta del primero– y la atención puede acabar vagando por las extensas llanuras aledañas al castillo para cuando termina. La solución: darle varias escuchas atentas, porque de verdad que la música aguanta el nivel tanto como lo haría esta reseña si supiese crear buenas metáforas. Vayamos con mis momentos preferidos de esta segunda parte para hacerlo más ameno, que si no no acabamos.

The Garden of Emotions” de buenas a primeras demuestra que la cosa –sí, he dicho “la cosa”, ya me canso de buscar sinónimos– sigue con una calidad bestial. Lo mejor es el aspecto psicodélico que se intensifica cuando canta el hippie, y que nadie me niegue que este es uno de los mejores versos de la historia: “I’m getting high on love and spiritual vibrations, to set that karma free”. También tienen su hueco el resto de personajes, no así en “Valley of the Queens”, donde solo canta Anneke en una preciosa interpretación, y que por tanto no puede dejar de convertirse en otro punto álgido. La siguiente “The Castle Hall” no es una de las más fuertes, pero sí tiene la mejor intro narrada, la más pasional y efectiva y líneas vocales muy trabajadas con un tono más oscuro del que veníamos viendo.

Entre otros temas de esta segunda parte, mis preferidos son “Cosmic Fusion” que comienza muy sugestiva y calmada, casi hipnótica, y en su segunda parte despega con arreglos sinfónicos épicos y la aparición de la muerte –interpretado a dúo por Robert Westerholt y George Oosthoek– cantando con voz gutural y acabando con una apasionante parte instrumental y un solo teclado-guitarra que te hace babear a chorro limpio. Fregona en mano nos encontramos con “Mirror Maze”, una exquisita melodía de piano nos pone a tono y una acústica se va turnando para entregarnos un tema sentido y delicado, antesala por supuesto a la segunda parte eléctrica que no cambia la esencia del tema, sino que la complementa. Contamos con otros grandes momentos como el fantástico y cósmico estribillo de “Evil Devolution” o la ominosa y robótica narración de “Forever of the Stars”, que sirve de outro junto a “Another Time, Another Space”.

Ha sido divertido, no lo dudo. Espero que vosotros tampoco. Ayreon es uno de esos pocos proyectos capaces de asombrar con su enorme versatilidad y diversidad. Desde los más apegados al prog complejo a lo Yes, a los amantes del folk de Jethro Tull pasando por las locuras Crimsonianas, todo el mundo encontrará oro en este y otros de sus trabajos, que demuestran de lo mucho que es capaz Arjen, y de lo poco que le cuesta enganchar a sus oyentes una vez entienden la vastedad de su música.


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