Ya ha llovido un poco desde que un desconocido guitarrista australiano llamado Plini lanzara bajo su proyecto Halcyon aquel primer disco bautizado como “Pastures”. 5 años han pasado y muchas cosas han cambiado… Plini se ha convertido en el modelo a seguir de la actual generación de músicos DIY, en la idea viva de que cuando crees en tu capacidad, te esfuerzas con constancia y creas algo innovador y de calidad indiscutible, la gente irá en tu búsqueda. Su viaje ha ido de componer dos EPs bajo su propio nombre a que Ola Strandberg le ofreciera tener su propia guitarra signature, de poder contar con Marco Minnemann para el cierre de la trilogía a girar entre otros por EEUU y Europa con Animals as Leaders e Intervals, o que nada más y nada menos que Steve Vai diga que es el futuro de la guitarra. Casi nada. Y todo sin ninguna discográfica o equipo de management detrás, grabando y mezclando él todos sus trabajos. Su magia a las seis cuerdas va más allá de la exuberancia técnica propia de un shredder, es la de un sentido de la melodía increíble y una capacidad para emocionar única, como podemos atestiguar todos los que estuvimos presentes en su concierto en Madrid el pasado 1 de agosto.
¿Y sabéis algo sorprendente? Que esto ha sido solo habiendo publicado tres EPs y varios singles, siendo ahora, después de todos estos logros, cuando se dispone a publicar su primer álbum de larga duración. Su debut, en el que debe demostrar si todo el ruido que se está generando en torno a su figura está justificado y es solo el comienzo, o nos encontramos ante el final de algo que apenas acababa de empezar. Con su ojo de arquitecto, manos de virtuoso y el oído de aquel que sabe captar la música que late en lo más hondo de su ser, Plini demuestra en “Handmade Cities” que aún tiene mucho potencial por descubrir y explotar.
Para grabar el álbum Plini ha contado con sus compañeros de directo. Simon Grove de The Helix Nebula se ha encargado de componer y grabar el bajo, mientras que la batería ha sido labor de Troy Wright. Ambos consiguen darle al disco una mayor dimensión, con una riqueza y profundidad en matices muy destacable. Además, los dos están pasando a ser de mis músicos favoritos en su campo. Simon saca a su bajo uno de los mejores tonos que he escuchado, además de tener un gusto enorme y una técnica envidiable. Y a Troy Wright es de los baterías que más disfruto viendo tocar, tiene una capacidad con su instrumento impresionante, pero para mí lo que le hace grande es su gran capacidad de adaptación. Sabe captar lo que pide cada canción en todo momento, cuándo pide que se luzca o cuándo pide sencillez, y dota de intensidad y sensibilidad a cada momento según requiera la ocasión.
“Handmade Cities” es más que un álbum, es una verdadera odisea emocional. Porque Plini sabe dónde tiene que dar con sus notas para ponernos la piel de gallina. De la mano de sus riffs y solos nos guía entre paisajes urbanos, sin necesidad de voz nos enseña escenas muy humanas. Es un homenaje al poder creativo que poseemos, al poder de las ideas. Porque Plini realizó una lectura sencillamente perfecta de la escena del progresivo moderno, le aportó su identidad personal e irrepetible y creó algo atractivo y diferente. Solos imponentes pero contextualizados, ritmos extraños y complejos pero fácilmente asimilables, un groove heredado del djent, punteos muy jazzísticos y atmósferas y guitarras claramente post-rockeras… Ecléctica, original y accesible. Es difícil que su propuesta no guste.
Unas delicadas notas de guitarra, el amanecer que baña los altos edificios de Sidney, el refrescante aroma de la costa australiana… “Electric Sunrise” fue el explosivo primer adelanto del álbum, y encargada de abrirlo. Un lick de tapping delicioso sobre una base muy djent, punteos que demuestran un dominio apabullante de la intensidad, con un final que te devuelve al principio. Cuando la escuché por primera vez me gustó, pero estaba seguro de que en el LP iba a encontrar cortes que me gustaran más. Y no me equivocaba.
“Handmade Cities” es otro tema que fluye lleno de subidas y bajadas, con la naturalidad propia del guitarrista australiano. Punteos con su vibrato característico, acordes cálidos y una recta final con riffs muy sólidos y rítmicos, dándole cancha a Troy Wright para realizar a gusto su labor a las baquetas. Una intro muy ambiental te arropa en la evocadora “Inhale” para dar paso a uno de los mejores riffs del disco. Y pensar que han tenido que pasar cinco años desde que se le ocurriera para que lo recuperara y le diera uso… Menudas melodías de tapping, qué selección de acordes, cuanto groove y qué colorido. Por no nombrar los arreglos de sintetizadores de fondo… Plini es más que un grandísimo guitarrista, en su juventud ya es un maestro compositivo. Mención especial también para el punteo jazzístico que da paso a un solo que no se queda atrás, recuperando al final el citado riff con alguna variación y un Troy Wright que lo eleva para un cierre épico.
“Every Piece Matters” es uno de los dos cortes ya conocidos que ha decidido incluir en el tracklist, lo cual aunque le resta sorpresa al repertorio, me parece una decisión acertada ya que se encuadra muy bien en el estilo del disco. La otra es “Pastures”, corte que originalmente cerraba el disco de mismo nombre que lanzo en 2011 como Halcyon. Mantiene el esqueleto de la original, pero está mucho más pulida, con el nivel de producción del que es capaz en la actualidad, y con nuevos aportes como ese espectacular solo en el que Plini decide jugar a ser Steve Vai, con una selección de notas y uso de la palanca que deja claro que la similitud con el estilo de Vai es intencionada. Uno de los detalles que más me gusta del tema es el cambio de la primera parte con unas vibraciones más luminosas a la sensación más melancólica que transmiten los arpegios de la segunda mitad.
“Here We Are, Again”. Aquí estamos de nuevo, con un interludio de melodías que resultan familiares. Las melodías de Plini que eran un tema recurrente en su trilogía de EPs no reaparecen aquí explícitamente, pero sí que encontramos guiños en los que demuestra que siguen estando presentes en parte. Y “Cascade” es el cénit del disco, y uno de los mejores momentos compositivos de la breve discografía del joven guitarrista. No hace falta que os diga el porqué, solo debéis escuchar esos punteos que llegan al alma, esa ráfaga de riffs dinámicos que no dejarán indiferente a nadie, esos cambios tan naturales y bien hilados. Y ese final, con esa atmósfera de epicidad y solo emotivo que me pone la piel de gallina cada vez que entra, pero que no termina de desatarse. Porque para Plini las demostraciones técnicas son solo una opción, no las necesita para decir lo que tiene que decir. Y el final repitiendo el riff inicial pero cortándolo a la mitad me resulta perfectamente anticlimático, dejándote con ganas de más pero sabiendo en el fondo que está todo dicho.
De normal las altas expectativas pueden jugarte malas pasadas, defraudando cuando no se cumplen y pudiendo hacer parecer lo bueno no tanto si esperabas aún más. Pero Plini en ese aspecto por ahora no me ha fallado, estando siempre a la altura. Lo que vaticina Steve Vai lo confirmamos viéndole en directo y cómo, siendo el telonero más pequeño, lograba hacer gritar a una sala repleta por un público enfervorecido que no estaba desde el primer momento por casualidad. Habían ido a verle. Creo que no me equivoco al decir que estamos ante los primeros pasos de una leyenda, y que no tardaremos demasiado en ver cómo crece en un predecible boom. Es cuestión de tiempo que esto se cumpla y Plini llegue al lugar que merece gracias a la música con la que nos hace llegar al nirvana.
Es un Rip Off de Vai. Si has escuchado todo el trabajo de Vai puedes ver fácilmente de donde se roba las rolas.
La gente ignorante que no ha escuchado todo lo que hay antes de Pilin, se compra lo que el hace, robarse las rolas de los grandes. Me quedo con los que vinieron antes que el.