A la hora de afrontar la Canción de la Semana pueden darse varias situaciones… A veces tengo en mente una canción de la que que quiero hablar desde hace tiempo y se da el contexto para que lo haga, otras he realizado un descubrimiento del que es imperativo escribir… y en ocasiones como esta simplemente no tenía nada preparado y me ha tocado improvisar. Así que he decidido que la solución era simplemente dar un repaso a mi colección musical y decidirme por lo que más me inspirara en esta mañana de domingo otoñal. Finalmente ha ganado el impulso de algo minimalista y relajado, quizás para hacer de contrapeso a los últimos días escuchando cierto disco de death metal realmente brillante… pero eso es otra historia que será contada a su debido tiempo. Haciendo caso de mis oídos y su sed por algo calmado y evocador, he terminado por decidirme por el pianista Nils Frahm.
La decisión obvia hubiera sido decantarme por terreno conocido, como su brillante álbum de 2013 «Spaces«, pero tentado de continuar con la intriga de cual terminaría por ser la canción de la sección de hoy al final elegí su disco «Felt» de 2011, todavía pendiente de que lo degustara. Tenía fichado a Nils Frahm desde hace años, pero fue a raíz de «Trance Frendz«, su trabajo colaborativo de este año junto a Ólafur Arnalds, que me di cuenta de que me estaba perdiendo algo realmente importante. El compositor alemán comparte bastantes rasgos con su amigo de Islandia, pero con una aproximación diferente. La música de ambos tiene un fin similar: composiciones cargados de una sensibilidad incalculable, alimento para el alma que disfruta de los momentos de melancolía. Pero, frente a las composiciones con peso de instrumentación de cuerda y la búsqueda de un clímax emocional en la música de Ólafur, Nils tiene una aproximación más «espacial». No se apoya en violines o cellos, recurre a pianos de distintas sonoridades que aparecen en distintas capas, y te dala sensación de que los temas nacen y crecen en el momento en que los graba. Al escuchar los temas de «Felt» realmente parece que Nils se encuentre en tu cuarto, improvisando sobre su piano y dándole forma a las canciones en el mismo instante, quedando reflejado ese momento en el disco.
Podría haber elegido cualquier otro, pero finalmente me he decantado por «Familiar«, que sería regrabada en «Spaces». El sonido no podría ser más cercano y natural, captando la interpretación de Nils tal cual fue de una manera muy honesta, una de sus señas de identidad. Melodías que se entrelazan, las notas de piano justas para que duela, en un desarrollo lineal y precioso que concluye demasiado rápido. Si hace tiempo no me cortaba al decir que consideraba a Ólafur Arnalds un genio, mi progresivo acercamiento a la discografía del músico alemán hace que cada vez más digno del mismo adjetivo. Increíble me parece la capacidad de ambos para decir tanto con tan poco.
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