En Youtube tengo varios canales que no dejan de sorprenderme respecto a la cantidad de música que descubro a través de ellos. Dos de ellos serían KEXP y Audiotree, centrados en hacer sesiones en directo con bandas de estilos muy diferentes, durante las cuales dan un concierto breve mientras les van entrevistando entre los distintos temas. Un formato muy interesante de gran calidad de imagen y, sobre todo, de sonido. Los técnicos que trabajan allí son verdaderos magos. Son los canales perfectos para ver a las bandas que ya conoces en vivo con una calidad muy alta (los KEXP de Daughter, Ólafur Arnalds o Sólstafir son maravillosos) o para confiar en su excelente criterio para lanzarte a ver que descubres. De esta forma me he encontrado a dos de las bandas que más me han gustado este año. Por un lado a los ingleses de indie y electrónica Haelos a través de KEXP, y por otro en Audiotree a los belgas que protagonizan este artículo.
Le di a reproducir al directo de Oathbreaker sin saber nada más de ellos que su nombre, que lo había visto en varias ocasiones por las redes sociales. Se encontraban en Audiotree promocionando “Rheia”, su tercer álbum de estudio. La primera canción sonaba y me creaba buenas sensaciones, una voz femenina suave y unas guitarras atmosféricas que prometían un estilo lento y melódico. Y de repente suena un redoble de batería y Caro Tanghe empieza a chillar, dándome un susto ya que lo tenía en segundo plano y no me lo veía venir. Pero al mismo tiempo me puso la carne de gallina. Porque sonaba realmente espectacular.
Oathbreaker pertenecen a ese movimiento de bandas que deciden partir de una base de black metal, para en el proceso sumergirse en influencias muy diversas y melódicas, logrando un resultado primitivo, intenso, pero muy elegante y evocador. Junto a bandas como Deafheaven o Amenra (compatriotas con los que además comparten guitarrista) tienen la fórmula perfecta para irritar a los más puristas del género con su eclecticismo. Un sonido crudo pero con la suavidad que imprime el tono de las jazzmaster, con una batería inclemente que sin embargo enriquece en matices las partes más pausadas o basadas en acordes distorsionados que lo llenan todo, y una cantante con una voz fantástica ya sea en su registro de cantante delicada o banshee desatada.
“10:56” abre el disco, dos minutos en los que Caro canta sin apenas instrumentación que la respalde, se muestra vulnerable, ella y su voz. Y sin que te de tiempo a prepararte el corte termina y muestra su otra cara, a la bestia que encierra dentro, acompañada de una batería y guitarras frenéticas. “Second Son of R.” es un tema lleno de cambios, que te mantiene atento en cada momento, ya sea en los de violencia black o en los de guitarras cristalinas, con un sonido en todos los sentidos perfecto, vivo y equilibrado, con las distintas partes bien enlazadas y sonando con total naturalidad. “Beeing Able To Feel Nothing”, blast-beats y desesperación que se compaginan con unas guitarras envolventes. La tensión y oscuridad no desaparecen en este corte, ni en ningún momento del álbum, ya que es algo casi omnipresente en “Rheia”, turnando la agresividad en una primera parte con una apisonadora por batería y registro melódico, y un final con gritos y percusión más pesada.
En “Stay Here / Accroche-Moi” respiran y dan un descanso a nuestros oídos con un tema acústico de cinco minutos. Íntimo y solemne, en su calma y sencillez juega un papel importante en el tracklist del álbum. “Needles in Your Skin” es un delicia, puedes sentir cómo las guitarras te aguijonean la piel y disfrutar mucho del proceso. Oathbreaker tienen una fórmula directa y cruda, no beben tanto del shoegaze o el post-rock como Alcest o Deafheaven, tienen un sonido que a veces hasta me recuerda al hardcore o al crust punk en algún momento. Y lo ejecutan y plantean de una forma que me resulta mucho más atractiva de lo que debería en base a mis gustos. Es más, he quedado completamente cautivado por su sonido, me encanta.
“Immortal” demuestra lo hipnótico que puede llegar a ser el sonido de Oathbreaker. La voz de Caro parece provenir de otro mundo, tanto en su registro melódico, arrastrando las sílabas al principio con un timbre diferente que logra sumergirte de pleno en la música, como a los gritos. Escuchar “Rheia” es toda una experiencia para los sentidos. La parte final instrumental está cargada de un gran poder de evocación, el único problema que le encuentro es que me resulta excesivamente similar a un pasaje del debut de los suizos When Icarus Falls. “I’m Sorry, This Is” son cuatro minutos que actúan como descanso y transición, siendo tan extremadamente ambiental que peca de largo para lo poco musical que es.
«Where I Live» y «Where I Leave«, juego de palabras para dos de los temas más densos del disco. Caro vuelve a recurrir al principio a un timbre agudamente peculiar, diría que de sensaciones algo tenebrosas, manteniéndome en ese estado de ligera tensión que me produce el disco y con el que tanto disfruto por incongruente que parezca. «Where I Leave» recupera su faceta más ambiental, conformando un tema de post-metal de desarrollo largo, lento y melódico. «Begeerte» supone el cierre perfecto, la liberación de todo en un corte suave, diría que hasta cierta medida más positivo. Caro crea de fondo con su voz una apasionante y ensoñadora atmósfera, sobre la cual la instrumentación va complementando la capa sobre la que canta, hilando melodías reminiscentes al principio del álbum. El cierre que pide a gritos un disco que es perfecto de principio a fin.
Poco que añadir como conclusión, salvo la necesidad acuciante que tengo de verles en vivo. Estoy seguro de que Oathbreaker deben de dar la clase de conciertos que dejan huella y dificilmente son olvidados.
2 respuestas a “Oathbreaker – Rheia”