Ihsahn es sinónimo de experimentación. Ihsahn es sinónimo de música extrema. Ihsahn es sinónimo, al fin y al cabo, de progresivo. El que fuera en su momento el frontman y mastermind detrás de una de las bandas de black metal más importantes e influyentes de la historia, decidió transitar su aventura en solitario tomando siempre la senda más difícil, evitando los atajos y manteniéndose siempre alejado de la zona de confort. Desde la separación de Emperor ha editado seis trabajos de estudio, todos con un sonido diferenciado que los hace únicos y reconocibles. La búsqueda de la espontaneidad en «Das Seelenbrechen», la mezcla de saxofón y guitarras de 8 cuerdas en «After», o esa simplificación de su sonido y ligeros toques ochenteros en «Arktis» son un ejemplo perfecto de lo amplia que es la paleta de colores que usa Ihsahn para plasmar su música. Lo que nos ofrecerá con cada álbum resulta impredecible, y así es como nos gusta.
Mi primer contacto con Ihsahn fue hace años curioseando temas de sus primeros álbumes en Spotify, y finalmente por motivo de su participación en el Be Prog! My Friend me puse en serio a desgranar su discografía. Mentiría si dijera que me la conozco bien, pues lo poco convencional de su fórmula hace que aun me queden escuchas para asimilarla del todo. El disco que más he escuchado es «After», que con temazos como «Frozen Lakes on Mars» consiguió captar mi interés.
«Arktis» es su último trabajo hasta la fecha, publicado el año pasado. Pese a que le di un par de vueltas cuando salió, y me gustó bastante, le faltó algo para terminar de engancharme, motivo por el que finalmente no os hablé sobre él por estos lares. Estos días mis oídos pedían a gritos una dosis de la magia del músico noruego, por lo que he aprovechado el momento para darle el espacio que se merece en la página.
Muchos son los motivos para que escuchéis el disco. Desde el épico adelanto «Massive Darkness» a «Until I Too Dissolve» con un Ihsahn que juega a ser Van Halen logrando un éxito rotundo, o la estelar colaboración de Einar Solberg de Leprous en uno de las mejores canciones del álbum, «Celestial Violence». En «Crooked Red Line«, la que nos ocupa en el artículo, el protagonista absoluto es el saxofón, pero no de la forma más frenética de anteriores discos. Acompaña a Ihsahn en un tema relajado e íntimo, pero en el que también libera momentáneamente al monstruo que lleva dentro. Si hay algo que me encanta es la inclusión del saxofón en estilos como el metal, y pocos lo hacen con tan buen gusto como Ihsahn.