Mientras todos estamos aquí haciendo nuestras cosas más o menos insignificantes, el ballet cósmico sigue su curso. Los perros ladran, las ovejas balan y Persefone saca nuevo álbum. Aunque no lo parezca, por una vez una de mis introducciones tiene algo de sentido, pues todo este rollo new age/carlsaganiano se entronca con el enfoque budista que han dado Persefone a su LP «Aathma«, que precisamente en el Bhagavad Gita –se nota que he hecho los deberes– significa “el elemento inmortal en nuestro interior”. ¿Y qué tienen que ver Carl Sagan y el new age con el budismo? Pues no sé, como decía un famoso escritor: es mejor escribir algo sin sentido que no hacerlo y arrepentirse.
Pues bien, para no ser demasiado brusco, me encuentro ante la tesitura de hacer una pequeña presentación de la banda. Como estas cosas no se me dan bien, intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Digamos que Persefone, banda andorrana con cuatro LPs en su haber, se adscriben al género del death metal progresivo, y si bien en este álbum no dejan de lado la parte técnica en absoluto, sí que se nota una evolución bastante pronunciada hacía un sonido con mayor preponderancia de los teclados y de variedad en los ritmos, buscando más que nada despertar emociones antes que centrarse en la parte más bruta del death. Pues mira, no ha sido tan difícil hacer una introducción normal. Veamos qué nos depara el futuro. Y con futuro me refiero a la hora que duro el disco, no es que defienda la adivinación
La intro, “An Infinitesimal Spark”, cuenta con la colaboración de Paul Masvidal, de Cynic, quien no deja de dar un toque místico y algo robótico con esa voz pasada por cientos de filtros junto a una atmósfera que va a la par. Y como uno nunca es suficiente, salvo para los que somos números uno –el chiste es gratis, reírse cuesta– “One of Many” sigue con el piano con el que acaba la intro y la complementa con un ritmo más en la onda de lo que encontraremos más adelante en lo que sería una intro 2.0. O 1.2, nunca he sabido muy bien cómo va eso.
Como noto que se me están yendo las neuronas a bailar el ballet cósmico ese empezamos ya con lo bueno. “Prison Skin” fue el adelanto, así que no hay nada por descubrir, pero me sigue dando escalofríos junto con ese fantástico vídeo, consiguiendo transmitir esa onda de viaje interior que buscaban. Marc Martins y Miguel Espinosa se complementan con voces guturales y limpias como si hubiesen tenido cincuenta años de práctica. Si la cosa sigue así necesitare una muda limpia. “Spiral Within Thy Being” empieza con una fantástica atmósfera acústica. La cosa cambia rápido y entra un ritmo enrevesado marca de la casa que da pie a un nuevo cambio donde mete mano la voz, nuevo ritmo que lleva a otro pasaje, y sigue y sigue de la mejor forma posible, con alguna melodía de guitarra y un solo que vaya usted a aprender guitarra, para lo que le va a servir. Lo resumiré lo mejor que pueda. Hace cinco minutos que me cambié de muda.
“Cosmic Walkers” es básicamente lo que puedes leer en su título si sabes inglés. Si no, usa un diccionario. Y si te da pereza, te lo traduzco. Caminantes cósmicos. Es eso, no hay más, lo puedes sentir, puedes cerrar los ojos y dejarte llevar, o pasar la canción porque tú lo único que quieres es caña burra. No seáis de los últimos, hacedme el favor. “No Faced Mindless” retoma el camino con un riff complejo y largo, dando a entender que no van a tomar el camino fácil-memorizable. Esto es prog, nenes, repetir es morir. Grande el trabajo guitarrero, tanto solista como rítmico, una delicia para cuerpo y alma.
“Living Waves” nos trae de nuevo la voz de Masvidal recitando un relajante mantra que romperá en otro de esos riffs enredados entre sí como un globo atado por el payaso más incompetente de la historia. El mantra lo repetirá en la segunda parte del tema, rematado por un solo parte-culos, que no es un mal sinónimo de alucinante. “Vacuum” es un interludio relajante, sin mucha chicha pero que nos prepara para el último empujón, mientras que “Stillness Is Timeless” –la originalidad se agradece, pero los títulos de las canciones me están dando dolor de cabeza– reparte lo que no está escrito, con riffs entrecortados, Martins dándolo todo con los guturales, todo ello secundado por las atmósferas de teclado, las cuales uno nunca pensaría que pueden quedar bien en una canción así, pero por lo visto el multiverso es muy vasto, y en algún universo las cosas funcionan sin mayor explicación causal. El piano tiene las narices de cortar en seco el solo, dando paso a una parte de gran belleza que actúa como punto intermedio de un tema que consigue alcanzar las estrellas sin siquiera estirar los brazos.
El álbum se despide con magia de alto nivel. La tetralogía «Aathma» nos regala momentos de todo tipo y color, éxtasis instrumentales o partes más meditabundas en “Aathma Part I: Universal Oneness” o “Aathma Part II: Spiritual Bliss”, fluctuaciones de brutalidad en “Aathma Part III: One with the Light”, paz absoluta en “Aathma Part IV: Many of One”, y regodeo anímico dispersado por todas partes a capazos.
Cuando el río suena, agua lleva. Cuando el río es un torrente, ha llovido a cántaros. Llevando la metáfora al mundo de la música, cuando un disco es la ostia, es porque es la ostia. ¿Qué otra explicación hay? Dejad a un lado por un momento vuestros quehaceres diarios y dadle una oportunidad al último de Persefone, y si eso ya al resto. Máxime ahora que tenemos su concierto a la vuelta de la esquina. Pasadlo bien, y que el aathma os acompañe.
3 respuestas a “Persefone – Aathma”