Crónica: Persefone + Poem en Murcia, Garaje Beat Club, 9/4/2017

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Fotografía de Sergio López (en colaboración con Metal Murtius)

Han pasado unos días y he tenido tiempo de poner en orden mis pensamientos. Tras pensar y rememorar durante varias horas, pidiendo opiniones al respecto, puedo afirmar esto con total seguridad: estos pantalones ya no me vienen. En otro orden de cosas, el concierto de Persefone del 9 de Abril en Murcia –al que asistí con otros pantalones– fue increíble, o eso dice la gente. Y yo, como parte de esa gente, lo digo. Si queréis saber por qué, u os interesa conocer el desenlace de la historia de los pantalones, podéis seguir leyendo esta crónica.

20:30 PM: afueras de Murcia. Entramos en una sala con buena pinta conocida con el pintoresco nombre de Garaje Beat Club. Nos recibe una sala, más sala que garaje, con un escenario que parece más grande que el de la Razzmatazz 3 –lo cual tampoco es decir mucho–, donde habían actuado el viernes en Barcelona. Con la sala aún virtualmente vacía y tras visitar el excusado y asegurarnos de que ninguna fuerza natural mayor o menor disturbaría nuestra experiencia durante las próximas horas, nos preparamos para lo que estaba por venir.

Los griegos Poem fueron los encargados de abrir –no literalmente, abriría el portero de la sala o el encargado de realizar tan mundana y poco artística tarea– haciéndonos disfrutar con su propuesta de metal melódico/progresivo interpretando temas de sus dos discos, «The Great Secret Show» y «Skein Syndrome», sobre todo de este último, que es el que venían a presentar. Una horita calentando al respetable con grandes dosis de caña mezclada con una enorme elegancia y humor. Mención aparte al vocalista, cuyas curiosas y nada subrepticias dotes de marketing –incluso nos intentó vender a sus compañeros por un par de birras–, no empañaron su frenética actuación. Todo un frontman.

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Fotografía de Sergio López (en colaboración con Metal Murtius)

Lo mismo pero multiplicado podemos decir de Marc Martins, quien guió a Persefone desde el comienzo arrasando con todo el escenario, dándolo todo en todo momento, transformando sus guturales en poesía y sus bamboleos en arte cinético. Todo un remolino death acompasado con las grandes melodías de la banda y de los momentos más emocionales donde el teclista Miguel Espinosa tomaba el mando a las voces.

El setlist de Persefone fue realmente variado y comprendió temas de sus tres últimos discos, «Shin-Ken», «Spiritual Migration» y su nuevo hijo «Aathma«, del que dieron cuenta magistralmente haciendo que sonara potente y compacto. Ahí tuvimos “One of Many” junto a la intro “An Infinitesimal Spark” sirviendo ambas para introducirnos de forma calmada a lo que vendría después. Siguiendo el orden del álbum, el single “Prison Skin” fue la elegida para que Filipe y Carlos empezaran a lanzarnos riffs en cascada.

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Fotografía de Sergio López (en colaboración con Metal Murtius)

Tuvimos la oportunidad de escuchar la brutalidad y la elegancia oriental del «Shin-Ken» representado en temas como la vertiginosa y cambiante “Kusanagi”, o la mística y bellísima “Purity”. Y la evolución que trajo su anterior LP, el «Spiritual Migration», para mí el más trabajado, del que tocaron temas ya recurrentes como la compleja monstruosidad que es “The Great Reality” o el tema título.

Volviendo a su actual trabajo, y haciendo patente la compenetración de la banda, no podían faltar “Living Waves”, una de las que mejor resultaron en directo, que sonó realmente tremenda y emocionante, incluyendo la voz lanzada de Paul Masvidal, o “Cosmic Walkers” que fue un momento mágico sin más. Pero lo verdaderamente mágico fue que acabaran con dos de mis temas preferidos de toda su discografía, los que abrían el Spiritual, “Flying Sea Dragon” y su hipnótica melodía, y “Mind As Universe”, un momento de unión entre todos los asistentes, aparte de “The Endless Path” que… bueno, se me hace la boca agua, mención para Tony y Sergi “Bobby” creando la base rítmica alocada e incansable durante todo el concierto.

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Fotografía de Sergio López (en colaboración con Metal Murtius)

Uno de los pocos problemas que se pueden sacar, contando los múltiples enfrentamientos de Marc con su cinturón y pantalones –esto me recuerda a algo–, de los que al final decidió prescindir por completo para mayor comodidad y ventilación, fue el sonido del teclado, el cual básicamente se pudo oír, al menos desde mi posición, solo en los pasajes más calmados, por ejemplo en las instrumentales “The Water Book” o “The Wind Book”, añadiendo a las quejas la presencia una tanto perturbadora de un fondo estrellado plasmado en una pantalla de proyector a medio bajar un tanto cutre. Pero aparte de eso, poco más que decir, así que acabemos.

Si hubiésemos tenido –por alguna insalvable falta de fe– alguna duda sobre el porqué estos chicos son tan grandes, se nos habrían respondido la mar de bien durante esta jornada. Ahora solo les queda seguir y rematar la gira, hacerse un hueco, entrar por él, abrirlo bien, asegurarlo con un gato o cualquier objeto de fijación por si acaso quisiese cerrarse y dar caña por los restos. Y por cierto, sobre lo de los pantalones… me compré un cinturón. Aprende, Marc.


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