
Durante la espera a la apertura de puertas, le comentaba a andiros que nunca había estado tan nervioso por ir a un concierto. Y lo cierto es que he visto a mucho de mis ídolos de mi adolescencia pero John Petrucci aún quedaba ahí. Y supongo que todo se debe a que Dream Theater fue como la petra genetrix; fue el grupo que tras Jimi Hendrix y Led Zeppelin, me hizo lanzarme a un mundo musical de texturas jazzeras, blueseras y progresivas hace ya más de diez años. Cambió mi vida del día a la mañana (mi padre me sigue recordando el coñazo que le di con «Metropolis Pt. 2») y por eso estaba tan ansioso porque empezara el concierto.
Lamentablemente, aunque con suerte para mí, no se vendieron todas las entradas y pasaron a mucha gente, incluidos yo, a la parte central del auditorio. Tenía algunas emociones encontradas: ¿cómo podía ser que hubiera visto afuera gente con camisetas de Plini, que estuvo el mes pasado, o Sithu Aye (la nueva generación de guitarristas progresivos actuales), y sin embargo no se convirtiera en un sold out? En cualquier caso fue bonito ver una mezcla de edades a partes iguales, símbolo de un grupo a la vez clásico y moderno.
Se apagan las luces y se oye una música, una marcha, como de película medieval: el archiconocido «The Colonel» de Two Steps from Hell, que marca el inicio del primer acto. Se hace la luz y la magia se apodera de la realidad. La pesada «The Dark Eternal Night» comienza a llenar los huecos de cordura que quedan entre la sala. A pesar de no ser una de mis favoritas, por ser tan metalera, funcionó de maravilla: era la antesala del festival de virtuosismo extremo al que íbamos a asistir durante toda la noche. Una ametralladora de solos entre John Petrucci y Jordan Ruddess (y un set de instrumentos totalmente alienígena, con su aclamado producto musical GeoShred), que me dejaron totalmente anestesiado.

Le siguió «The Bigger Picture», una balada del disco homónimo de 2013, que consiguió calmar las emociones a pesar de ser una de las canciones más flojas de todo el repertorio. Tras ella, unas notas extrañas comienzan a sonar, y comienza a emerger una preciosa melodía: la bella «Hell’s Kitchen» y el exquisito toque de Petrucci logran hacerse con el alma de todo el público. Le siguieron a continuación las rusheras y poperas, a partes iguales, «Gift of the Music» y «Our New World» de su último trabajo. Y llegó el momento de la rendición personal al gran Jaco Pastorius, que falleció hace 30 años, por parte de John Myung, con la seminal «Portrait of Tracy«. Y a partir de aquí se acabaron las tonterías; Myung comenzó la melodía de As I am y estoy seguro que lo que siguió rompió los tímpanos a más de uno. Me molestó que Mangini no hiciera el clásico contratiempo durante el primer verso, cosa que se dio cuenta tarde y lo rectificó en los siguientes. Sin embargo, yo esperaba ver algo diferente en el solo. Estaba totalmente equivocado: Petrucci tocó de una manera ultralimpia y exacta, más si cabe que la propia grabación, y estamos hablando de que es uno de los solos más complejos técnicamente de su carrera. Pues bien, por si era poco, la canción la terminan enlazándola con «Enter Sandman«. La presión sanguínea ya está por las nubes. Pero como el maestro que le dice al alumno que tenga paciencia, la balada «Breaking All Ilusions» que acaba convirtiéndose en un in crescendo lograron que la espera de 20 minutos para el segundo acto pareciera que durara más de una hora.

Unos sonidos de casette; unas canciones super populares de la década de los 90. Todo esto es aquello a lo que Dream Theater se tenía que enfrentar cuando Images & Words salió a la venta, nos contó LaBrie. Tras ello ,un arpegio místico comienza a sonar. Caemos de nuevo al maelstrom musical que comienza de nuevo. «Pull Me Under» contiene uno de las mejores intros para conciertos. Todos nos volvemos locos con el estribillo y la fuerza de este tema cercano al power. De nuevo como con «As I Am», el presolo anterior al estribillo vuelve a romper mis esquemas. Recuerdo pensar en ese momento lo afortunado que fui de ver ésto, pues no se volverá a repetir y tengo poco interés en ver un concierto que trate de la etapa post-Portnoy. La preciosa «Another Day», un pop progresivo muy extraño al que Dream Theater ya no volvería, queda incluso mejorada con Petrucci emulando la parte del saxofón, aunque la emoción del solo consiguen llevarnos a otro nivel de existencia. Tras contarnos la metedura de pata que hizo James Labrie cuando llegó a Cardiff por primera vez en el 92 al pensar que estaba en Inglaterra, le sigue una de mis favoritas de toda su discografía, «Take the Time». Porque para mí esta es una de las canciones progresivas modernas (aunque ya clásica) de manual. Se disparan los samples vocales. Pero sí la canción por sí sola no era suficiente, la parte instrumental se convirtió en uno de los momentos musicales más épicos que he vivido nunca. El combate entre Petrucci y Ruddess bajo una armonía tan original y, lejos de los sonidos tan oscuros del DT moderno, se desencadena como las distintas cascadas de un río, en Petrucci consiguiendo rebajar el tempo de la banda para acabar tocando una parte de Glasgow Kiss. No sé si estoy seguro de lo que estoy viviendo, que me tome un tiempo me dice LaBrie: Find all you need in your mind if you take the time.
Tras el espectáculo audiovisual, llega la bonita «Surrounded«. Una introducción muy serena que engaña, y va desplegándose como un viejo papiro, a lo que lo llego a considerar la segunda parte de «Take the Time», aunque con un sonido más ochentero. Un LaBrie muy certero que clava cada nota para que el bestia de John salga a la carga con uno de los solos más enérgicos de su discografía. Acabando de la misma manera que termina, nos preparamos para una de las piedras angulares del concierto y de la historia de Dream Theater. «Metropolis – Part I [The Miracle and the Sleeper]». En una palabra: brutal. Una verdadera odisea musical que solo tuvo un pequeño defecto: la demostración, a mi parecer, un tanto cutre de Mike Mangini justo antes del solo. No sé si fue mi sugestión pero no me gustó nada, como tampoco la decisión de seguir las notas del solo del minuto 5:50 en vez del doble pedal de la original. Pero escuchar Love is the Dance of Eternity fue un momento de catarsis total. La potente melodía de «Under a Glass Moon» me hace replantearme si lo que estoy viviendo es real. Otro de los clásicos de DT. Espectacular. Y además era una canción que tenía muchas ganas de ver en directo, sobre todo porque contiene uno de los solos más preciosos y creativos de la historia de la guitarra. ¿Qué cual fue el resultado? Impecable, emocional, delicado. LaBrie se acomoda en un taburete y habla sobre la siguiente canción, aunque me pareció un poco frío que ni siquiera mencionara a Kevin Moore, el auténtico autor: «Wait For Sleep» no sonó exactamente igual a la original, debido al paso del tiempo sobre la voz de James, pero fue uno de los momentos más íntimos del concierto. Conectando con «Learning To Live», muy en la línea de Metropolis o Glass Moon, consiguieron darle un final muy épico a un concierto mucho más allá de la palabra épico. Un LaBrie cabreado consigue darle el toque serio que exige el tema; la parte central que recuerda al Di Meola más tranquilo fue especialmente memorable, aunque el solo que llega en el punto más álgido de la canción, al que da paso James Labrie con unas notas verdaderamente agudas, consiguen erizarme la piel. La vuelta al tema de «Wait for Sleep» y ese final de armónicos naturales creo que no se me olvidarán en la vida tampoco.
Con más de 2 horas de concierto pensamos que se había acabado, pero para sorpresa de todos, el encore constituía el «A Change of Seasons» íntegro, que como algunos sabrán algunas de sus partes estaban pensadas formar parte del Images and Words, aunque lo dejaron para un álbum posterior, en el 1995, con varios covers y medleys. Un tema que llevaba años sin escuchar y que recordaba ciertamente pesado por su larga duración. Aunque el comienzo me hizo pensar que quizas estaba equivocado. La melodía principal de la parte de «Innocence» ya me dejó clavado. Pues sí, una de las piezas maestras del metal progresivo estaba sonando delante mía. La parte jazzera de «The Darkest of Winters» sonó extrañamente preciosa; la emotiva «Another World» fue verdaderamente de otro mundo, pero lo que sí hizo darme un vuelto al corazón es la parte central de «The Inevitable Summer» donde la rítmica de Petrucci rompe a modo de marcha y Ruddess llena todos los silencios como nunca nadie ha hecho. «The Crimson Sunset» le da el broche final con esos acordes tan enigmáticos que recuerdan al «Moving Pictures» de Rush, tan citado por Petrucci, y que le dan el punto y final a esta noche tan mágica e intelectual.
Act 1
The Dark Eternal Night
The Bigger Picture
Hell’s Kitchen
The Gift of Music
Our New World
Portrait of Tracy
As I Am
Breaking all Ilusions
Act 2
Pull Me Under
Another Day
Take the Time
Surrounded
Metropolis Pt.1 [The Miracle and the Sleeper]
Under a Glass Moon
Wait for Sleep
Learning to LIve
Encore:
A Change of Seasons:
I. The Crimson Sunrise
II. Innocence
III. Carpe Diem
IV. The Darkest of Winters
V. Another World
VI. The Inevitable Summer
VII. The Crimson Sunset
Una respuesta a “Crónica: Dream Theater –Images, Words & Beyond 25th Anniversary Tour, Motorpoint Arena, Cardiff, UK, 22/04/2017”