Los suizos When Icarus Falls han terminado por convertirse en uno de mis referentes más claros en cuanto a post-metal de capas pesadas y oscuras. Hace dos años que los descubriría a través de su tema “Black Tree”, incluido en el recopilatorio de bandas de post de la página Post-engineering, sorprendiéndome desde la primera escucha. ¿Por qué? Porque a lo largo de sus diez minutos, en un desarrollo simple y hasta monótono, tenía algo poderoso, hipnotizante, que lograba arroparme y obligarme a tener en bucle la canción, que hasta me resultaba corta. Los otros dos cortes que completan “Over the Frozen Seas” no se quedan demasiado atrás, convirtiendo el disco, a pesar de su humilde producción, en una obra que no debería perderse ningún aficionado del género.
Los dos siguientes discos no me atraparon tanto, pero ha sido ahora a raíz de su nuevo trabajo “Resilience” que me he preocupado de reescucharlos como corresponde, y contienen unas composiciones profundas en las que merece la pena sumergirse. Ese es un buen adjetivo para describir su sonido: profundo. Sus temas son largos, tienen riffs graves y arrastrados de clara influencia sludge, que se repiten entre capas de guitarras post-rockeras, baterías lentas y pesadas, y una voz gutural que parece surgir retumbando de las profundidades oceánicas. Isis, The Ocean o Cult of Luna son nombres que no sirven para describir su propuesta, pero si para orientar un poco por donde se mueve su sonido.
“Resilience”, publicado en abril de este año, es un paso más en su constante evolución. Y de hecho es probablemente en el que más se desmarcan de lo que venían haciendo. No abandonan sus señas de identidad, mantienen los recursos que los caracterizan y la forma de expresarse musicalmente. Pero todo coge un tinte más cinematográfico. La estructura de los temas y su desarrollo, el papel que juega la voz en la banda, pega un giro que provoca un cambio en la forma en que fluyen, pasado a tomar una forma más abstracta. El dirección que toman disco tras disco reafirma su postura alejada de convencionalismos y demostrando ambición creativa.
Con los más de diez minutos de «One Last Stand«, duración habitual en ellos, empiezan el disco con una verdadera declaración de intenciones. No hay atajo que valga, los riffs regroovean, las melodías se toman su tiempo para desarrollarse, el bajo y la batería te marcan el camino a seguir, uno de esos que son largos y difíciles pero al final miras atrás y te alegras de haberlo recorrido. Me fascina la coherencia que han logrado en el álbum, usando unos elementos que encajan a la perfección, evolucionando los temas con mucha fluidez y resultando monótonos y sorprendentes a la vez, por incoherente que parezca. Si tuviera que elegir un tema que pudiera funcionar (relativamente) como single o con el que convencer a algún oyente no muy metido en el post, me decantaría por «Into the Storm«. Comienza con un desarrollo más bien liviano y post-rockero, muchas capas de delay con un bajo que ya deja entrever la dirección más pesada que va a ir tomando a partir de la segunda mitad y que cristaliza al final con unos guturales secos que la canción pedía a gritos.
«The Lighthouse» nos devuelve inicialmente a la vertiente menos metal en la que se mueven tan bien, aportando algo de luz a la oscuridad que había creado el anterior corte. Pero falsa alarma, la voz grave de Diego Mediano no tarda en reaparecer en unos acertados gritos que se ven respaldados por una sólida y pesada base instrumental. La intensidad de los temas sube y baja sin que apenas te des cuenta, con una naturalidad que destaca, manteniendo el bajo la pesadez entre guitarras etéreas para luego dar paso a unos riffs contundentes. El cambio de registro en la segunda mitad del tema contribuye a dar esa sensación más abstracta que mencionaba antes, quedando la voz en un segundo plano tras el muro instrumental, volviendo a la primera línea en los últimos segundos.
«Resilience» nos devuelve al post-rock de manual, incluso con alguna melodía que casi parece un guiño a Explosions in the Sky, pero todo desde la atmósfera de oscuridad y pesadez que define al disco y sonando en todo momento a When Icarus Falls. Un tema que sigue un patrón usado por muchas bandas y aun así consigue sonar sorprendentemente fresco. Y un álbum como este tenía que cerrarse como corresponde: con una canción larga y memorable. Y «A Blue Light» sin duda comparte ambos requisitos. La voz voz vuelve a jugar ese papel en un segundo plano, que está más cerca del spoken word que de cantar, la batería vuelve a destacar una vez más por su sobriedad, y las guitarras mantienen la dinámica del resto del tracklist. Me encanta el papel que juega la melodía que comienza a mitad del tema y la forma en que se repite y el tema crece a su alrededor, me recuerda a la recta final de «Flux» de Long Distance Calling. La forma en que reaparece la voz resulta clave, y los últimos minutos sobresalientes.
Y de esta forma los cinco cortes completan el puzzle, un disco que resulta atractivo de principio a fin sin altibajos. Que «Resilience» permita que When Icarus Falls reciban en 2017 el reconocimiento que merecen, y continúen haciendo música durante muchos años. Aunque el vídeo que colgaron de su última gira tocando en una sala totalmente vacía incita al pesimismo… Quizás el mundo todavía no esté preparado para la grandeza de la música de los suizos.
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