El comienzo del cambio. Devin Townsend y su «Ocean Machine: Biomech!»

 

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A sus tiernos veinticinco añitos, nuestro omnímodo y supremo mesías, el todopoderoso Devin Townsend, logró sacar la que sería la segunda de sus muchas obras maestras. A mis tiernos veinticinco añitos, me conformo con poder dormir hasta las ocho de la mañana. Pero por lo menos le tengo a Él. Volviendo al tema, el año de autos, 1997, Devy ya había sacado el tremendo “City” unos meses antes como Strapping Young Lad, pero puesto que el hombre tenía cuerda para rato, pues allá que fue, en su omnipotencia, a pergeñar este “Ocean Machine: Biomech” en solitario, que tocará al completo en el Be Prog! My Friend 2017 para deleite de todo fanático idolatra que acuda a exaltar la figura de su salvador.

El caso es que por aquel entonces se habían presentado las dos caras de la moneda, y estaba claro que algo no cuadraba. Aunque estaba claro, se aclaró aún más cuando al poco le diagnosticaron con trastorno bipolar. Desde este prisma, un polo sería “City” y el otro “Ocean Machine: Biomech”. «Ocean Machine» –sin el Biomech, que ya cansa– sería el comienzo de algo nuevo en la carrera de Devin, algo que daría una nueva perspectiva a su sonido, y cuyo eco siempre resonaría a posteriori.

Desde entonces, todo se dividió en dos. Por un lado estuvo la Strapping Young Lad, donde daría rienda suelta a su lado más salvaje, coqueteando –mira que odio esa palabra, coquetear, suena a alguien acicalándose (otra palabra que odio), pero esta reflexión no tiene nada que ver con la reseña, así que regresemos a donde nos habíamos quedado…– con el death y otros estilos extremos, y por otro sus discos en solitario, que comenzó a acuñar como Devin Townsend, donde rebajaría el nivel de violencia a términos más asequibles al mayor común denominador prog, salvo excepciones como “Physicist”, de influencias más thrasheras.

Y después de eso, ¿qué? Pues formar una nueva banda en solitario, The Devin Townsend Band, que iría a la par con la Strapping Young Lad. Tuvimos con esta última unos pocos discos más, incluyendo por ejemplo “Alien”, para cuya composición dejó de tomarse la medicación para tratar su trastorno bipolar. ¿Quien dice que unos aliens no estuviesen controlando su psique a través de las pastillas? Por otra parte, en su nueva banda en solitario continuó haciendo la contraparte más tranquilita, con álbumes como “Synchestra”, con influencias folk, o la aclamada rock-opera sobre el querido alien onírico –qué rollo tan raro tenía con los aliens, ¿sería otra vez por la medicación?–, «Ziltoid the Omniscient«, un verdadero álbum en solitario con todos los instrumentos tocados por él. Perdón, por Él.

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Poco después, casi acabando la década, comenzó una nueva banda, Devin Townsend Project –mucha creatividad, pero no para los nombres de sus proyectos–, dejando a un lado por siempre la Strapping, dejando igualmente a un lado las drogas y dejando también a un lado su exuberante cabellera. ¿Qué compuso? Muchos álbumes, cada uno con distinto toque y estilos, y a día de hoy la calidad de cualquier cosa que saque sigue sin bajar. Sea pop metal, new age o rock progresivo, Devin no agota la cocorota.

Volvamos ahora atrás en el tiempo, pues el «Ocean Machine» es el álbum que escucharemos dentro de poco, y lo que nos podemos encontrar en él es mucha experimentación. Es en temas como “Night”, donde una alegre melodía te eriza cualquier pelo –por depilado que estés– al crear un afilado contraste con la profunda melancolía del tema, o en la ambiental “3 A.M.” y “Voices in the Fan” cuando esto se hace más patente.

Y si eres un hombre de mundo y te cansas rápido de lo que ya has visto, aquí no encontrarás tregua, tenemos desde la más heavy del álbum “Regulator”, con riffazos de calidad extra gourmet –el primero es de toma pan y mójalo hasta que se deshaga en las manos–, gritos demoníacos y aplastamiento fatal contra el duro asfalto: una fuerza capaz de parar un tren; hasta la depresiva “Bastard” y su lastimero riff principal, que nos arrastra poco a poco hacia un abismo sin fondo, en contraposición a la optimista y casi risueña “Funeral”, de título algo desafortunado y que no le hace mucha justicia. Y cuando una bellísima “Things Beyond Things” parece disolverse en el océano, surge un alarido del averno, condenando a los usuarios de cascos o auriculares a una dolorosa muerte neuronal, y proclamando a los cuatro vientos “no tenía por qué trolearos, pero lo hago, porque puedo”, y todo acaba bien.

Solo queda felicitar al “Ocean Machine” por cumplir años en tan buen estado. No todos pueden llegar a los veinte tan frescos como el primer día.  Para mí es un disco que siempre ha estado ahí, al menos desde que supe que estaba ahí. Lo cual no es tanto tiempo, pero el caso es que ha estado ahí desde que ha estado ahí. Cuando me desvelo por las noches y no puedo volver a dormirme, me pongo “Night”. Sigo sin poder dormir, pero eso que gano. Cuando siento que todo está perdido, “Funeral” lo arregla todo. Ahora que lo pienso, “Life” también sería una opción. Cuando siento que la música está muerta, “The Death of Music” me quita la idea de la cabeza. Todo es posible con el “Ocean Machine”, incluso verlo en directo al completo… que bien traído.

Ahora, una ovación por Devin: “Even when you’re alone, you’re never alone!” Devy está contigo. Devy nuestro que estás de gira, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu genialidad, hágase tu muro de sonido tanto en la tierra como en los cielos, no nos dejes caer en el mainstream y líbranos del mal, que es básicamente el mainstream. Achús.

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