Desde mediados y finales del 2000 hemos sido testigos de la proliferación y el ascenso mediático de un conjunto de bandas que, a nivel estético, visual y musical, comparten muchas características. ¿Estamos hablando de una nueva ola de prog? Solo el tiempo lo dirá. Bandas como Agent Fresco, Caligula’s Horse, Haken, Soen, Rishloo o los últimos Klone son un buen ejemplo de ello. Un sonido orgánico, por momentos frenético y tribal, en otros calmado y minimalista, pero con una constante clara y predominante: el trabajo vocal, casi coral diría yo, de sus frontman. Voces limpias, con melodías suaves y accesibles, que juegan en contraposición muchas veces con las duras bases rítmicas, son un denominador común en la mayoría de estas agrupaciones.
Pero sin lugar a dudas, para mi destacan sobe todas ellas nuestros bendecidos Leprous. Como no, Madness Live! ha dado buena cuenta de ello y los noruegos vuelven a Barcelona tras su paso por el Be Prog! My Friend en 2015. Esta vez traen una propuesta interesantísima: un Show By Request, en el cual todos los fans de la formación han podido elegir el tema que quieren ver en directo, conformando el setlist con los más votados, que será interpretado íntegramente en el Poble Espanyol. Dicho esto, vamos a indagar un poquito en su discografía y explicar por que, para un servidor, Leprous ondean con más fuerza que nadie la bandera del prog metal actual.
Formados en 2001 por el vocalista y teclista Einar Solberg y el guitarrista Tor Oddmund Suhrke lanzan su primera demo, “Silent Water”, en 2004. Pero no es hasta 2006 cuando editan su primer lanzamiento de larga duración (también en forma de demo) “Aeolia”. Este Aeolia, compuesto por once temas, nos muestra a los Leprous más experimentales, moviéndose en terrenos claramente avant-garde. Inspirados por sus compatriotas Arcturus, Borknagar y la todopoderosa presencia de Ihsahn y sus Emperor, nos regalan grandes momentos como el primer tema “Disclosure”, la electrónica y desquiciada “The Great Beast” o la hermosa “Last Word”, quizás la que más nos recuerda a los Leprous actuales.
Estos primeros años se caracterizan por una alta inestabilidad en la formación. Echo que cambia con el lanzamiento de su primer álbum “The Poppy Syndrome”, en 2009, donde aúnan fuerzas con Øystein Landsverk y Tobias Ørnes Andersen, segundo guitarrista y batería respectivamente. Este disco supone un paso más de lo que venían demostrando en las demos, encontrando canciones de larga duración con pasajes tremendamente variados, pasando de momentos tranquilos a estallidos de locura, donde las voces guturales se intercalan entre las preciosistas melodías de Einar. Hallamos aquí por primera vez un arduo trabajo en la composición de melodías, sin duda el punto fuerte de Leprous, que explotarán con enorme satisfacción en los siguientes lanzamientos. No podemos evitar fijarnos en el “caos” inherente que sigue emanando de sus canciones, que quizás reste coherencia al conjunto, pero estando en pleno proceso de reinvención y búsqueda de su sonido, es algo completamente comprensible.
Temazos como el corte inicial “Passing” (si, saben como abrir un disco, eso queda claro) y la casi neo-clásica “Fate”, donde el uso del falsete por parte de Einar -técnica muy utilizada y característica inconfundible del sonido de la banda- nos pone los pelos de punta, así como esa pequeña incursión de la guitarra acústica, un lujazo. La rápida “Not Even a Name”, la instrumental “The Poppy Syndrome”, con ese spoken word tan característico y “White”, cuyo teclado hammond y el solo de guitarra final (de las pocas veces que vais a ver a Leprous metiendo un solo, disfrutadlo) hará las delicias de los más clásicos, ponen punto final a un disco donde Leprous dejan entrever sus fauces, para poder mostrarnos más adelante lo que son capaces de hacer realmente.
Con el lanzamiento en 2011 de “Bilateral” consiguen llamar la atención de los grandes medios, gracias también por ser la banda en directo de Ihsahn. En este álbum vemos un punto de inflexión importante en su música, principalmente por un factor que les ha beneficiado enormemente: la simplificación de su sonido. Canciones más cortas, más directas, dando espacio para la experimentación pero evitando esos momentos de vorágine, con transiciones más equilibradas y compensadas. Los teclados se tornan paisajísticos, más ambientales, se tocan las notas que hacen falta, ni una más ni una menos.
Los coros se hacen indispensables y la ornamentación de cada fragmento dota al grupo de una calidad suprema, la originalidad rebosa por doquier. Desde el single y más accesible “Restless” pasando por la fuerza bruta de “Forced Entry”, la maravillosa “Acquired Taste” -con esa nota mantenida en el estribillo que pone la piel de gallina- o la jazzística “Thorn”, el sonido es impecable. Mezclado y masterizado en los Fascination Street Studio por Jens Bogren, conocido por trabajar con grandes pilares de la música progresiva como Katatonia, Pain Of Salvation, o Devin Townsend. Leprous ya empezaron a jugar aquí en otra liga, ¿Pero sabes que? Aún no habían creado su ópera magna.
Volviendo a confiar en Jens Borgen para la mezcla y en el sello independiente Inside Out Music, editan en 2013 el que es posiblemente el álbum más rompedor de lo que llevamos de siglo, “Coal”. Yo mismo no recuerdo un inicio que me halla dejado más perplejo en la vida. Los primeros compases mecánicos de “Foe” y esa abstracta melodía de Einar casi perfecta, nos llevan a un inusitado terreno virgen. Con la llegada del final y ese largísimo outro casi silábico, uno solo puede respirar profundamente y asimilar que se encuentra ante algo gordo, muy gordo. Desprenden agresividad sin rabia, melancolía sin sensiblería, epicidad sin triunfalismo.
Con “Chronic” y “Coal” continúan explorando esa capacidad de dejarnos la piel desnuda. Y entonces llega la joya de la corona, “The Cloak”. Profunda, mística y por que no, comercial. Tema con el que descubrí a Leprous y una de mis favoritas, por que no todo el mundo es capaz de componer temas tan accesibles y completos como este, una obra de arte. La intrincada “The Valley” -con otro extenuante final marca de la casa- o la extrema “Contaminate Me” cierran un disco complejo y pulcro, con mil y un matices que esperan a ser descubiertos por el oyente voraz.
Llegados a este punto, uno se pregunta: ¿Serán capaces de ofrecernos algo mejor a partir de ahora? Una pregunta difícil, pero la respuesta es el contundente mazazo que supone en 2015 “The Congregation”. Asimilando el sonido conseguido en “Coal”, “The Congregation” supone un paso más. Una propuesta similar donde Leprous consiguen canalizar todas esas ideas y dar un plus de calidad sobradamente superior. La portentosa “Rewind” -tema estrella del álbum- o “Third Law” con su “Somewhere, someone must bow… Despair, hidden somehow… Somewhere, someone must bow” que se repite hasta la saciedad, debilitando tus fuerzas de tal manera que finalmente caes rendido a sus pies, describen a la perfección lo que digo.
La incorporación de Baard Kolstad a la batería juega un papel fundamental en el citado salto de calidad, su contribución en las nuevas canciones era necesaria, empastando a la perfección los complicados y dinámicos pasajes de guitarra y teclado. Destacar también el inconmensurable trío que suponen “Slave”, “Moon” y “Down”, lo mejor que han compuesto Leprous en toda su trayectoria, y te las presentan así… una detrás de otra, seguiditas.
Para finalizar, decir que muchos de nosotros no somos conscientes de la cuota tan alta que han alcanzado los noruegos con este tándem formado por “Coal” y “The Congregation”, que será el sagrado fruto del que beberán muchas de las futuras bandas del género (sino están bebiendo ya), no me cabe la menor duda. ¿Cuales son nuestras expectativas ahora? Simplemente disfrutar de los próximos lanzamientos de la banda (su quinto disco, «Malina», ya ha sido anunciado para el 25 de agosto) y de sus impresionantes directos, por ello la cita del día 1 de Julio en el Be Prog! My Friend es obligatoria para cualquier amante de la música, y sino echen un vistazo a su “Live at Rockefeller Music Hall” del año pasado, pura magia.
Una respuesta a “Leprous: El estandarte de un nuevo sonido”