Estos últimos meses he estado sumergiéndome en los trabajos que todavía no había escuchado de Cynic. Mi compañero chusobosch ya se encargó de acercarnos a ellos a través de cuatro artículos extensos desgranando su discografía, y pese a que al principio solo escuché «Focus» tras su recomendación, el resto de discos fueron cayendo poco a poco. Lo curioso es que si «Focus» me resultó muy chocante de primeras, al final está terminando por ser mi «menos favorito». Pero al fin y al cabo el valor de este disco es lo trascendental que fue, lo compusieron en un momento en el que un álbum así era impensable, y cambió las reglas del juego. A día de hoy, más de veinte años después, se puede percibir su eco en muchas bandas modernas. «Traced in Air» supuso el regreso, estilo concretado y producción sobresaliente; «Carbon-Based Anatomy» confirmó su alejamiento del death metal, teniendo dos de los himnos de su discografía, el tema homónimo y «Box Up My Bones»; «Kindly Bent to Free Us» nos presentó a los Cynic más minimalistas pero sonando todavía a ellos en cada nota, y fue el álbum con el que la banda se separó en malos términos un año después de su publicación.
Al escuchar «Kindly Bent to Free Us» y darme cuenta de que conectaba más con los Cynic más ligeros, pensé que quizás Æon Spoke podía ser un proyecto de mi interés. Necesitaba conocer más sobre la figura de Paul Masvidal y su genio musical (sin desmerecer a Sean Reinert), y ver cómo se desenvolvía en un formato de estructuras más simples cercanas al indie y rock alternativo me parecía como mínimo curioso. Me decidí para empezar por su primer trabajo de 2004 «Above the Buried Cry«, el cual he estado escuchando estos últimos días y en el que como no podía ser de otra forma, hay mucho que rascar.
Antes de escucharlo olvidaos de la etiqueta progresivo. Si venís buscando algo experimental o en la línea del eclecticismo de Cynic vais a sentiros defraudados. En «Above the Buried Cry» vais a encontrar un sonido cercano al de las bandas de rock alternativo americanas de los 90, en un formato calmado y minimalista con guitarras acústicas, estructuras pop y pocas sorpresas y cambios. ¿Entonces dónde está la gracia? En que siguen siendo Paul Masvidal y Sean Reinert, lo cual se nota en el sentido de las melodías, las atmósferas, los fills de batería en momentos puntuales… Y en que consiguen mantener la esencia de misticismo que parece inseparable de sus composiciones.
«No Answers» es la encargada de abrir el disco, y conforme se desarrolla no puedo evitar notar ciertos paralelismos con Dinosaur Jr. en la guitarra. El juego de timbales le da un groove interesante a la progresión de acordes marca de la casa, mientras que en el estribillo el punteo tienen un tono y efecto similar a la forma de tocar de J. Mascis. Y Paul consigue con su voz de registro algo limitado (en esta ocasión sin ninguna clase de efecto robótico o vocoder) hacer unas líneas vocales que destilan gusto por todas partes. Desde luego si eres seguidor de Cynic debes escuchar este disco, aunque sea por mera curiosidad de fan. Demuestra lo polifacéticos y camaleónicos que pueden llegar a ser este par de músicos.