Cuando una de tus bandas favoritas anuncia nuevo disco, se crean sentimientos encontrados. Por un lado se dispara el hype, las ganas de escuchar nuevo material y revivir la experiencia de degustar un álbum suyo por primera vez. Se convierten en el impulso que te guía. Pero por otro lado está el miedo, las dudas. ¿Será más de lo mismo o habrán evolucionado? ¿Se habrán reinventado? ¿Conseguirán causarme el efecto que me llevó a situarlos en un altar? ¿O me defraudarán?
Todo esto se ve multiplicado si es una banda a la que tengo tanto aprecio como Anathema, y más aún si en la discografía casi inmaculada de los ingleses los discos más recientes son tres obras de la envergadura de «We’re Here Because We’re Here», «Weather Systems» y «Distant Sattelites«. Decir que las expectativas estaban altas era quedarse corto, pues la formación de Liverpool nos había acostumbrado a no dar un paso en falso. Tras siete años sin publicar ningún disco más allá de los directos y las versiones acústicas del «Hindsight», la banda liderada por los hermanos Cavanagh abandonó la oscuridad y se convirtió en una fuente de la luz más pura. Lo único que se les podía echar en cara es haber encontrado un sonido en el que, aunque emocionalmente impagable, empezaban a sentirse demasiado cómodos, y la fórmula amenazaba con poder agotarse.
Y es aquí donde entra «The Optimist«, un trabajo que antes de ser publicado ya contaba con una gran responsabilidad en la dirección que seguiría la banda, la de volver a lanzarse a explorar nuevos sonidos, o la de estancarse en el inmovilismo creativo. La oscura portada de Travis Smith y el renovado logo fueron una declaración de intenciones: Anathema deseaban volver a salirse de su zona de comfort, y así sorprender a nuestros oídos y nuestras almas. Para ello sin embargo optaron por mirar hacia su propio pasado y rescatar algunos elementos, como es la melancolía de tendencia menos luminosa, y una historia a la que le faltaba un final. «The Optimist» es la continuación de «A Fine Day to Exit«, el disco más alternativo y para mi menos inspirado que nos han dado. Pero la idea de retomar algo así me pareció interesante, así que mi actitud ante el disco se mantenía optimista.
Mi opinión sobre el álbum ha ido evolucionando. De las sensaciones ambiguas iniciales al rechazo, de dejarlo aparcado por la indiferencia que me generó inicialmente a acercarme poco a poco, eligiendo los temas que más me llamaban hasta ir uniendo por piezas aisladas el puzzle y entenderlo en su conjunto. Pero mi percepción inicial no ha llegado a cambiar del todo, la realidad es la que es: con «The Optimist», Anathema han sacado sin duda uno de los discos más flojos de su discografía.
«The Optimist» es un punto de inflexión en la discografía de la banda en varios sentidos. Rompe con la tónica de los tres anteriores trabajos, abrazando del todo recursos como la electrónica, que explota muy acertadamente. Demuestra que podemos seguir esperando una evolución en su estilo, porque el cambio es algo que llevan en el propio ADN de la formación. Pero por otro lado los demuestra faltos de ideas y de una dirección clara que si cohesionaba sus anteriores trabajos. Los temas son muy dispersos, faltos de coherencia, y con estructuras que van del conservadurismo en sus clásicos crescendos a experimentaciones que se agradecen pero no terminan de florecer como se esperaría.
Pero en defensa del disco, he de decir que ha crecido mucho con las escuchas. Pero no se hasta que punto es fruto de unas composiciones que necesitan tiempo para asentar o del empeño del fan que se esfuerza en encontrar elementos a los que agarrarse en cada composición… y creo que es más lo segundo que lo primero. «Weather Systems» y «Distant Satellites» sonaron en bucle en mis altavoces, sin pausa, desde que salieron. Y «The Optimist» ha requerido mucha voluntad para volver a él hasta conectar.
Pero obviamente por crítica que sea la reseña, no todo es malo. «Leaving Behind» es un tema solido en el que las bases electrónicas brillan sobre un desarrollo que rompe con los últimos discos, mientras que la lenta «Endless Ways» resulta apoteósica, los ingleses saben como jugar sus cartas en los temas que canta Lee Douglas. En él aparecen unas guitarras con delay centradas más en la creación de texturas sonoras que en los toques post-rockeros que les caracterizan. El tema homónimo ha pasado de aburrirme a atraparme, y la instrumental «San Francisco» sencillamente me encanta, con esa fusión de melodías de piano y electrónica tan hipnótica.
«Springfield» como adelanto no resultó demasiado rompedor, pero sin embargo como eje central del álbum se posiciona en uno de los temas más fuertes de «The Optimist», solemne, oscuro, intenso. «Ghosts» es una balada que, sin aportarnos nada que no nos hubieran ofrecido ya antes, funciona de una forma genial porque apuestan por caballo ganador. Y es en el último cuarto del disco donde todo se vuelve más impredecible y borroso. En «Can’t Let Go» suenan a unos Porcupine Tree descafeinados, resultando un tema ligeramente olvidable. «Close Your Eyes» resulta misteriosa y atrapante, creando un ambiente a club nocturno de jazz enfocado a que destaque la voz Lee Douglas. Un buen corte refrescante que sin embargo queda descontextualizado en el tracklist.
«Wildfires» continúa con la atmósfera sombría a base de piano, sobre la cual juegan a modificar los mantras con efectos y con una base electrónica para entrar al final la batería real, ayudando a crecer el tema junto a las guitarras y Vicent cantando sin interferencias. Y por último «Back to the Start» me parece el despropósito del disco, cerrando con un corte de vibraciones optimistas pero vacuas, con unas melodías que parecen propias de una banda como Lynyrd Skynyrd, lo que de por si no me parece mal, pero no es desde luego lo que pida el álbum.
Evolucionar no siempre es sinónimo de acertar, y desde luego con «The Optimist» no lo han hecho. Me quedo con la intención de cambio que me parece algo esencial, y confiaré en que este disco solo sea un tropiezo y aclaren que es lo que desean hacer en el futuro. Por lo menos tras su paso por el Be Prog! de este año puedo confirmar que, aun con problemas técnicos, sus directos siguen siendo algo inolvidable, y que los temas nuevos se adaptan muy bien a su setlist. A ver si puedo ir a verles en su paso por España junto a Alcest, sería ya mi cuarta vez viéndoles, y desde luego no la última.
Can’t Let Go, olvidable? Concuerdo que no es uno de los mejores discos (por el contrario), pero si hay algo que lo “salva”, son tres canciones simplemente geniales: Leaving Behind, Back to the Start y Can´t Let Go, que dicho sea de paso, está sin lugar a dudas en el “Top Ten” de las mejores canciones de la banda “Liverpooleana” (ojo, soy mas “fan” del Anathema antiguo, que de los lanzamientos posteriores a Judgement). Pero en fin, son gusto. Saludos!