El mundo ha cambiado. Lo siento en el agua. Lo siento en la tierra. Lo huelo en el aire. Todo comenzó con la forja de las grandes bandas. Vengeance fue entregada al heavy metal, inmortal, el más sabio y honrado de todos los géneros musicales. Star One al power metal progresivo, gran minero y artesano de las cavidades metaleras. Y Stream of Passion al metal sinfónico, que ansía, por encima de todo, el poder. En aquellas bandas residía el poder y la voluntad de dominar a cada estilo. Pero todos ellos fueron engañados, pues otra banda más fue forjada. En la tierra de Holanda, en las aguas del Mar del Norte, el Señor Luminoso Arjen forjó en secreto la banda regente Ayreon, para controlar a todas las demás. En esa banda descargó toda su honestidad, creatividad y calidad compositiva. Una banda para gobernarlos a todos. Una banda para encontrarlos. Una banda para atraerlos a todos, y atarlos en la luz.
Una a una, las bandas libres del metal fueron sometidas por el poder del folk progresivo. Pero hubo algunas que resistieron. Una última alianza de jevis y trves lucharon contra el ejército de artistas invitados de Arjen, y libraron su batalla por la esclavitud del metalero medio. (Suena música pomposa). La victoria estaba próxima, pero nada puede acabar con el poder de Ayreon. Y fue en aquel preciso momento, desvanecida ya toda esperanza, cuando Tobias Sammet, capitán de las tropas de Arjen, pronunció una soflama que enardecería a sus epígonos y cambiaría las tornas de la guerra:
–¡Seguid en posición! ¡Seguid en posición! ¡Hijos del rock, y del metal, mis hermanos! Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día, en que el valor de Ayreon decayera, en que el maestro Arjen olvidara a sus fans y se rompieran los lazos de nuestra comunidad. Pero hoy no es ese día. En que una hora de plebs y guitarras rotas rubricaran la consumación de la edad del prog. Pero hoy no es ese día. ¡En este día lucharemos! Por todo aquello que vuestro corazón ama, de esta buena música, ¡os llamo a escuchar, hombres del Oeste, el nuevo disco de Ayreon, «The Source«!
Ahora, despertad, todo esto ha sido un sueño infundido por las sustancias alucinógenas que habéis tomado pero no recordáis haber tomado. Pero sí lo habéis hecho, ¿no es maravilloso? El poder de la mente humana. Ayreon, como seguramente habréis visto en vuestro difuso sueño, nos trae a diversos cantantes y músicos del panorama metal/rock, teniendo en este caso, entre otros –porque hay otros–, a Tobias Sammet (Edguy, Avantasia), Hansi Kürsch (Blind Guardian), Rusell Allen (Symphony X), James LaBrie (Dream Theater), Simone Simons (Epica), Floor Jansen (Nightwish), Tommy Karevik (Kamelot), Tommy Rogers (Between the Buried and Me), Zaher Zorgati (Myrath), etc, y con Paul Gilbert, Guthrie Govan, Marcel Goenen o Mark Kelly haciendo algún solo por ahí. ¿A que ahora el sueño os parece más divertido que mi retahíla de nombres? Pues bien, la historia es una precuela de su trabajo “01011001” y en definitiva de todo el universo Ayreon que comenzó en “The Final Experiment”, cuya historia no os voy a desvelar, pero que incluye, como en toda buena y tópica historia de ciencia ficción, una raza en distópico jolgorio, unas máquinas cuyo rol podéis suponer y un viaje interestelar al quinto coño. Si tenéis imaginación quizá os haya revelado la historia al fin y al cabo.
Las reglas del mundillo me impiden que siga divagando y que me centre en las canciones, así que allá vamos. El álbum está dividido en dos CDs y cuatro partes o crónicas, contando cada una parte del meollo, como es normal, porque si todas contasen lo mismo, esto sería un disco de hard-rock (ejecuto hara-kiri). Ah, sí, lo de dejar de divagar, voy. Entra la voz de LaBrie en “The Day that the World Breaks Down” y… espera… LaBrie, ciencia ficción… ¿es esto “The Astonishing 2”? ¡Corred, insensatos! Qué miedo os ha metido ese disco, bribones, pero por favor, no es para tanto. Os digo con seguridad que no lo es. Los diferentes vocalistas se turnan en lo que parece –y es– el comienzo de una metal ópera espacial de siete octavos de narices, que ya es mucha nariz. Por cierto, que no es una introducción, sino un tema bien largo, olé. “Sea of Machines” y “Everybody Dies” os pueden dar un ligero atisbo de por dónde se desarrolla la historia. De mis favoritas del trío se desmarca esta última, con ese aire jocoso y teatral que le da un rollo desenfadado y divertido, contrastando con… la muerte… de todo… el mundo. Sin palabras.
“Star of Sirrah” comienza la segunda crónica con un nivel espacial, casi tanto como el toque de la canción, que evoluciona en un tema largo y progresivo con gancho y mucha potencia, aunque no parece llegar a despegar del todo, al menos hasta el solo que llega casi al final. En “All That Was” Floor Jansen nos regala un lamento folk embaucador, triste como la historia que relata. “Run! Apocalypse! Run!” concentra da un contraste extraño, con el que ya nos encontrábamos en “Everybody Dies”, a saber, melodías y bases rítmicas rápidas modo power y en cierto modo un aspecto divertido, pero con un fondo oscuro y desolador… y en mi opinión el tema nunca llega a decantarse por uno u otro lado. Gran trabajo de ambigüedad, intencional o no. Ya premio hasta la ambigüedad. Cierra el primer disco “Condemned to Live”, la cual destaco como temazo porque lo es. ¡Joder si lo es! Este apotegma y muchos más están recogidos en mi último compendio: “Cosas Que Molan Porque Sí”.
Segundo disco –tercera crónica– más positivo de lejos que el anterior. El ambiente pesimista de las anteriores crónicas desaparece, es un nuevo amanecer. Todo esto vemos en “Aquatic Race” desde los coros que abren como diciendo “eh, que estamos abriendo un nuevo disco” hasta los diálogos que forman los distintos versos, muy bien construidos, que no dejan lugar a dudas: una nueva oportunidad se ha abierto para los Alphas. Fuera, spoiler malo, fuera. En una onda más ambiental y ensoñadora sigue “The Dream Dissolves”, tomando el protagonismo Simone Simons con su voz más dulce, y donde el golpe de gracia lo aporta el in-cre-í-ble –palabra plana con hiato en ei –, solo de guitarra de Marcel Coenen. Según el propio Arjen, le comentó que podía mejorar mucho el solo, y gracias que el hombre no se lo tomó a mal y lo volvió a trabajar y grabar, porque el resultado es para ir dando palmas hasta Sevilla.
Y cuando pensamos que esto no se puede superar, vemos que quedan diez canciones. El sol nos sonríe. “Deathcry of a Race” nos traslada al mundo del folk-rock con la flauta inicial, hasta convertirse en un temazo power con momentos orientales: ahí tenemos ese pasaje arabesco con Zaher Zorgati al micro, dando cuenta de que la variedad sigue siendo el aceite que engrasa las tuercas que atornillan la tapa que encierra el motor de esta nave interestelar. Le sigue más o menos en estilo “Into the Ocean”, de las más power del conjunto, que acaba con fuerza esta tercera crónica.
Empieza la cuarta y última crónica, la más alegre de todas, con “Bay of Dreams”, con una base electrónica y LaBrie narrando y dándole un feeling lento y elegante. Turno de “Planet Y is Alive”. Para dar la pista definitiva, “Y” en código binario corresponde a “01011001”… ¿ya? Un tema con fuerza, Hansi Kurch aportando el granito Blind Guardian, y destacando uno de los momentos más metal del álbum, que sin duda abundan y han recuperado muchísima potencia desde el último “The Theory of Everything”, que era mucho más prog, ambiental y centrado en los teclados. Una preciosa “The Source Will Flow” fluye mejor que su título, dándonos un momento para apreciar la belleza de la voz de Tommy Rogers –quién iba a imaginar que pegaría en un álbum de Ayreon–, LaBrie y Simons, que dan su mejor interpretación ante un sencillo fondo marino.
Nuevo párrafo y nueva y última vuelta al power en “Journey to Forever”, esta vez con un inicio que es casi un plagio de Avantasia, con esos coros bombásticos y al momento… bueno, la voz de Sammet, que casualidad. Tan optimista que casi roza el absurdo, me encanta. Acabamos con “The Human Compulsion”, donde el ruido de maquinaria y palabras como “liquid eternity” nos trae recuerdos del pasado… ¿acaso las máquinas planean algo? Si habéis escuchado el “01011001” conoceréis la respuesta. Valga de momento decir que esta es la canción donde los vocalistas presentes dan su mejor interpretación –el puto grito de Nils Rue me recorre la espina dorsal cada vez que suena–, poderosa y emotiva, y es que la canción está para eso, más bien un interludio para lucirse, y “March of the Machines”… bueno, sí, está claro que las máquinas planeaban algo, no sé ni para qué lo dejo entrever antes. Simplemente una outro que cierra con doce sobre diez, si eso fuera posible. Qué lástima que esto sea la precuela… si bien una pre-precuela no estaría mal. Ahí lo dejo.
Aquí acaba la leyenda
De Ayreon y su grandeza
Que, sin mostrar flaqueza
Fuerte acabó la contienda
Gentilhombres acuden al rey
Haciendo valer la ley
A presentar sus tonadas
Con harto esmero creadas
La luz venció firmemente
El sol lució fieramente
Oscuridad, presta rindióse
A tan gallardos embates
Me voy a comer chocolate
Una respuesta a “Ayreon – The Source”