Mastodon vuelven a la carga con nuevo LP, en concreto el séptimo álbum de la banda de Atlanta, titulado «Emperor of Sand» (Reprise, 2017). Ha sido producido por Brendan O’Brien, con el que ya coincidieron en la que es para mi su mejor obra hasta la fecha: Crack the Skye (Reprise 2009). Dato más que suficiente para coger con muchas ganas este nuevo disco, que siguiendo la línea de todos sus álbumes, viene acompañado de un trabajo artístico fantástico realizado esta vez por Alan Brown «Medusawolf».
A estas alturas de la carrera de Mastodon uno siempre piensa que más tiene que ofrecer una banda como esta, han explotado al máximo su estilo y recursos hasta casi agotarlos, cierto, pero aun así siempre consiguen trabajos homogéneos, compactos. Y aunque no suenen con la frescura de sus primeros discos (¿quién es capaz de lograrlo a lo largo de su carrera?) logran engancharte al menos durante el periodo necesario para mantener a Mastodon en un lugar muy alto en mi lista de bandas favoritas.
«Emperor of Sand» viene despiezado en 11 cortes jugosos. Recomendado siempre escucharlo a alto volumen, el LP empieza para que no pienses que te has equivocado de disco: si, son Mastodon, ese riff, ese sonido de guitarra, esos redobles, esas voces, el sello de identidad se mantiene intacto y lo explotan a lo largo de todo el disco, que tal vez se haga demasiado largo, con algunos temas que probablemente si no hubieran estado en el disco no hubiera pasado nada.
Las dos primeras canciones son dos singles con palabras mayúsculas, «Sultan’s Curse«, primer corte hace que nos enganchemos al disco de forma inmediata, cosa que no siempre ha pasado con Mastodon, que nos tienen acostumbrados a tener que realizar varias escuchas del disco para poder digerirlo y asimilarlo, no es el caso, a pesar de la complejidad en la composición, entra como un granizado de limón en un caluroso día de agosto. Y eso se hace más evidente aun en «Show Yourself«, no recordaba un single de Mastodon tan directo, pegadizo y efectivo desde «Blood and Thunder» («Leviathan», 2004).
El tema de las voces en los últimos trabajos de Mastodon es digno de estudio, no recuerdo una banda en el que el papel del vocalista esté tan repartido, siempre me ha gustado la voz del bajista Troy Sanders, pero reconozco que la aportación de Brann Dailor (batería) es magnífica, y desde «Crack the Skye» su aparición es ya casi obligatoria, y estoy seguro que si su forma de tocar se lo permitiera, cantaría en muchas más partes.
Continúa el disco con «Precious Stones«, donde el guitarrista Brent Hinds vuelve a tomar las riendas de la voz, y «Steambreather«, que continúa con la frenética descarga de temazos, llegando a un punto en el que el repertorio exhibido por «el hombre riff» Bill Kelliher, es ya insultante, no se le puede sacar más partido a las 6 cuerdas. Con «Roots Remain«, cerramos este primer bloque de canciones y ecuador del disco, un tema fantástico con tal vez las mejores lineas vocales del LP acompañadas de arpegios y ambientes misteriosos, demostrando la versatilidad de la banda para moverse en muchos terrenos, con un solo de guitarra final marca de la casa.
El segundo bloque empieza con «Word to the Wise«, tal vez la menos cuidada de las canciones hasta ahora del disco, y si me apuras la más vulgar, al menos en comparación con el alto nivel por el que transcurre el álbum. «Ancient Kingdon» es un intento de volver al camino marcado por los primeros temas, que mejor forma de conseguirlo que con los redobles imposibles de Brann Dailor y la desgarrada voz de Troy y Brent (lástima que no puedan defender en directo estas voces a veces tan sobre-producidas)
Estamos en un punto algo tedioso del disco, son Mastodon, sabemos que ese momento puede aparecer a estas alturas de disco, y con «Clandestiny«, donde coquetean con la psicodelia, «Andromeda«, otro de los temas de los que tal vez prescindiría, y «Scorpion Breath«, dan paso a una pequeña joya que se esconde al final del disco.
«Jaguar God» es una canción atípica en un disco como «Emperor of Sand», bajan las revoluciones de los redobles, se apagan las distorsiones de las guitarras, las voces se apaciguan….o al menos los primeros de los casi ocho minutos que dura la canción (hasta ahora, cosa rara, casi todos los temas apenas sobrepasan los 4 minutos), porque luego a medida que nos describen al félido animal, se lo encuentran frente a frente todo vuelve a la «normalidad», las guitarras vuelven a rugir, las baterías a tronar y las voces a desgarrar.
Un buen broche final para un buen LP. Desde que los descubrí con «Leviathan» (aún tengo pesadillas con el payaso del videoclip de «Blood and Thunder») cada vez que acabo de escuchar el disco de turno, siempre pienso lo mismo, ya no pueden dar más de si, se les han agotado las ideas, y siempre me dejan con ganas de escuchar más. Y este disco no es una excepción. Habrá que estar atentos a sus trabajos en proyectos paralelos, porque esta gente sigue demostrando que aún tienen mucho que decir en este mundillo.
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