Canción de la semana: Three Lives

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En una de esas tardes de verano en las que el calor te invita a disfrutar de una tarde más relajada, me reuní con un viejo amigo. Hablando y filosofeando sobre el estado de la música progresiva actual, éste tecleó una fórmula secreta en el teclado de mi ordenador y las melodías, como líquido etéreo, comenzaron a brotar por los altavoces. Además, justo antes le había comentado que la música actual rara vez me impresionaba, pero esta me había dejado, literalmente (y sin pelos en la lengua), flipando.

Le comentaba a Jose, quién fuera antiguo miembro de Spreading the Sound, que la música actual ha llegado a sostenerse bajo el eje de la banalidad. Tampoco es para sorprenderse, pues el arte, y en este caso la música, siempre refleja el hecho sociocultural del momento. Y en un intento por recuperar esa creatividad y originalidad de la época dorada de mediados a finales del siglo pasado, se ha caído en la presdigitación exacerbada, exótica y, a veces, redundante. Pongamos un ejemplo: ¿qué impresionó más a la sociedad, los efectos especiales de la primera película de Star Wars o la última película de Transformers?

Sin embargo, en todas las corrientes y generaciones hay gente brillante que a veces queda eclipsada por los que se llevan el favor de los medios. Y volviendo a la música de nuevo, para esta semana nos queremos hacer eco de un proyecto que se gestó hace un año y del que todavía se está desarrollando, de la mano del guitarrista armenio, Hovak Alaverdyan.

Octavision es un proyecto que el virtuoso Hovak ha tenido siempre en mente que le da una nueva vuelta de tuerca al progresivo moderno. Es un proyecto ideado y compuesto por él para el cual ha reclutado a distintos artistas para cada canción. Para el único tema disponible, «Three Lives«, contó con la ayuda del dios virtuoso Victor Wooten, el batería Roman Lomtadze y los teclistas Steve Weingart y Ara Torosyan.

Y lo tuve claro cuando llevaba tres minutos de canción, que ésta debía estar en Spreading the Sound. Un tema que se mueve entre el metal progresivo de Dream Theater, el neoclásico de Symphony X, melodías propias de la lejana Europa del este y un cúmulo de las influencias de cada uno de los miembros. Lo que más me sorprende es que es totalmente impredecible. Los cambios son limpios, intrigantes y con una fuerza tal que te dejan clavado en la silla. Y por no hablar de las armonías, que nos alejan de sonoridades acostumbradas. Y así, como es difícil escuchar el bajo de John Myung en DT, aquí estamos ante un verdadero festival de las cuatro cuerdas muy audible y disfrutable. Por último, decir que no me da la impresión de que, así como en los proyectos de Petrucci, la guitarra siempre es predominante, aquí lo sea. Creo que todos los instrumentos se comunican y se integran con tal harmonía, que la entrada del instrumento de viento queda de maravilla.

La canción fue un verdadero bombazo ya que un artista de la talla de Victor Wooten haciendo metal progresivo era algo que nadie se podía imaginar. Tal fue la vorágine que el propio Wooten tuvo que desmentir que formara parte del proyecto, y que solo había colaborado con este tema. Un tema que, según él, es de los más complicados que ha tocado. Y es una complejidad que no te golpea tan directamente en la cara como muchas bandas del progresivo actual. Creo que no me equivoco al decir que esta es la música que debería marcar la era post-Dream Theater. ¿Qué opináis al respecto? ¡Estamos a la espera de más noticias sobre Octavision!


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