Hace unos años –no importa cuántos exactamente–, teniendo pocas o ninguna reseña en Spreading the Sound, traje el último álbum de los alemanes Accept, Blind Rage. Pero el tiempo pasa, y lo antiguo ha de dejar espacio a lo nuevo. Y aunque este siempre estará en mi corazón, ha de abandonar el reluciente epíteto de nuevo y otorgar ese título al último álbum, The Rise of Chaos. Y aunque mis gustos cambien y evolucionen, y ahora prefiera perder neuronas con un EP de funk-rap-soul-avant-garde, o mirar hacia el horizonte lluvioso mientras me deleito con lo más ultimísimo del black ambiental más emotivo en este cuadrante de la galaxia, al final nunca podré dejar de lado ese maravilloso heavy metal que tanto me hizo –y sigue haciendo en ocasiones– ponerme a cabecear con mis auriculares a tope, mientras mi padre, viendo en la tele junto a mí algún peliculón de Steven Seagal, giraba la cabeza, me veía disfrutando a tope y sincopando el headbanging a los tortazos, y asintiendo a su vez aunque con más suavidad, pensaba: “mi hijo sí que entiende de cine”.
Y en verdad entendía, porque ver a Steven Seagal mover los brazos como un canguro esquizofrénico mientras escuchas a Accept te hace amar el cine por los restos. Ni Lee Marvin y Chuck Norris hacen tan buena pareja. Ahora, si no es molestia, voy un momento al lavabo. Ya estoy de vuelta. Accept, como todos sabemos, practican el buen heavy metal con la maestría que otorga la veteranía. En el principio fue la oscuridad, luego surgió el heavy metal y tal y cual, ya sabéis la historia. El caso es que Udo dejó el listón muy alto con su voz de viuda histérica, pero Mark Tornillo, casi tan histérico como el anterior, llegó para arrasar, y lo ha estado demostrando en los últimos discos, sin uno solo que pegue el bajón. Este The Rise of Chaos no es la excepción, es la reconfirmación de la nueva edad de oro de la banda, y nos da una muestra de la buena forma en que están nuestros lasquenetes tudescos.
Lo primero a comentar es la portada, para nada del estilo Accept, muy apocalíptica del estilo de Blood In/Blood Out de Exodus. Si bien la portada representa un cambio, el rollo del álbum no ha cambiado demasiado el sonido de sus últimos discos desde la salida de Udo. La fórmula vuelve a repetirse, eso sí, se repite con sabiduría y buen hacer, y quizá con algo más de brutalidad, que nunca viene mal. Lo que vamos a escuchar aquí es un disco para fans de Accept y del heavy metal, punto. ¿Soy yo fan de Accept y del heavy metal? Pues claro, qué iba a hacer aquí sino. Venga, al lío.
Ya en la primera, “Die by the Sword”, resalta que nada ha cambiado… incluso podemos ver en esta primera cierto aire a aquella “Stampede” del Blind Rage, tanto en el comienzo ominoso como en el riff posterior… pero claro, es que es el riffazo necesario, ese que sin saber de quién es el álbum que estás escuchando, sin saber siquiera que existe un grupo llamado Accept, te hace decir… “Oye, esto es de Accept fijo”. Acto seguido, las melodías vocales aplastantes, los detalles entrelazados de guitarra y el solo vertiginoso te dan la razón: estos no pueden ser más que Accept, sean quienes sean esos. Si morir por la espada te parece digno, espérate a que te caiga esta avalancha de metal encima.
Un riff con más groove abre “Hole in the Head”, con Tornillo mostrando algo más de diversidad en registros, lo que hace el tema más variado y entretenido… Aunque tampoco exageremos, que esto no es metal progresivo. Si morir por la espada y por un agujero en la cabeza te parece digno, pues lo mismo de antes. Turno para, “The Rise of Chaos”, tema homónimo, cuya costumbre suele ser la de condensar todas las bondades del álbum sin pega alguna. Este no cumple y sí que tiene pega, porque además de sonar a ya oído, se me hace muy monótona y repetitiva, sin nada destacable salvo el solo. No es así con “Koolaid”, que sí sabe resaltar para llamar tu atención con el primer fraseo de guitarra tan clásico, los detallitos de la rítmica, y ese toque de Tornillo reminiscente de “Fall of the Empire”, que parece que te esté contando una historia épica, y así es. Si no os suena lo del Koolaid, una rápida búsqueda en internet sobre el tema os lo aclarará.
Suenan ahora mi tema preferido del álbum, contando al tema título y al anterior “Koolaid”, que es “No Regrets”, muy optimista, en contraste con el resto álbum que, como podéis imaginar por los títulos, no es nada risueño, jugando con varios cambios de ritmo y con melodías muy interesantes. “Analog Man”es igualmente risueña, pero suena a refrito. En concreto tenemos el riff, muy similar al de «Balls to the Wall». Trata esta un tema poco recurrente pero muy interesante, y además tiene un estribillo capaz de hacer botar de alegría a un muerto, aun siendo este plenamente consciente de su estado mortal. Acabamos con el pitidito que sonaba cuando se conectaba el módem… ¡qué recuerdos! De todas formas suena a autoplagio. Por suerte consiguen subir el nivel en las dos siguientes, “What’s Done Is Done”, cuyo principal argumento es hacerte mover la cabeza muy fuerte con sus pegadizos guitarreos para que no tengas que pensar mucho en nada más, y “World’s Colliding”, con un estribillo increíble y que encierra el mejor solo del álbum.
“Carry the Weight” nos da más de lo mismo en cantidades industriales, aunque no me logra convencer, una base rítmica más plana que mi tabla de planchar. Y así llegamos al final que es “Weight to extinction”. Imaginaos el panorama. La canción está en su culmen, todo parece explotar alrededor, y de repente, silencio. Me relajo, apago el reproductor y me dirijo a la cocina. Preparo la comida, enciendo la tele y me pongo una película. Luego la apago y me voy a la cama, y… ¿porque estoy hablando de mi rutina? Da igual. El caso es que Accept son como una rutina mejorada, diría que una rutinaza. Escuchas su disco y este te recuerda al anterior, pero es tan bueno que das gracias de que no se hayan puesto a hacer experimentos raros, que para eso ya hay otros mejores. El mismo Wolf Hoffman decía hace poco en una entrevista, que siempre es más fácil cambiar que no cambiar. Ahora solo te quedan dos opciones, aceptar lo que dice y escuchar el disco, o pensar que no lo es y verte una peli de Steven Seagal. Un mundo de oportunidades se abre ante ti.