Kotzen es un musicazo, musicazo del copón,
Esto no te va a molar si te mola el reguetón,
Si lo que te va es el rap, mejor pasa d’esta cosa,
Pero si te mola el rock te volaré la pepsicola.
Seulir… RapLord… He usado molar tres veces… Spain… 2017
De muchos estilos, este tió’ha mamado
Desde el rock al blues, todo lo ha palpado
Viene de petarla, con el tito Portnoy
Y ahora en solitario, no me rima nada con Portnoy.
Pues a lo que iba, el disco está muy chulo
Temas muy diversos, y además… ehh… culo
Creo que ya es hora de empezar la reseña
Porque ejq si no se me mosquea la peña.
Yo… ¡‘Sa peña! ¡Vámonos!
Decreto Real 128/37, del 2 de diciembre de 2017, por el que se regula el uso estúpido de rimas con objeto de parecer gracioso y original, y se insta al pavo este a controlarse un poco y seguir la reseña a la antigua.
¡Qué injusticia! ¿Os lo podéis creer? Censurando mis rimas, como si fuera aquí… no sé, da igual. En resumen, que Kotzen vuelve de la gira con Winery Dogs, –o volvió, porque yo tardo más en hacer las reseñas que en dar la vuelta al mundo a gatas– con ganas renovadas de expresarse libremente, sin miedo a que censuren sus rimas, en su nuevo álbum en solitario, hecho por él y para él, donde ya es costumbre que se deshaga de ataduras estilísticas innecesarias para hacer en cada momento lo que le parece. El resultado lo veremos en las siguientes líneas… o versos, si es menester.
“End of Earth” es el tema elegido para abrir y para protagonizar el videoclip del álbum. El vídeo ni me va ni me viene –eso es cosa de gustos-, pero no permitiré que nadie le saque una sola pega a la canción. Y quien se la saque ya se puede ir preparando pues la esta barrió con una cantidad indecente de basura aposentada en la alfombrilla de mi casa. Es una metáfora para hablar sobre canciones en mi disco duro, que hay que explicarlo todo. La voz de Richie, en su mirífica singularidad, vuela… ¡vuela!, y ese estribillo da tanto amor… y ese solo final da tanto amor… y ese bajo tan grueso da tanto amor… que el corazón me estallará en el pecho en miles de esquirlas de amor.
“Thunder” sigue el camino de la anterior, pero recreándose más en las estrofas, consiguiendo matices distintos con idénticas herramientas. Tras el solo full hard rock mega cool llega un momento soul, protagonizado por la voz y la batería, que es para separarse la cabeza del cuello y sacudirla de modo asertivo. Algo menos potente, casi en forma de balada, se presenta “Divine Power”, que sobretodo en su estribillo consigue un feeling impresionante. Y luego, un solo que se pedía a gritos y pa casa. Otra cosa antes de acabar el párrafo que no viene a cuento: la portada es igual que la de “The Eyes of Alice Cooper”… igualmente fea. Tenía que decirlo en algún sitio.
“I’ve got you” nos presenta un plato con sabor a pop ochentero que pasa ante mis oídos sin pena ni gloria. Un aire más elegante tiene “My Rock”, una balada de rock clásico que sigue sin darme demasiado en la patata. Que no es mala, ojo, pero no me voy a poner a tirar cohetes. Si hay un punto a resaltar, es el bajo, realmente trabajado. Muy romántico todo. Encendemos un par de velitas, preparamos las ostras, abrimos la botella de vino y nos emborrachamos en soledad, como hacemos todas las noches. Qué palo.
El soul rompe a muerte en “This is Life”, en cuyo lento desarrollo brillan por igual bateria, bajo y piano, creando la atmósfera perfecta para que la voz de Richie arrase con cualquier reducto de resistencia y diga –eh, mirad como canto, llorad–, y nosotros miramos como canta, y lloramos, porque no cantamos como él. Y entonces dice –eh, mirad que solazo, llorad–, y nosotros lloramos, porque no tocamos como él. Y entonces suenan las últimas notas de piano, y el suelo anegado en lágrimas es testigo mudo de nuestra incontinencia emocional. Pero todo ha valido la pena, porque joder, qué temazo. “Make it Easy” lo hace todo más fácil, y nos presenta un tema roquerillo, más simple, más potente y divertido, un bajo saltarín, coros en el estribillo, pandereta super coqueta, el pack completo… ¿de qué quejarse?
El groove de “Meds” amenaza con destruir tu puto universo, figura, ándate con ojo. Y es que en tres minutos escasos poco se puede hacer, pero en la sencillez del tema, todo es maravilloso, y sobre todo el bajo que como un buen amigo hace realzar sus virtudes y relucir con más fuerza. Tronco. “Cannon Ball” poco tiene que añadir, una base de batería y teclado bastante sencilla y en mi opinión sin mucho interés, acabando con un solo muy sintético que tampoco me dice mucho. Y para cerrar, ¿por qué no algo que rompa con la tónica del disco? “Grammy” es un tema a guitarra acústico y voz, que gustará a nenes y a nenas, a padres, madres y abuelas, pues en manos del nigromante mejor valorado de internet sería capaz de levantar a los muertos.
Parece mentira que, tras más de veinticinco álbumes en solitario, más de veinticinco años de carrera musical y alrededor de veinte dedos entre manos y pies, la música de Kotzen haya conseguido mantenerse fresca hasta hoy en día. En serio, tan fresca que podríamos cepillarnos los dientes con cualquier canción y mantener el aliento con un revigorizante toque a menta hasta el día siguiente. Así que ya sabéis, Kotzen igual a boca sana, nueve de cada diez melómanos lo recomiendan, y en este caso yo me cuento entre esos nueve. Recomendado.
Una respuesta a “Richie Kotzen – Salting Earth”