Phaeleh fue un artista clave a la hora de acercarme a la electrónica en general, y especialmente a ese submundo tan atractivo y sugerente como es el del trip-hop, y posteriormente el IDM. Originario de la cuna del género que es Bristol, a pesar de no estar familiarizado con ese tipo de música, el hechizo que tejían en torno a mi las capas de sintetizadores me sedujo sin demasiada dificultad. Los beats invocaban un ritmo latente en mi interior, más ritual que festivo, y los mantras y samples vocales resonaban en las profundidades de mi ser. No tardé en quemar sus primeros trabajos, dejando que cada uno de los temas me inundara, y los subsiguientes trabajos me crearon sensaciones diferentes. «Tides» (2013) me resultó oscuro, sinuoso e hipnotizante, mientras que con «A World Without» se produjo una ligera desconexión. Y esa solo se hizo más grande con sus siguientes devaneos más puramente ambientales, que estuvieron lejos de despertar mi interés.
Sin embargo, con este último trabajo la reconciliación ha sido absoluta. «Lost Time» nos trae al Phaeleh que ya conocíamos de vuelta, pero con la madurez que solo otorga el tiempo y la experimentación. Fórmula de siempre, recursos parecidos, pero un resultado por otra parte efectivo y con identidad propia, sobrando razones para dedicarle tiempo y asimilar sus composiciones, variadas y ricas en infinidad de detalles.
«Lost Time» es un título más que acertado para describir la sensación vivida al escuchar el disco. Pero no en el sentido puramente literal, ya que esta no es la de perder el tiempo, sino la de desconectar con la realidad, con el ahora. Todo se vuelve relativo, se adquiere una nueva perspectiva, y la música actúa como banda sonora para una danza solitaria e introspectiva.
Se puede reconocer al Matt Preston de los brillantes «The Cold in You» o «Fallen Light», pero las canciones de «Lost Time» son mucho más que una vuelta al sonido de estos discos. El ambient se respira en la introductoria «Oceans«, mientras que en el excepcional «Feel You Fade» reaparece al micrófono Augustus Ghost, con la que ya colaboraría en «Whistling in the Dark» en «Tides». Una pieza que te arrastra y somete en todos los aspectos posibles, uno no puede resistirse ni a la ensoñadora guitarra ni a la voz de Augustus, completando el puzzle de la forma más evocadora posible con una letra que te deja cautivado.
Would you take me intravenously?
Feel me dancing in your bloodstream
En «Icarus» por otra parte se desmarca un poco de lo que nos tiene más acostumbrados, con un rítmico sinte inicial sobre el que se van superponiendo teclados hasta llegar al final a una melodía pegadiza de tintes IDM. En «Everyone» recupera los samples vocales en un tema lento y melancólico, con ese deje ligeramente soul en las voces tan típico en muchos artistas de trip-hop. En momentos así parece que todos los caminos lleven a Burial, que a tantos ha influenciado –el «Untrue» ya ha cumplido 10 años, que se dice pronto–, pero esta percepción también se debe a mi desconocimiento en grandes del género como Massive Attack o Portishead. Está en mis prioridades profundizar en sus discografías.
«Together» nos devuelve a sonoridades familiares en la discografía de Phaeleh, pero en un sentido positivo, más similar a la vuelta al hogar que al reciclaje de ideas. «Last Goodbye» es otro paso ligeramente alejado de la zona de confort, jugando con una pieza de piano de tintes nostálgicos, mientras que «Galaxies» es una apuesta por la línea de «Icarus», con un bajo con presencia y melodías espaciales de sintetizadores. «Dots» es una transición que no llega al minuto, fundiéndose en uno de los mejores cortes del álbum, «The Mist«. En este tema Matt me demuestra que si con sus aventuras entre los paisajes amplios e indefinidos del ambient consiguió que dejara de seguirle la pista, al menos aprendió nuevos recursos que, aplicados a su fórmula clásica, dan un resultado sobresaliente. Pausada, larga y con un desarrollo en el que apenas llega a crecer. Y, sin embargo, inmejorable. «Empty Jar» cierra el disco resumiendo el enfoque del disco con la aparición de un exquisito arpegio de guitarra acústica: minimalismo, naturalidad e introspección.
Después de sentirme algo perdido con sus últimos lanzamientos, «Lost Time» ha sido el disco que me ha permitido reconciliarme con Phaeleh. Aunque me alejara provisionalmente de su música, explorar terrenos más ambientales con «Somnus» o «Illusion of the Tale» le ha servido para recuperar la frescura después del algo olvidable «A World Without», demostrando que sigue desenvolviéndose igual de bien. Esperemos que la inspiración le dure por muchos discos más.
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