Canción de la semana: Disappointment

No hay tregua. Dolores O’Riordan ha pasado a engrosar esa funesta lista de artistas de los que nunca más volveremos a disfrutar una nueva composición. Escrito no suena tan mal, deteniéndose a pensar en ello y recordando sus trabajos, es una tragedia. No sé exactamente que lugar le corresponde en la música a The Cranberries, pero desde luego en mi ranking personal ocupan un lugar muy alto, y creo que, como suele pasar en demasiadas ocasiones, el público en general solo se ha quedado con los diferentes singles, dejando olvidados canciones que formaban discos dignos de luchar en popularidad y en talento con todo la avalancha del grunge tan en auge en aquellos años 90. Y es que la voz de Dolores O’Riordan en nada tenía que envidiar a las de Cobain, Corgan, Weder o Cornell entre otras, con un timbre particular e inigualable, su facilidad y musicalidad para el tarareo y sobre todo su capacidad de entristecer y oscurecer al más luminoso de los optimistas.

Recuerdo el año 96, mi memoria es terriblemente mala, pero ese año está marcado a fuego. Yo estaba cumpliendo con el servicio militar obligatorio de aquella época, recuerdo el edificio donde se pernoctaba, dos alas alargadas, al centro la escalera que comunicaba todas las plantas, un descansillo con una austera mesa y silla de madera donde hacía las guardias nocturnas, imaginarias. Horas en silencio, con un flexo, mi bloc de dibujo y mi walkman donde sonaba, claro está, The Cramberries. Difícil explicar las sensaciones y sentimientos de aquella época y de cómo la voz de Dolores alimentaba mi tristeza. Porque «No Need To Argue» es un disco triste, triste de cojones. O al menos es la sensación que producía en mí. Puede que su música sonara brillante, radiante, en ocasiones ligera y sencilla, pero tras esa fachada de normalidad se ocultan oscuros sentimientos que producían en un joven y desorientado muchacho sensaciones hasta ese momento desconocidas y que derivó en la necesidad vital de encontrar respuestas emocionales en otros estilos musicales que el pop no me proporcionaba.

Y hablo del “No Need to Argue”, no solo porque circunstancialmente marcara una época para mi, si no por tratarse de su mejor disco. Su single «Zombie», barrió en las listas de éxitos, se radió hasta la saciedad ensombreciendo un álbum lleno de canciones maravillosas de las cuales he elegido una para esta sección. “Disappointment” es el corte número 8, la he elegido porque creo que refleja todo el periodo desde aquellas guardias nocturnas hasta el día de hoy. Decepcionado con este mundo lleno de odio y dolor, decepcionado con la vida que te arrebata de forma injusta tus seres queridos, decepcionado con una sociedad, sin alma, manipulada e interesada, aborregada sin curiosidad por el conocimiento. Si, me parece un disco triste, como triste me parece un mundo sin mis ídolos.

Mis ídolos mueren, y una parte de mi, muere con ellos.

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