Hace tres años que de las cenizas de los ingleses The Safety Fire surgiría un nuevo proyecto capaz de mantener viva la llama que hacía especial su música. La esencia de los riffs de Dez y Jo perdura intacta de la misma forma que el resto de recursos que caracterizan su personal forma de entender el instrumento, y lo potenciaron sabiendo acompañarse de los músicos adecuados en esta nueva etapa. El portento de la batería Alex Rudinger, Morgan Sinclair aparcando su guitarra para encargarse del bajo, y el amigo de todos en la escena djent Elliot Coleman cerraban un equipo creado para ganar. Y así nacía Good Tiger, grupo de talento inversamente proporcional a la seriedad de su nombre.
El tigre bueno debutó con un disco breve que quemé a base de bien escuchándolo en bucle. Un trabajo de batería incomparable, un riffaje y selección de acordes repletos de genialidad, y un cantante de timbre fino y fraseos de influencia pop dando la accesibilidad necesaria. Además con Nolly a los mandos de la producción logrando que todo suene perfectamente, manteniendo el difícil equilibrio entre sonar moderno y sobreproducido. El único fallo era que a nivel global sonaban más a una versión 2.0 de The Safety Fire que a una nueva banda, lo cual no me disgustaba, pero estaba claro que debían romper un poco más y desmarcarse en adelante buscando un sonido propio.
Y desde el primer momento se nota que esta era la prioridad del quinteto en «We Will All Be Gone«. Es apreciable al escucharlo que en el tiempo que ha transcurrido desde el lanzamiento de su primer trabajo han tenido tiempo para buscar su identidad y pensar la dirección que preferían tomar. ¿Rock o metal? ¿Prog o post-hardcore? En este segundo disco se resuelven parte de estos interrogantes, sin por ello suponer una excesiva reducción en la paleta de colores de su sonido. Y sin duda haber girado con bandas tan dispersas como Dance Gavin Dance, Between the Buried and Me, Biffy Clyro o Arcane Roots ha dejado huella en el resultado final.
Cuando el año pasado publicaron su primer adelanto, «The Devil Thinks I’m Sinking«, ya se podía percibir la declaración de intenciones sobre lo que iba a suponer «We Will All Be Gone», pese a estar descontextualizado del resto del tracklist. Los acordes iniciales y el riff al que da paso la primera estrofa nos presentaba a la misma banda de siempre, pero al mismo tiempo nos mostraban diferencias. La forma de situar la voz de Coleman resultaba más libre, como si estuviera más cómoda sobre la instrumentación, y la estructura general muestra una influencia más del post-hardcore que del progresivo moderno.
En enero ya pudimos confirmar el viraje que los distintos adelantos nos habían ido dejando entrever poco a poco. Temas como «Float On» o «Salt on the Earth» tienen un toque más pesado en los riffs iniciales que delata lo fuertemente que están influenciados por el metal, pero que encaja de una manera totalmente coherente en la identidad de la banda. En otros como «Such a Kind Stranger» Dez y Jo nos recuerdan lo reconocible que es su estilo tocando juntos, mientras que en «Blueshift» experimentan con distintos sonidos logrando que sus guitarras suenen casi como un sintetizador.
Nolly ha vuelto a repetir en esta ocasión, pero compartiendo los mandos de la producción con Forrester Savell, conocido entre otros trabajos por su labor en el «Sound Awake» de Karnivool. Más allá de como haya podido contribuir a dar forma a las composiciones finales, desde luego se aprecia en como suena el disco, desmarcándose del metal moderno que caracteriza a Nolly y acercándose más al «sonido australiano» de Savell.
Si tuviera que quedarme con un único tema del disco sería «Grip Shoes«: desde la sinergia inicial del riff por un altavoz y el punteo por otro a los fraseos de Coleman y al gusto que desprende Rudinger tocando la batería. Probablemente mi tema favorito de ellos junto a «Aspirations». En «Just Shy» beben directamente del post-rock con unas guitarras que engrandecen el tema sin oscurecer lo más mínimo la voz de Elliot. El último tema, «I’ll Finnish This Book Later«, es probablemente el que más se desmarca de lo que se espera de un tema de Good Tiger. Además de su ritmo lento y tono más apagado, sorprende con la participación de Dez al micrófono cantando unos versos, compartiendo espacio con Elliot en la canción más intima de la banda.
«We Will All Be Gone» es un disco con los ingredientes necesarios para convencer los que les gusta que una banda se reinvente disco tras disco como los que prefieres que hagan siempre lo mismo. Siguen siendo los mismos que compusieron «A Head Full of Moonlight«, pero más maduros -por cliché que suene decir esto con un disco nuevo- compenetrados, y seguros de lo que quieren decir como grupo. Y sin nada de relleno y con sus acertados treinta y seis minutos de duración que pasan volando, es una escucha más que recomendada para cualquier fan del post-hardcore.