Chvrches – Love is Dead, la muerte de la empatía

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1 de junio. Los primeros rayos de sol iluminan la calle mientras el traqueteo de la maleta me hace incómoda compañía, junto a ese ligero nerviosismo previo a realizar un viaje. Pese a que me separan apenas 10 minutos del lugar de encuentro, decido ponerme los auriculares. “Graffiti” de Chvrches empieza a sonar, contagiándome esa ambigua sensación a medio camino entre la curiosa nostalgia por algo que desconozco, y el empoderador optimismo por todo lo que queda por venir. En una mañana así, el verano no podía parecer más prometedor.

Como muchas veces ha dicho su cantante Lauren Mayberry, Chvrches se encuentran a medio camino entre la luz y la oscuridad. O al menos ese es el enfoque artístico que intentan darle a la banda: una analogía que refleja el contraste entre los ganchos pegadizos y las letras más serias; entre ser una banda de synthpop pero con un bagaje musical mucho más amplio de lo que muchos esperaríamos; y entre querer crecer dentro del mainstream y tener claro que perder su identidad no es un precio que estén dispuestos a pagar.

La riqueza del ADN de Chvrches se confirma rápidamente escuchando los tres discos del grupo de post-metal del que fue miembro anteriormente a la guitarra el synthmaster Ian Cook: Aerogramme. Pero afinando un poco el oído no es difícil de apreciar las influencias en los mismos discos de la banda de pop escocesa: las guitarras de “Tether” rezuman la influencia shoegaze de grupos como Slowdive, los sintetizadores de “Science/Visions” hacen que resulte lógico que Nine Inch Nails sea una de las bandas favoritas de Martin Doherty, mientras que la influencia de Depeche Mode en “Clearest Blue” parece hasta un guiño intencionado.

Su tercer trabajo de estudio, “Love is Dead”, tiene un trasfondo más profundo de lo que me hacía creer su título. “Love is Dead” no es un álbum que nos hable solo sobre la muerte del amor en el sentido más literal de la palabra –que también–, sino  que incide especialmente sobre la muerte de la empatía. Como escoceses afincados en Nueva York, ellos han vivido esta creciente tensión y polarización que vivimos en el mundo estos últimos años en dos frentes: la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, y la legitimación al Brexit en su Reino Unido natal. El sentimiento de vivir rodeado de gente que, con unas condiciones de vida tan parecidas a las tuyas, pueda tener una visión del mundo tan aterradoramente diferente, ha sido una de las inspiraciones principales del disco.

En el aspecto musical, “Love is Dead” supone un punto y aparte respecto a sus dos hermanos mayores en un apartado bastante importante, pues es el primer trabajo de Chvrches en el que se ha involucrado un productor externo a la banda. Y antes de entrar en el tracklist, ya os puedo adelantar que, después de haber escuchado muchas veces el disco, en general creo que ha sido un error. Su filosofía hasta cierto punto Do It Yourself daba mérito al éxito de su propuesta, pues demostraban que en un mundo de estrellas pop con hits que parecen productos de laboratorio diseñados para gustar, ellos podían crear algo totalmente propio de manera autónoma y ser capaces de plantar cara. Pese a que entiendo lo que les llevo a tomar la decisión –aprender de los mejores aprovechando la posición que ya ha alcanzado la banda–, la verdad es que debutando con un disco del calibre de “The Bones of What You Believe” no necesitas que nadie te explique cómo plasmar tus ideas, pues tienes más que perder que ganar.

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Dicho esto, puede parecer contradictorio que por otro lado opine que “Graffiti”, pieza que abre su tercer álbum de estudio, es una de las mejores canciones de Chvrches. Pero es que es sencillamente espectacular. Tres minutos y medio en los que Lauren demuestra ser la indiscutible jefa de las melodías, con un dominio de los tiempos en la estructura del tema sencillamente inmejorable, llevándote a ese estribillo que conduce una canción en la que todo suma y nada resta: desde  la voz a la variedad de sintes o ese sencillo bajo que logra que me entren ganas de ser bajista. Si es que hasta se pueden tomar la licencia de que la letra sea muy empalagosa de lo bien que sintetiza la idea detrás del disco.

I’ve been waiting my whole life to grow old

And now we never will

Comienzo espectacular que marca un nivel demasiado alto para el disco… pero tampoco quiero ser injusto, pues hay más momentos memorables. “Get Out” por ejemplo es un single más que correcto, pero que palidece tremendamente si se compara con joyas pasadas como “Leave a Trace” o “Gun”. Además hace temer algo que termina de confirmar “Deliverance”: el claro cambio de enfoque que le ha dado Lauren a su voz en el disco, seguramente consecuencia de la implicación de Greg Curtis en la producción. Repitiendo las silabas para construir estribillos y simplificando considerablemente las letras, más que potenciar el efecto pegadizo de los temas consiguen simplemente diluir una de las señas de identidad de Chvrches.

My Enemy” es otro de los momentos álgidos del disco, participando Matt Berninger de The National a la voz, dándole un favorecedor toque solemne a uno de los temas más lentos del disco. “Forever” tiene una estructura sencilla que promete poco pero crece con las escuchas, atreviéndose en la parte final con un discreto solo de guitarra/sintetizador. “Never Say Die” suena masiva, usando otra vez en el estribillo el recurso de las repeticiones silábicas con un resultado más certero.

La segunda mitad del disco me parece algo inferior, así que seré concreto y pasare por alto detalles como el momento Imagine Dragons wannabe de “Miracle”… ¿en qué estaban pensando? “Heaven/Hell” es una declaración de su acercamiento a territorios más mainstream. ¿Es pegadiza? Mucho. ¿Me gusta? Bastante. ¿Tiene una estructura algo cliché? Totalmente. “God’s Plan” cumple con el cupo de canciones cantadas por Matt Doherty que debe tener todos los discos, y es un acierto total. Momento del disco oscuro a lo Depeche Mode sin la cual “Love is Dead” perdería bastante. “Really Gone” por otra parte es el momento íntimo  que nos recuerda el amplio potencial de la banda, y cómo en este capítulo de la carrera, han jugado a ser quienes en realidad no son.

“Love is Dead” prometía desde la primera escucha convertirse en mi álbum del verano, y hasta cierto punto lo ha sido. En un año en el que no estoy siguiendo con todo el interés que debería las novedades musicales que nos van llegando, Chvrches han conseguido tenerme totalmente enganchado con su último disco. El problema es que con cada sucesiva escucha se me ha hecho más palpable que, en su ansia por asaltar el Olimpo del pop, los de Glasgow han pagado el intento a costa de renunciar a parte de su sonido… y por un resultado que no justifica el precio. Pero Chvrches siguen mostrándose inspirados, y el cambio que han dado con este disco –lo consideremos más o menos acertado– nos deja claro de cara a futuros lanzamientos que no son de las bandas que se conforman.

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