30 canciones de 2018 que no puedes dejar pasar (Parte I)

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2018 nos ha llevado por otros derroteros a los redactores de Spreading the Sound, convirtiéndose en el año en que hemos estado más ociosos hasta la fecha. Pese a nuestra inactividad, y puesto que tenemos claro seguir escribiendo aunque sea a otro ritmo, hemos decidido mantener nuestra tradición anual: realizar nuestra lista con canciones de los nuevos lanzamientos que más nos han gustado. En 2018 ha salido muy buena música, aunque hayamos escuchado mucho menos de la que querríamos. Seguro que entre estas 30 canciones hacéis algún descubrimiento que os fascine.

30. Orphaned Land – Only the dead have seen the end of war (seruli)

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Podría poner el Unsung Prophets & Dead Messiahs de Orphaned Land como disco del año, pero… bueno, sí, ¿por qué no? Es el disco del año. No sabía que fuese tan fácil. Pues bien, tras los cinco años desde su anterior All Is One –si obviamos la colaboración con Amaseffer de hace unos años– en los que nos han hecho sufrir por su nuevo material, por fin tenemos este álbum en el que retornan al plan conceptual de discos anteriores como Mabool o The Never Ending Way of OrWarriOr, aunque esta vez tratando principalmente la desinformación a la que se nos somete desde los medios y sobre todo desde las altas esferas.

La canción elegida es “Only the dead have seen the end of war”, corolario que sucede a todo lo que hemos vivido durante el disco, y que es el final perfecto para el mismo. Intenso, emotivo y brutal a partes iguales, con un uso de los elementos sonoros en ciertos puntos que te dejan el pompis en pompa y con la colaboración de Tomas Lindberg (At The Gates) a los guturales, una pasada. El disco no acaba aquí, ojo, y si bien yo sí lo habría acabado, y en anteriores escuchas me había molestado que hicieran una outro llamada “The Manifest – Epilogue” cuando consideraba a “Only the Dead” el cierre perfecto, al reescuchar el disco sí le veo sentido hacer un outro que, pese a no aportar nada a nivel musical, a nivel temático le va como anillo al dedo, incluido un speech de George Orwell sobre el futuro de la humanidad. Muy bajonero, lo veo correcto, y no me importará esperar otro lustro a que saquen nuevo material.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

29. Deafheaven – Glint (jessmorell)

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Resumir un año en 5 discos (cinco por cada uno de los redactores de Spreading the Sound) no sólo puede ser la mar de complicado sino que es un acto que puede implicar cierta desconsideración y que en mi caso ha significado dejarme fuera discos tan interesantes como Love is Shadow (Sumac), Stranger Fruit (Zeal & Ardor) o Automata I & II (Between the Buried and Me). Pero vayamos directos a lo que me ha traído hasta aquí.

Lo que hace que Ordinary Corrupt Human Love, la última propuesta de los norteamericanos Deafheaven, sea un disco de notable alto, según mi opinión, han sido esas composiciones más melódicas o atmosféricas al estilo de su tan aclamado Sunbather (2013). Con esto no me refiero a que New Bermuda, más directo y agresivo, fuese peor ni mucho menos, pero sí diría que en su último trabajo he encontrado una elaboración quizás más cuidada, de una belleza que te atrapa sin apenas darte cuenta casi rozando la perfección dentro de un estilo tan amplio y diversificado como es el post-metal, y más en concreto el post-black metal. Y si a eso le sumamos una puesta en escena más creíble y mejorada, con más complicidad entre sus miembros y una performance de su cantante y co-compositor George Clarke más auténtica, yo sólo deseo que Deafheaven hayan venido para quedarse. Prueba de todo este conjunto de cualidades que hacen de Ordinary Corrupt Human Love, un disco excelente en su línea con temas como “Night People” (en el que colabora Chelsea Wolfe) o mi favorito, “Glint”, once minutos de puro catarsis.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

28. Caboverde – Lectura Obligatoria (Para Conciliar el Sueño) (andiros)

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Llevaba más de un año esperando con ganas el debut de Caboverde, proyecto de Juan Blas de Minor Empires y Nothink. “Rivales” me pilló totalmente desprevenido cuando salió, con el resultado de que estuve escuchándola en bucle durante días atrapado por su mágico estribillo. Llegarían “Tinta y Brea” y “Terracota”, haciendo más grande un hype que no sería saciado a corto plazo. Pero por suerte todo llega, y la espera valió la pena. La Peor Versión de Nosotros Mismos muestra una faceta muy diferente de Juan, sustituyendo el sonido americano y contundencia de Nothink por un enfoque más ligero, pop-rock en muchos momentos, con unas letras íntimas en castellano. Los riffs escasean, pero se sustituyen por melodías especialmente memorables, y la sensación de estar escuchando canciones que encierran mucha verdad.

La Peor Versión de Nosotros Mismos contiene muchos cortes con alma de himno que corear en sus conciertos, pero “Lectura Obligatoria (Para Conciliar el Sueño)” no es uno de ellos. Es para guardar silencio, cerrar los ojos y escuchar atentamente la forma en que Juan se muestra ante el oyente con una letra honesta y vulnerable. Y el aspecto lírico se mantiene obviamente gracias a la maravillosa instrumentación, con esas evocadoras melodías de guitarra endulzada con delay, los acordes de piano y el bajo y percusión en un respetuoso segundo plano. De mis temas favoritos del año.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

27. Supermosca – Cuando llegue la tormenta (XaviSan)

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Diario de Rutas y Desastres (Ernie Records, 2018) ha sido el regalo que nos ha ofrecido la formación valenciana de nombre pugilístico este año. Un magnífico disco que, a pesar de lo que reza el tema que te propongo escuchar, sí hacía falta. Un conjunto de canciones que, como siempre, consiguen comprimir una cantidad ingente de emociones y sensaciones en cada uno de sus cortes. Todo esto apoyado en gran parte en la poderosa voz de su vocalista que ha alcanzando en este disco un excelente nivel, de la que dimos buena cuenta en su concierto de presentación, y cómo no, del resto de componentes de la banda comandados por una de mis debilidades personales encarnada en la figura del excéntrico guitarrista Manolo Millán.

«Cuando llegue la tormenta» tal vez sea la canción más atípica de este disco, tal vez sea por eso que la he elegido, aunque creo que hay muchos más motivos, para mi es la escenificación de lo que representa esta banda para mi, oleadas de calma tensa que rompen en estallidos de furia y emoción, con letras con las que es fácil identificarse ya sea por haberlas vivido o por anhealar haberlas vivido «Ella me cogió la cara, sonriendo dijo: no estás solo«. Una buena base rítmica bajo-batería donde descansa el último corte de un disco que se me antoja indispensable para entender el año que hemos dejado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

27. Joe Satriani – Thunder High On The Mountain (raulsangonzalo)

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Le comentaba a un amigo el hecho de que Joe Satriani está considerado como uno de los más importantes creadores y desarrolladores del rock instrumental, habiendo llevado el virtuosismo y la composición de las 6 cuerdas a muchos terrenos musicales inexplorados. Cada disco de Satriani es único, y aunque alguna vez se le pueda echar en cara la sobreexplotación de una fórmula musical muy pop, lo cierto es que siempre logra diferenciarse de los anteriores.

Con What Happens Next, Joe Satriani se ha acercado a un formato más vivo, más dinámico, donde la improvisación y una producción más rápida han dado fruto a unas canciones más analógicas, menos experimentales y, en definitiva, más rockeras. Y no podía ser de otra manera, teniendo a Glenn Hughes acompañando en el bajo y a Chad Smith en la batería. No me parece un disco que llegue a ser tan remarcable como podría ser Flying in a Blue Dream o Is There Love in Space?, pero quizás sea porque ya estamos demasiado acostumbrados a Satriani. Lo que sí es cierto es que la habilidad del bueno de Satriani para crear melodías y riffs todavía está patente. “Thunder High on the Mountain” es una de las canciones más potentes y oscuras de este álbum. Una especie de guiño compositivo a sus orígenes, a un Black Sabbath donde el trío se desenvuelve con gran agilidad. Una canción que me llegó a obsesionar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

26. Seventh wonder – Tiara’s Song (thepot)

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Hace la friolera de ocho años que Seventh Wonder no nos deleitaban con un nuevo disco, probablemente por el incansable trabajo de Tommy Karevik al frente de Kamelot, pero eso es otra historia, centrémonos en estas breves líneas en el gustazo de disco que se han marcado los suecos. Tiara nos cuenta la historia de una niña (llamada cómo no, Tiara) dotada con el poder de comunicarse con los Everones, unos seres extrasensoriales que vienen con la clara intención de hacer añicos la existencia humana. “The everones”, “Victorius”, “Exhale” o la que hoy nos trae aquí, “Tiara’s Song”, nos cuentan con una increíble cantidad de detalles, tanto musicales como narrativos, las aventuras y desventuras de Tiara. ¿Power metal?, ¿metal progresivo? Vamos a tirar las etiquetas al fondo del mar, si me lo permitís, y a disfrutar de estas composiciones cargadísimas de sentimiento que se engloban en Tiara, porque es probablemente el mejor disco de la temporada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

24. Sigh – Heresy I: Oblivium (seruli)

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¿Por qué motivo elijo esta canción de Sigh de entre el resto? Había canciones más comerciales y digeribles en este Heir to Despair, como la primera “Aletheia”, o más brutales, como “Homo Homini Lupus” o “Hands of the String Puller”, no obstante, es esta canción, que inicia la trilogía de canciones Heresy, la que de verdad me ha marcado. Será el sintetizador y el ambiente electrónico con el que empieza. Será la voz susurrante y el eco, que más que seducirnos nos dan una grima del copón, o los sonidos de nave intergaláctica –nunca he estado en una de esas naves (ni en una de otro tipo), pero me imagino que serán así– que inundan el primer tercio de la canción, hasta quedarse como base para un sonido industrial de sinte, o la voz de Mirai Kawashima, que como siempre añade un toque japonés al asunto.

Es sorprendente la programación de sonidos que soportan magistralmente la canción, es sorprendente la irrupción del riff de guitarra más adelante, es sorprendente la entrada de la flauta junto a la melodía neoclásica de teclado, y es sorprendente la batería electrónica sobresaliendo milagrosamente frente al muro de sonido de guitarra y a Mirai recitando un mantra, y en general es sorprendente el microclima creado por la canción dentro del contexto del disco, y este es el motivo por el que escucho Sigh y lo considero uno de los mejores grupos de avant-garde. Al final, cuando despiertas del trance, te das cuenta de que todo ha progresado desde un punto primigenio, apenas sin darte cuenta, no eran cosas raras puestas ahí sin orden ni concierto, todo formaba parte de un plan, y sabes que no puedes atribuirlo a un milagro o a la magia, sino al arte de este grupo. Ese es el motivo.

 

 

 

 

 

 

 

23. Monuments – Vanta (andiros)

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Monuments ha sido una banda a la que me ha llevado tiempo hacerme hasta poder disfrutarlos como toca. Inicialmente era el impresionante trabajo a la guitarra de John Browne el que provocaba que terminara escuchando de manera intermitente joyas como “Atlas”, pero su propuesta general se me hacía demasiado densa. Hasta que un día escuche de principio a fin “Amanuensis” y todo hizo clic. Es un grupo que reúne todos los clichés del djent –también porque son clichés que, desde los tiempos de Browne en Fellsilent, han sido cimentados por ellos mismos precisamente– pero en el que veo influencias que van desde los obvios Messhuggah a Architects o Karnivool.

Phronesis” inicialmente me prometía poco, el mix no me gustaba y le veía a los adelantos un enfoque de estructuras demasiado pop. Y al final, han sido ambos detalles los que han hecho que me encante. Lo primero, porque aunque las guitarras estén menos presentes, ofrece un resultado más equilibrado y menos cargante auditivamente, algo de agradecer en el djent. Y lo segundo, porque han conseguido encorsetar su complejidad compositiva en temas concretos, y eso tiene mucho mérito. “Vanta” no es uno de los singles, ni tiene una estructura que pida que lo sea, pero es un buen ejemplo que representa tanto la tónica general del álbum, como el hecho de que los Monuments de los anteriores trabajos todavía continúan más que presentes en “Phronesis”.

 

 

 

 

 

22. Riverside – Wasteland (raulsangonzalo)

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Hablar de Riverside sin emocionarse es complicado. Pues la muerte del guitarrista Piotr Grudzinski, que era prácticamente el alma del grupo, dejó huérfano al grupo polaco hace ya casi tres años. Sin embargo, la decisión de seguir adelante como trío fue algo que logró generar muchísimas expectativas para su último trabajo, Wasteland, que inauguró la etapa post-Grudzinski (sin contar el disco Eye of the Soundscape, por ser más una recopilación de ideas que un álbum en sí).

Wasteland es el álbum más oscuro de la banda. Es un viaje totalmente introspectivo y personal, muy influido por la melancolía y la tristeza causada por la pérdida de Piotr. Aún así, tiene riffs verdaderamente agresivos como en “Acid Rain”, pero el tono oscuro y lento de las baladas es el que más impera. Se me hace difícil elegir una canción en concreto, pero esta vez voy a escoger la que hace honor al nombre del álbum. “Wasteland” es la que más se acerca al progresivo de “Love, Fear and the Time Machine” y a “SONGS”, donde al principio nos parece escuchar a Roger Waters, para luego llevarnos a una verdadera montaña rusa de temas musicales, a caballo entre el rock progresivo de los 70, Ennio Morricone y el metal progresivo de los 90. Una verdadera joya.

 

 

 

21. A Perfect Circle – So Long, and Thanks for All the Fish (thepot)

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¿Qué se puede decir del regreso de uno de los grupos más importantes de la historia del rock? Realmente poco, sólo que por favor a la próxima no tarden otros quince años. Eat the Elephant es un disco lento, por momentos excesivamente pausado, pero que te va consumiendo poco a poco. Los temas tienen espacio, funcionan condenadamente bien y están interpretados desde una madurez envidiable. Dejemos de lado al Maynard cabreado con el mundo y demos la bienvenida a un Maynard más estable, más constante y más en su sitio que nunca, que disfruta de su estabilidad personal y emocional, y eso se nota. No hay excesos vocales esta vez, pero sí mucho gusto y personalidad. La homónima “Eat the Elephant”, “TalkTalk”, “Desillusioned” o “So Long, and Thanks for All the Fish” demuestran que Billy Howerdel y los suyos no se conforman con repetir patrones una y mil veces, quieren dejar huella, aunque les cueste un cuarto de siglo sacar del horno pequeñas maravillas como esta.

 

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