Hay discos que cuando los escuchas sabes que tienen un significado especial para la historia de una banda. Esta ese con el que, después de experimentar y buscar, finalmente asientan su sonido. O ese con el que dan un giro estilístico que desconcierta a los seguidores, que no saben cómo reaccionar ante el cambio. También está con el que ya empieza a llamar la atención el conformismo compositivo en el que se ha sumido el grupo. O esa clase de disco con el que la banda pasa a anteponer el éxito comercial a la inquietud creativa.
Sin embargo a “Arcadia”, tercer larga duración de Catorce, no lo colocaría en ninguno de estos supuestos. Desde que le di la primera escucha –que inevitablemente fue sucedida por otras dos escuchas más del tirón– tuve claro la clase de disco que era: el disco que confirma que desde el primer momento Jaime y José Miguel tenían claro la música que querían plasmar en su proyecto, pues la evolución estilística ha sido coherente y lineal desde su debut hasta este momento. El sello de Catorce siempre ha estado presente en su sonido, y aquí solo se reafirma.
“Arcadia” me encanta. Me parece un magnífico trabajo creado por una banda en estado de gracia creativo. Pero no lo considero el mejor trabajo de Catorce… no porque no haya habido evolución, ni porque no haya habido mejoría en el sonido –el combo de la preproducción con Juan Blas y grabar en Sadman Studio ha tenido un resultado brutal–, ni porque no hayan madurado en la forma de componer. En todos esos aspectos han mejorado, pero el tema es que cuando escucho Catorce lo que realmente me importa es la forma en que conecto con las canciones, y eso lo han logrado conmigo a la perfección desde el “Atlas”. Las canciones siempre han sido buenas y lo siguen siendo… solo ha cambiado el envoltorio.
En “Atlas” las canciones eran más largas, y en ellas recuerdo cómo me sorprendió el reconocer la influencia de grupos como A Perfect Circle en un estilo más post-hardcore. Con “Agua. Naufragio. Equilibrio” decidieron concretar, con un resultado de canciones más breves, de estructura más simple y sonido más directo, resultando a su manera, para mí, igual de efectivas. Pues con “Arcadia” han logrado algo intermedio entre ambos. Si en su primer disco muchas canciones superaban los cinco minutos, en “A.N.E.” la media estaba entre tres y cuatro. En su último trabajo han conseguido apretar aún más duración, pero no con ello optando por la vía de la simplicidad, pues “Arcadia” es su disco más progresivo hasta la fecha.
Todo lo que me enseñaron
es todo lo que me han quitado
De hecho, aunque no lo catalogaría como conceptual, el enfoque progresivo se refleja también en las letras, siguen una línea que las entrelaza marcada por la influencia de Blade Runner y la incertidumbre ante el mundo que estamos construyendo. Jaime canta con la honestidad que nos tiene acostumbrados, ofreciéndonos himno tras himno sobre temas tan humanos como el miedo o el paso del tiempo. Y en la portada, obra de The Braves Church, convergen pasado y futuro, con el viejo conocido de la banda, Sputnik, flotando en el vacío.
Ya solo somos agua
“Arcadia” me parece un disco redondo repleto de momentos memorables a lo largo del tracklist. Desde “Autómata” como intro con su espacial spoken word, pasando por “Myria” y su riffazo principal y arreglos post-rockeros, a “La Montaña” y su inesperado teclado, o el íntimo cierre con “Una Ventana Atlántica”. Mis temas favoritos son “Tanhäusser” y su enorme estribillo, o esa sección instrumental final de corte progresivo –jugar con los cambios de compás de esa manera les sienta muy bien–; “Caribdis” y esos “Nadie en el puerto…” con la fantástica melodía de guitarra de fondo; y por supuesto “Antípodas”, con una letra que nos traslada a la etapa de “A.N.E.” y un desarrollo fantástico que me pone la carne de gallina.
“Arcadia” es todo lo que podríamos esperar de un tercer trabajo de Catorce, demostrando que todavía mantienen ese don para componer canciones que me hacen vibrar… y al final en la música, de una forma u otra, todo se reduce a eso.