Ambición, técnica y sensibilidad. Esas tres palabras se ajustan bastante bien a la descripción de «4:45 AM«, tercer trabajo de estudio del sexteto chileno Aisles. Es un álbum en el que sumergirte poco a poco, de forma calmada y dejándote embriagar por los matices y arreglos que encierra.
La banda está integrada por Sebastian Vergara al micrófono, German Vergara y Rodrigo Sepúlveda a la guitarra, Daniel Baird-Kerr al bajo, Alejandro Meléndez al teclado y detrás de la batería Felipe Candia. El estilo de la banda se podría catalogar dentro del rock progresivo más clásico, siendo fácil darse cuenta de la deuda musical que tienen con bandas como Pink Floyd, Marillion, Génesis, o algunas más actuales como Porcupine Tree. Además en algunos temas dan muestras del músculo y técnica propio de Rush o punteos de guitarra y lineas de bajo puntuales a lo Pat Matheney. Su discografía la completan sus otros dos discos «The Yearning» (2006) y «In Sudden Walks» (2009).
Lo primero que escuché de la banda fue el primer single de «4:45 AM», tema homónimo. Desde la primera escucha me dejó boquiabierto el nivel técnico que poseían, y sobre todo el buen gusto con el que lo ejecutaban, sonando ante todo musicales. Un corte redondo, en el que aprecio especialmente esas reminiscencias a Rush y la influencia del jazz fusión. Sin embargo, al escuchar el resto del disco me lleve una sorpresa aún mayor al ver el contraste, pues la carta de presentación del álbum no hace justicia al contenido del mismo, estilísticamente hablando.
Mientras que el tema inicial vende la imagen de estar ante un álbum de destreza instrumental de corte progresivo, no tardas mucho en darte cuenta de que estás ante un trabajo muy íntimo y experimental. La segunda canción ya rompe directamente, haciendo especial honor a lo de experimental. «Gallarda Yarura» es una pieza instrumental de sutiles progresiones, que incorpora diálogos grabados a su desarrollo. Las guitarras y el teclado llevan la voz cantante, entrelazándose al entretejer interesantes estructuras. Los punteos de estilo casi floydiano se ven sólidamente apoyados por una batería que suma al conjunto.
El disco continúa con «Shallow and Daft», introducida por unos interesantes arpegios que llevan a una evolución del tema de sonido propio del progresivo más clásico, especialmente por el sonido del teclado. El trabajo de Sebastian al micrófono es brillante, con el firme respaldo de los coros de sus compañeros de banda. Le sigue «Back my Strength», balada que destaca por las atmósferas preciosistas que construyen, mientras que una guitarra acústica es la encargada de guiar con suavidad el desarrollo de «The Sacrifice».
El sonido marino de «The Ship» actúa como un perfecto interludio conectando con «Intermission», segundo corte instrumental. Aquí empiezan a mostrar sus acertados jugueteos con arreglos electrónicos, mientras las guitarras vuelven a desarrollar melodías con toques propios de David Gilmour mientras la base rítmica dota al tema de la energía necesaria. La experimentación no queda ahí, cambiando en el tramo final incorporando otra percusión y aumentando la intensidad con matices interesantes.
«Sorrow» sintetiza el porqué al describir este álbum, además de experimental usé el adjetivo íntimo. Íntimo y cargado de sensibilidad. Porque si hay algo que se nota en cada uno de los momentos del disco es que Aisles han buscado plasmarse de la forma más sincera posible en su música. Sin adaptarse a ninguna fórmula, ha compuesto la música que ellos querían oír, que al fin y al cabo es lo importante. Y el resultado ha sido un soplo de aire fresco, con una forma de entender el progresivo muy propia. «Sorrow» tiene algunos de los momentos más mágicos del larga duración.
Para el final del disco se reservan los dos cortes más largos y complejos. «Hero», con sus 8:11 minutos, hace justicia a su nombre, siendo una larga pieza instrumental de desarrollo bastante épico. Por último, el corte final, «Melanchollia», representa una simbiosis de los elementos que integran «Sorrow» y «Hero» para despedir el álbum como merece, con una composición cargada de emotividad.
«4:45 AM» es un disco impecable en su desarrollo, con las ideas claras y que sabe como hacérselas llegar al oyente. Aisles están consiguiendo labrarse un sonido propio con su forma de entender la música. A veces los temas pueden hacerse algo largos en su desarrollo, y tiene momentos puntuales que pecan de un poco de monotonía, pero disfrutándolo en conjunto apenas resultan relevantes. Y desde luego, «4:45 AM» es un disco para escucharlo de principio a fin.
Gran banda!!!