Interesante fue mi primer enfrentamiento con esta canción. Creíame yo que era un disco normal y corriente, así pues todo discurrió con normalidad hasta que, veinte minutos después, empecé a preguntarme si este era uno de esos discos con una canción épica introductoria infinita. Luego pensé que esto no era power metal, y la pregunta resurgió con más fuerza. Otros veinte minutos después todo estaba olvidado, porque el viaje había sido tan increíble que la duración de la canción se diluyo en el mágico resultado.
Dan Swanö es el compositor de esta vasta obra, en uno de sus múltiples proyectos, Edge Of Sanity, una de las primeras que escuche de él y que sigue manteniendo su puesto entre mis favoritas junto al nada ortodoxo “Unorthodox”, u otro de sus proyectos, el más melódico “Moontower”. Pero hoy estamos aquí por el antes mencionado, el álbum “Crimson”, comprendiendo su hercúlea canción homónima, y nada más. De modo que esto no es una crítica de disco, sino una canción de la semana. ¿No es maravilloso? Así me quito trabajo.
De hecho, ni siquiera voy a describir la canción. Lo poco que diré es que no aburre en ningún momento, y decir eso de una canción de cuarenta minutos es decir mucho. Todo un carrusel de sensaciones, con algunos de los mejores riffs que he escuchado nunca: véase el momento 11:05 tras la parte más Opeth wannabe de la historia. Por cierto, que participa el señor Åkerfeldt, así que no os extrañéis si encontráis por ahí influencias del “Orchid” de Opeth, del que Swanö fue ingeniero de sonido. Las coincidencias son la sal de la vida, pero esto no es una coincidencia. ¿Tenéis un rato libre? Descubrid “Crimson”. ¿Queréis hacerle un regalo atípico a vuestra madre? Regaladle “Crimson”. ¿Queréis escuchar “Crimson”? Escuchad “Crimson”.