Por fin ha llegado el momento, la espera ha llegado a su fin. Tras cuatro años de espera, y con un disco de remixes de por medio para paliar un poco las ganas de nuevo material, finalmente tenemos un nuevo álbum de los catalanes Obsidian Kingdom. Como podéis suponer no faltaban ganas de ello. No exagero al decir que “Mantiis” es el disco nacional que más ha logrado impactarme hasta el momento: una obra conceptual dividida en 14 cortes que fluye con una naturalidad envidiable, con vida propia, te envuelve para no dejarte escapar hasta que la has escuchado de principio a fin. Sutil y despiadada al mismo tiempo, de una oscuridad que te oprime pero no deseas que te libere, y una vez la experiencia termina, no tardas mucho en volver para revivirla.
Los barceloneses presentan nuevos miembros a la guitarra y al bajo en esta nueva etapa que inicia “A Year With No Summer”, su segundo larga duración de sugerente nombre, editado por Season of Mist. Echando la mirada atrás y viendo la evolución que ha venido siguiendo la banda y cómo se ha reinventado, creo que nadie puede dudar de que el término progresivo les viene como anillo al dedo. Su EP “3:11” con esos 3 temas de post-metal de riffs pesados y producción algo austera que me recuerda a bandas como los The Ocean más primitivos. El citado “Mantiis” como oda al eclecticismo, que nos muestra a una banda ambiciosa y madura compositivamente. Y “Torn & Burnt” como una reinvención de temas del disco anterior por parte de productores de electrónica, no defraudará a los fans más abiertos de la formación catalana.
Tras todo esto, olvídalo al ponerte con “A Year With No Summer”. Obsidian Kingdom no llevan bien la idea de más de lo mismo, habiéndose transformado por entero. El primer cambio palpable es la voz, que deja por completo los registros extremos de tendencia black para centrarse en el aspecto melódico, pero ojo, eso no significa que haya momentos faltos de dureza e intensidad, pues abundan. Las guitarras abandonan su faceta enfocada a los riffs, abrazando una labor más enfocada a embellecer y dar densidad a las atmósferas que a tomar un papel protagonista. Y es que realmente tiene un papel secundario si la comparamos con el resto de instrumentos.
“A Year With No Summer” es un álbum en el que el rol principal queda en las manos del teclado, la batería, y especialmente el bajo. Un bajo de cadencia lenta y presencia notable en todo momento, es el hilo conductor del disco. Pero literalmente, no hace falta preocuparse de buscarlo, porque él te encontrará y te marcará el camino a seguir hasta el mundo sin verano del que nos hablan. Respecto al teclado, creo que es por las profundas capas de sintetizadores que hay a lo largo de todo el disco que aprecio un regustillo industrial a lo Nine Inch Nails. Aunque esto va más allá de las similitudes estilísticas, encuentro parecidos en la forma de concebirlo con obras como “The Fragil”: los instrumentos son meras herramientas, por sí solos no destacan pero en conjunto plasman el concepto, las sensaciones que se pretende reflejar, creando algo que va más allá de la música, algo vivo.
Una sencilla batería te va introduciendo junto al resto de instrumentos progresivamente en la distopía de “A Year With No Summer”. La voz de Rider G Omega se presenta renovada como comentaba, sin guturales y con un registro más que óptimo para lo que pide la nueva obra de Obsidian. Es al mismo tiempo suave que distante y gélida cuando se reviste de las guitarras en el estribillo. En “10th April” encontramos una de las sorpresas que me dio el anuncio del disco, pero que al mismo tiempo me ha dejado algo defraudado, la colaboración de Krystoffer Rygg de Ulver al micrófono. El aporte que hace al tema es más que correcto, pero me hubiera esperado a que explotaran un poco más el hecho de contar con una voz tan especial en el disco, y no una simple narración inicial. El tema en cuestión es ambiental, con peso de los sintetizadores y la percusión.
“Darkness” es el tercer adelanto que hicieron del álbum, y aunque al principio fue el que me dejó más frío, ha ido creciendo mucho con cada escucha, hasta ser uno de mis favoritos. Unas atmósferas brutales, una línea de bajo que no resalta melódicamente pero se te queda clavada todo el tema, y esos premonitorios “One day the skies will dye white” que te meten de lleno en el mundo que han tejido Obsidian Kingdom para la ocasión.
Un cambio importante respecto a “Mantiis” es que este estaba compuesto por temas relativamente cortos que actuaban como piezas que al unirse creaban algo mucho más grande. En “A Year With No Summer” predominan los temas largos, y resultan independientes, estando cohesionados pero sin estar tan entrelazados como en el caso de “Mantiis”, perdiendo la sensación de ser un tema muy largo fragmentado en trozos. En “The Kandinsky Group”, el corte más largo del álbum, colabora Attila Csihar de Mayhem, con un resultado similar al de Rygg. Una pieza de vibraciones realmente oscuras, las partes ligeras son lideradas por el bajo y batería dedicándose las guitarras a adornar con acordes puntuales, pero con partes más agresivas en que estas se desatan en un mar de distorsión, llegando a haber espacio hasta para un solo.
“The Poliarnik” es un interludio en el que el teclado, batería y bajo se quedan con el protagonismo (para variar). Te deja con el cuerpo preparado para la recta final del disco, poco más de dos minutos de duración pero absolutamente imprescindibles. “Black Swan” es la “balada”, siendo la canción más melódica y suave, pero guardando aun así en su desarrollo parte de esa tensión que se percibe a lo largo de todo el disco, la de tener que adaptarse a una realidad que ha dejado de ser como la recordabas, como plasman en el vídeo que la acompaña. Sin duda un corte redondo.
“Away/Absent” es la encargada de cerrar, un desarrollo muy post-metalero, sin brutalidad pero con mucha intensidad, con un bajo realmente hipnótico y revistiéndose la voz de un aire desgarrado. Pero lo que me dejo más que sorprendido fue cuando escuche el hidden track que encierra al final. La primera vez, porque no le vi mucho el sentido al estilo y y el momento. Pero más adelante lo comprendí, y no pude más que aplaudir la genialidad de Obsidian Kingdom dejando para los dos últimos minutos una acústica y voz desenfadada, recuperando los versos de «Darkness» a forma de bossa nova de despedida para un mundo que nunca volverá a sentir la calidez del verano.
El progresivo para mí es esto. No es un estilo, no son cambios de ritmo ni riffs en compases raros o canciones de veinte minutos, todo eso pueden ser elementos que pueden ser utilizados de una forma muy acertada, pero por si solos no harán la música progresiva. Progresivo es hacer música por la música en sí misma, sin etiquetas, sin límites ni encasillamientos, y con la evolución como algo natural y necesario. La conclusión que saco al haberme empapado de “A Year With No Summer” es que no es ni mejor ni peor que “Mantiis”, es diferente. Es toda una experiencia nueva e imprevisible, un viaje. Y es sin duda lo mejor que podíamos esperar de ellos.
5 respuestas a “Obsidian Kingdom – A Year With No Summer”